El CAAM presenta la exposición ‘Hablando de pájaros y flores’ de Teresa Correa


•  La artista ‘reocupa’ el edificio de la Sala San Antonio Abad que perteneció en el pasado a su familia con este proyecto sobre la arqueología de la imagen que reflexiona sobre conceptos como identidad, tiempo o memoria   

Las Palmas de Gran Canarias, 18 de octubre de 2017. El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) de Las Palmas de Gran Canaria presenta la exposición Hablando de pájaros y flores, de la artista visual Teresa Correa, una de las más destacadas fotógrafas contemporáneas de Canarias. Es un proyecto expositivo producido por el centro de arte del Cabildo de Gran Canaria con la colaboración de El Museo Canario, que podrá visitar en ambos centros del 19 de octubre al 21 de enero de 2018.

Comisariada por la especialista en fotografía Raquel Zenker, la muestra está integrada por una decena de obras, en su mayoría de nueva producción, creadas en fotografía e instalaciones ideadas expresamente para este proyecto, una de las cuales se exhibe en la Sala Verneau de El Museo Canario.

Teresa Correa (Gran Canaria, 1961) es una artista visual con una estética singular por su mirada contemporánea sobre acontecimientos del pasado, y sus prácticas de investigación en torno a la arqueología. En sus obras emplea vestigios humanos, a los que da entidad artística y convierte en piezas con narrativas que cuestionan los preceptos de la ciencia.

En la rueda de prensa de presentación del proyecto, la artista estuvo arropada por el presidente del CAAM y consejero de Cultura de la Institución insular, Carlos Ruiz; el director general de Cultura, Oswaldo Guerra; el director del CAAM, Orlando Britto Jinorio, y la directora de El Museo Canario, Angélica Castellano.

Hablando de pájaros y flores es una propuesta en torno a la fotografía, la arqueología y la antropología. Es una exposición en la que la fotografía analógica y digital cobra protagonismo. Y el espacio expositivo para desplegar este proyecto no podía ser otro que el edificio que alberga la Sala San Antonio Abad del CAAM, elemento clave del proyecto.

Este inmueble, situado en pleno centro del casco histórico de Las Palmas de Gran Canaria, fue propiedad de la bisabuela de la artista, Catalina Gómez Suárez, que lo adquirió en noviembre de 1907. Con los años, la vivienda pasó a manos de sus padres hasta que el Cabildo de Gran Canaria la adquiere en 1984. Quince años después, San Antonio Abad abre sus puertas como sala expositiva, en mayo de 1999, lo que supuso para el CAAM su ampliación como proyecto museístico en el barrio histórico de Vegueta.

La bisnieta de Catalina Gómez regresa pues a este edificio, en su condición de artista visual, 110 años después de que su bisabuela lo adquiera a comienzos del siglo pasado. 

Pasado y presente se dan la mano en este proyecto sobre la arqueología de la imagen que aborda conceptos de identidad, tiempo, memoria y conocimiento. “Si tanto la antropología como la arqueología son los ejes principales que sustentan sus procesos de investigación, será en esta propuesta expositiva, donde sus hallazgos se ubiquen por primera vez arropados en el entorno familiar”, explica la comisaria Raquel Zenker.

El título de la exposición hace alusión a la memoria privada de la artista. En su infancia, ante determinadas conversaciones de mayores en las que se pretendía ocultar algo, se invitaba a las personas que dialogaban a cambiar de tema y a charlar sobre pájaros y flores. “Traer al presente la expresión hablando de pájaros y flores es volver a mi niñez, era la expresión que utilizaban las mujeres de mi casa para cambiar de tema de conversación y así mantenerme al margen. Este ocultamiento, lejos de desalentar mi curiosidad la fomentaba, convirtiéndose en uno de los ejes sobre el que orbita todo mi trabajo artístico”, remarca la autora.

Historia de la fotografía

La antropología y la arqueología representan los ejes del trabajo de la fotógrafa Teresa Correa. Y las diferentes técnicas que se han empleado a lo largo de la historia de la fotografía -desde el siglo XIX hasta la actualidad-, están presentes en la exposición, que reúne desde las imágenes analógicas captadas con haluros de plata hasta piezas multimedia del contexto digital actual.

La artista presenta en esta exposición obras en vitrina, cajas de luz, en fotografías o en instalaciones, como ‘Umbral’ 2017, un túmulo creado con huesos humanos históricos que nos remite metafóricamente al pozo que existió en el edificio. Esta pieza, situada en la planta baja de la sala, dialoga con una obra clave de la producción de Correa, ‘Madre’ 2003, que reproduce en fotografía un cráneo humano de unos 2.000 años de antigüedad, idéntico morfológicamente al de la artista. Es el cráneo 1.383 del archivo de la Colección de El Museo Canario, que marca el ritmo de su trabajo.

“Creo que esta exposición tiene esa poética de servir como pantalla donde nos reflejamos. Las obras son imágenes en las que nos proyectamos todos, nuestra identidad y nuestra memoria”.

Correa selecciona objetos, colecciones, materiales o evidencias arqueológicas en almacenes y museos, donde están desposeídos de cualquier ideología, para sustraerlos del espacio donde se sitúan y también de su idiosincrasia local para recontextualizarlos en un espacio más amplio, heterogéneo y polisémico, que es el que le permite la práctica artística. No mira las obras como restos arqueológicos sino que va más allá, trasciende y cuestiona. “No me interesan las respuestas, me interesa el hecho cuestionar”.

El Museo Canario

Una de las obras de la exposición se exhibe en El Museo Canario, ‘La caja de luz’ 2017, una pieza creada con radiografías del cuerpo de la artista y del cráneo que Correa denomina Madre, procedente de la colección de cráneos aborígenes de esta institución cultural de la capital grancanaria. “Después de comprender el carácter fragmentario de la memoria y que los saltos en el tiempo también son imágenes susceptibles de crear otras imágenes, cráneo y cuerpo conjuntamente fueron sometidos al escrutinio del ojo de la ciencia con el propósito de trascender los límites establecidos e ir más allá creando un nuevo espacio para la corporeidad tan frágil y fragmentario como la memoria”, explica la artista.

Este proyecto expositivo lo recupera Correa con el mismo ánimo que tenía su bisabuela Catalina, que “era una gran anfitriona”. Dice la artista que le gustaría que “cuando la gente venga a visitar mi casa, quiero recibirles con el mismo espíritu abierto y cordial de mi bisabuela, y que la gente note que al pasar el umbral de la casa, que el tiempo se detiene. Mi intención es que el público viva una experiencia de sentir el tiempo”, concluye la artista.  

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