El Gobierno incorpora la realidad virtual en el Casa de El Capitán y la Cueva de Uchova de San Miguel de Abona


Patrimonio Cultural financiará estos dos proyectos museísticos para mejorar la experiencia de la visita de una forma viva, dinámica e innovadora

 

Patrimonio Cultural actualizará el discurso museístico de la Casa de El Capitán y la Cueva de Uchova de San Miguel de Abona, gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías, encaminadas a la difusión de los valores arqueológicos, históricos y etnográficos de una forma novedosa. Ambas propuestas permitirán mejorar la experiencia de la visita gracias a la realidad virtual.

Se trata de los compromisos adquiridos por el director general del área, Miguel Ángel Clavijo, en su reciente reunión con el alcalde de San Miguel de Abona, Arturo González. Ambos coincidieron en señalar la importancia y el trabajo desarrollado durante años en la conservación de los valores patrimoniales de la comarca. «San Miguel constituye un importante ejemplo de conservación, arquitectura y valor ambiental rural, realizado acciones para la conservación y difusión de su rico y variado patrimonio, siendo un referente en la gestión de estos recursos en el sur de Tenerife», sostuvo el director general

La Casa de El Capitán en San Miguel de Abona fue rehabilitada tras el incendio que sufrió en los años setenta y transformada en museo, ofreciendo en diversas salas exposiciones permanentes sobre alfarería tradicional, historia del municipio, así como la cantería, y otros aspectos etnográficos, contando también con una biblioteca de cuyas paredes cuelgan diversos paneles en los que se explica la historia de la Casa. Otra de las salas, está dedicada a exposiciones temporales, aunque sin duda uno de los grandes tesoros que guarda el museo es su colección de alfarería, que poco a poco va aumentando con la adquisición de nuevas piezas originales, a través del proyecto de investigación que llevan a cabo de forma permanente.

Proyecto de mejoras Casa de El Capitán

La intervención que se plantea realizar en esta propuesta se basa en la subdivisión de una de sus salas para la instalación de unos módulos interactivos que llevan aparejado obras de instalación, como la división de la sala multiusos, para generar un nuevo espacio en el museo, en el que se instalará la sala inmersiva y el visionado en 3D de las piezas principales de su colección. En este sentido, el usuario se sentirá sumergido dentro del mundo virtual que está explorando, al aportar una profundidad y cercanía difícil de igualar.

Realidad virtual para Uchova

Durante décadas este yacimiento ha estado olvidado y sin poder difundir su historia y el potencial cultural que contiene. El proyecto plantea de una forma viva, dinámica e innovadora, adentrarse en la cueva y ver los restos tal y como los pudieron ver sus descubridores, al recrear el espacio en 360º, a través de las gafas de realidad virtual. «Conseguimos presentar la historia de una forma totalmente nueva, distinta y, sobre todo, memorable», explica Miguel Ángel Clavijo, subrayando que es muy importante el «carácter pedagógico del proyecto». «Buscamos no solo el efectismo sino también la rigurosidad de la información». Esta herramienta servirá como reclamo para el público, fomentando la «difusión del patrimonio cultural».

Cabe recordar, que en 1933, en la parte alta de municipio, se descubre un cementerio guanche en la conocida como Cueva de Uchova. Albergaba en su interior alrededor 55 cuerpos, además de varios utensilios domésticos. Los informes de la época describen la colocación de los cadáveres, que descansaban sobre troncos de sabina situados sobre piedras de grandes dimensiones a los que se habían apoyado unos palos y, sobre estos, numerosos cadáveres superpuestos. Sólo se advierten restos de momificación en seis cuerpos, en las manos con las uñas intactas y uno con el pie entero.

Según el estudio hecho por Luis Diego Cuscoy, primer director del Museo Arqueológico de Tenerife, entre los materiales hallados figuran noventa cuentas de collar de forma anular, una cabeza de punzón de hueso, restos de pieles en algunos puntos de la cueva, hachones de tea, además de un gánigo de barro cocido hallado en una oquedad del techo de la cueva. A juicio de Cuscoy, estas cuevas no contienen restos de ocupación humana por lo que se concluye que correspondió a una población dispersa y trashumante. El estudio de esta necrópolis revela las particularidades de los ritos funerarios que se desconocían hasta entonces, como lo fue la colocación de los cadáveres (superpuestos, yuxtapuestos) y los diferentes acondicionamientos de sus lechos.

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