El Club del Cómic de la Biblioteca Insular analiza ‘Barrio lejano’, de Jiro Taniguchi, ‘el poeta del manga’


·        El día 8 de junio, a las 18.00 horas, se comenta este álbum contemplado como una parábola sobre la aceptación y el crecimiento

 Las Palmas de Gran Canaria, 6 de junio de 2018.- El Club de Lectura del Cómic Las Ranas de la Biblioteca Insular (calle Remedios, 7) que coordina Luciano Díaz, abordará el día 8 de junio, en su nuevo encuentro previsto a las 18.00 horas, los valores del título ‘Barrio lejano’, del autor japonés fallecido el pasado año a los 69 años, Jiro Taniguchi, principal divulgador del manga fuera de su país y un autor que logró dotar a sus tebeos de una poesía de la vida cotidiana que cautivó a millones de lectores en todo el mundo.

El más influyente y leído de los autores nipones en Occidente, posee una obra inmensa y muy variada. ‘Barrio lejano’ es una de las entregas más populares de Taniguchi junto a ‘El gourmet solitario’, ‘El rastreador’, ‘El almanaque de mi padre’, ‘El caminante’ o ‘Los años dulces’. Ninguna obra resume su estilo de una manera tan precisa como ‘Barrio lejano’, que Ponent Mon reeditó recientemente (junto a Astiberri es la editorial española en la que se encuentran la mayoría de sus tebeos). Autodidacta, el dibujante japonés se caracterizó por abordar un gran número de géneros en sus libros, marcados por un especial énfasis lírico, lo que hizo que se le conociese en algunos círculos como «el poeta del manga».

En Francia el éxito de este cómic fue tan contundente que se realizó una versión cinematográfica y una obra de teatro. Relata la historia de un hombre que se confunde de tren, en un acto fallido que le lleva a la ciudad de su infancia. Decide, ya que está allí, acercarse al cementerio donde reposa su madre. Se queda dormido y, cuando despierta, ha regresado a su adolescencia, aunque conserva todos los recuerdos de un adulto. ¿Conseguirá cambiar lo que entonces salió mal?

El tebeo es a la vez una reflexión sobre los recuerdos y los remordimientos, un cómic fantástico —puesto que implica un viaje en el tiempo— sin fantasía y una magnífica recreación de Japón en dos épocas diferentes, cuidada hasta los más mínimos detalles. Es una de esas raras obras maestras a la que se puede volver y una otra vez. Sus mangas ofrecen un viaje temporal similar: sin quererlo, nos enfrentan con nuestros propios recuerdos, gracias a la profunda empatía que emanan.

El Festival del Cómic de Angulema, que le rindió un homenaje en 2015, definió a Jiro Taniguchi como «el más transversal y ecuménico» de los dibujantes japoneses por su capacidad para unir diferentes tradiciones de tebeo sin abandonar nunca el manga”. Dibujante minucioso que nunca utilizó ordenador, el humanismo que marcó su trabajo resultaba muy familiar a sus lectores. Sus protagonistas tratan de adaptarse a un mundo que cambia demasiado rápido y también a los profundos e implacables códigos sociales japoneses. De alguna manera sus historias reflejan una mirada certera sobre las cosas importantes de la vida.

Taniguchi aprendió el oficio junto a Kazuo Kamimura, gracias a quien entró en contacto con el cómic occidental, del que adoptaría la riqueza de los decorados y la multiplicidad de informaciones en cada viñeta. De la estética clásica del manga, guardaría sobre todo la prioridad que se le da al movimiento. El ritmo de su narración, su trazo realista y puro, su economía de medios, su énfasis sin caricaturas permitieron que muchos lectores occidentales superasen los prejuicios sobre el manga.

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