ArteMisia


Santiago Gil  //

No todo el mundo atraviesa un bosque de la misma manera, ni siquiera un bosque metafórico,  un sendero que a veces se adentra tanto entre las sombras que no queda más remedio que confiar en la magia de las palabras. Pero cuando atraviesas ese camino entre espectros y extraños ruidos, te sientes como quien llega a una ciudad nueva en la que te puede estar esperando el amor de tu vida o ese paisaje que llevas soñando desde que te adentraste más allá de esos árboles que siempre ocultan el bosque lejano. Estos días se ha presentado en Gran Canaria un libro conjunto en el que confluyen siete mujeres atravesando ese bosque inmenso de la vida a través de la poesía y de las imágenes.

Hace unos años, un grupo de creadoras encabezado por Macarena Nieves Cáceres y Eduvigis Hernández puso en marcha un proyecto al que llamaron Rumores de ArteMisia. Poco a poco han ido consolidando un encuentro de poetas y artistas visuales que con el paso del tiempo estoy seguro de que será una referencia a la hora de encontrar qué buscaban muchas artistas cuando recreaban imágenes o cuando trazaban versos para no zozobrar en ningún naufragio.

En esta ocasión la línea temática del proyecto era atravesar el bosque de la mano de las poetas Elena Garbisu, María José Vidal Prado y Yaiza Martínez junto con las imágenes, prodigiosas y sorprendentes, de Karina Beltrán, Magda Medina, Rocío Arévalo y Davinia Jiménez. Todas confluyen en una cuidada edición llena de sugerencias, de pistas necesarias y de senderos tan reales e imaginarios como los que transitamos entre el asfalto y ese cielo que nos mira como si fuéramos animales extraviados en algún lugar del tiempo.

Yaiza Martínez recorre un bosque de imágenes y sugerencias, de “cuando los agujeros negros te hablaron/ del nido infinito”. De ese camino que vamos tanteando cuando a veces oscurece en nuestra alma también escribe María José Vidal Prado, y nos recuerda que vamos “cortando nuestra propia hierba/para poder dar otro paso”. Esa necesaria poda de nuestro camino es lo único que nos permite encontrar alguna felicidad en el horizonte de la mañana siguiente, cuando llegamos a una nueva ciudad rodeada de bosques humanos. Y es Elena Garbisu entonces la que traza lo esencial, la que sabe que el verbo amar es importante, pero que lo es más todavía el verbo caminar y, sobre todo, ese otro verbo que olvidamos porque lo activamos sin darnos cuenta todo el rato: escribe Garbisu que “respirar es un acto de rebeldía”.

Las mujeres se han tenido que rebelar durante siglos para poder respirar y crear en sociedades que quisieron cortar sus alas alejándolas de la cultura y de esa educación que es al final el único asidero, y también la única brújula, que realmente vale para no extraviarnos para siempre entre las sombras de los bosques de la vida.

Ciclotimias

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