Ancestrales


Santiago Gil

Una cara no nos pertenece a nosotros solos, viene de otras caras, de otras sonrisas, de otros sueños lejanos. Nuestro destino es una suma de biografías anteriores que desconocemos y que, sin embargo, llevamos grabadas en nuestras facciones.

Algún día, dentro de cientos de años, nosotros también seremos olvido para quienes se miren en otros espejos pensando que son únicos, que nunca hubo un gesto parecido o una sonrisa casi idéntica a la suya.

No conocemos el fondo de nuestra propia mirada, pero sí intuimos a todos los que nos precedieron en ese caleidoscopio que se acerca al pasado entreverando colores de ojos y de cabellos. Estos días podemos asistir a una magnífica exposición en El Museo Canario que se titula La búsqueda de las caras ancestrales. La idea de esta muestra que no deben perderse, y que podrán visitar hasta el mes de marzo, es de la fotógrafa inglesa Francesca Phillips.

Francesca lleva muchos años fotografiando a ciudadanos canarios y entrevistando a los que más saben de genética y de arqueología. El corolario de ese trabajo está compuesto por cincuenta retratos y varias entrevistas. Pero la muestra va mucho más allá, porque siempre se puede ir más allá en cualquier manifestación artística, rebuscando y tratando de encontrar algo distinto.

Para ello, Francesca contacta con la universidad de John Moores de Liverpool, y en concreto con las profesoras Caroline Wilkinson, que ya logró recrear las caras de Ramsés II, J.S. Bach o Ricardo III, y con la doctora canaria de la misma universidad, María Castañeyra. De esa confluencia nace una magia difícil de explicar si no se visita la exposición.

A partir de los cráneos que están en El Museo Canario, y valiéndose de sofisticados programas informáticos, las responsables de la universidad inglesa logran poner cara a quienes habitaron estas islas hace cientos de años, y esas caras, además, miran de frente a las caras retratadas por Francesca.

Todo lo que sucede cuando uno mira a un lado y al otro de la sala solo se entiende desde la perspectiva de la propia condición humana. Cada vez que entro en la sala Verneau de El Museo Canario siento esa misma punzada en el alma; pero esta vez los cráneos y las momias tienen ojos, nariz y boca, y también esa mirada que nos acerca a nuestro propio espejo, como si nos preguntáramos desde un siglo a otro siglo cuál es el sentido de nuestro existencia.

Ese enigma nos acompaña siempre, pero quizá lo que da más sentido a quienes somos es la belleza, y también la empatía de saber que todos los que han pasado por este planeta quisieron dejar una pequeña huella de su presencia. Miras las fotos de los que fueron y de los que son y llega un momento en que no diferencias a los unos de los otros. Las caras actuales y las caras ancestrales se acaban confundiendo en la genética del tiempo

CICLOTIMIAS

Las fotografías igualan a los vivos y a los muertos.

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