El impulso turístico al folclore canario


Míchel Jorge Millares

Me invitaron a participar en el programa Tenderete, coincidiendo con el 55 aniversario del inicio de las emisiones de Televisión Española en Canarias un 12 de febrero de 1964. El primer gran cambio tecnológico de mi vida que recuerdo como un acontecimiento especial, porque aquella noche el salón de mi casa se llenó con la curiosidad del vecindario para poder ver unos dibujos animados, un telediario, un partido de fútbol y una película. Todo ello emitido el día anterior en la Península, pero aquí lo hacían ‘en diferido’, porque los medios tecnológicos todavía no estaban a la altura de las necesidades de un territorio ultraperiférico y tenían que mandar vía aérea las cintas. En 1971 sería cuando se produciría la creación del Centro de Producción y estudios en el edificio de la Plazoleta de Milton y hoy están en la Feria en unas instalaciones más adecuadas, aunque el nuevo panorama de los medios de comunicación y los vaivenes de la política han dejado huérfanos a los medios públicos de comunicación.

De aquella etapa de los setenta vienen programas como Tenderete, el más longevo detrás del Telecanarias de la televisión en las islas y en el que, por primera vez, me han entrevistado para hablar de turismo y folclore. Una relación que une el turismo en la isla desde sus orígenes. Hablo del turismo de salud que despuntó a finales del siglo XIX y que incorpora a su oferta la primera ruta turística en torno a 1900, denominada ‘La vuelta al mundo. Un tour que partía de Las Palmas (entonces no había polémica con lo ‘de Gran Canaria’) para subir por Marzagán y su angosto recorrido de vegetación, llegando al volcán y cráter de Bandama, visita a La Atalaya y su hábitat troglodita de laboriosas loceras (la llegada de Panchito sería el primer caso de incorporación de un varón a una actividad hasta entonces propia de mujeres), para acudir después a los viñedos del Monte, con parada en la bodega de San Juan del Mocanal, donde reconocí en unas fotos antiguas la ruta de La vuelta al mundo y en las que aparece una rondalla acompañando a los visitantes en lo que sería el primer testimonio de la relación entre las dos actividades: el folclore y el turismo y es que el ‘canary wine’ es capaz de unir a personas de diferentes lenguas y culturas.

Los avatares de la pólítica y la guerra frenaron el auge turístico de salud que se desarrolló entre finales del XIX y comienzos del XX, actividad que se dispuso a recuperar otra gran figura del arte y que se convertiría en el visionario del turismo en la isla, Néstor Martín Fernández de la Torre, quien diseñó (inventó) un ‘traje típico’ para el turismo y puso su énfasis en la necesidad de recuperar las tradiciones originales (o recrearlas) para el turismo que preveía que volvería a la isla, para lo que también elaboró y puso en marcha los proyectos del Pueblo Canario, el Parador de Tejeda o la Casa del Turismo, así como otros proyectos que quedaron sin materializar. Néstor, con el apoyo de las entidades ciudadanas, impulsó una gran fiesta del tipismo el 31 de diciembre de 1934. Un evento que desbordó las previsiones y llenó el Teatro Pérez Galdós por lo que se tuvieron que improvisar ventorrillos y espacios en su entorno (en aquel entonces ubicado junto al mar). El éxito fue tal que consolidaría su diseño de ‘traje típico’ como un nuevo referente cultural para la sociedad isleña, especialmente entre la burguesía, pero tendría también un gran logro: atraer el interés de la población por el folclore: «Preferiría, pues que se derivara a otro orden de arte, más inmediato y seguro, al cultivo del arte popular, tan en armonía con los puntos de vista del turismo. Las rondallas y las escuelas de canto, en primer término, en el historial de nuestras dejaciones hay que anotar con melancolía el olvido de nuestros cantos populares, con la literatura que le es propia. He oído aires populares con letra y estribillo importados. No se puede llegar a mayor abandono»(‘Habla Néstor‘ 1938).

La fiesta de fin de año tuvo su impacto fuera de la isla, especialmente en Lanzarote que, con el tiempo, desarrollaría un proceso inspirado en Gran Canaria. En marzo de 1935 el Casino de Arrecife celebró en sus salones «una fiesta de resurgimiento del tipismo en esta isla«, ataviados con el ‘traje característico de Lanzarote’ (Revista Blanco y Negro. Foto Morales), en cuyo grupo podríamos ver a un César Manrique con 16 años siguiendo los pasos de su gran inspiración: Néstor Martín-Fernández de la Torre.

Pero no olvidemos que en una fotografía de participantes en la velada del Pérez Galdós, podemos encontrar junto a Néstor Martín-Fernández de la Torre a Pancho Guerra el escritor que creó el prototipo del socarrón isleño: Pepe Monagas, fruto de aquellas deliciosas ‘Canariadas de antaño’ y el diario de Domingo J. Navarro (‘Recuerdos de un noventón’). Investigó el habla canaria, siguiendo los pasos de los hermanos Millares Cubas y, además, compuso potentes piezas folclóricas demostrando que el tipismo de Néstor hundía sus raíces en la recuperación de lo canario. Tenemos también en la imagen a Fray Lesco (Domingo Doreste), precursor de la centenaria Escuela Luján Pérez que tanto aportaría a la imagen turística y a valorar nuestro partrimonio histórico y natural. El mismo Fray Lesco acuñaría los lemas turísticos más longevos de la isla: Continente en miniatura y Dedo de DiosJuan del Río Ayala es otro de los personajes de la foto, con su ingente actividad periodística para divulgar las tradiciones, los monumentos, la flora, la fauna, la arqueología y el folclore. Un ‘canariólogo’ que junto a otros despertaría el interés por lo auténtico de nuestra isla.

Y no podía faltar en esta cita folclórica uno de nuestros grandes compositores, Néstor Álamo, cuya obra musical es himno de la isla, que también recuperó nuestra historia literaria con una de las mujeres escritoras más irreverentes y sorprendentes de nuestra literatura satírica y escatológica, La perejila. También fue comisionado por el presidente del Cabildo Insular, Matías Vega Guerra, para crear el lugar más demandado por los turistas: la Casa de Colón, y para poner orden y estética a la Romería del Pino, para lo cual utilizó el tapiz ideado por Néstor Martín-Fernández titulado ‘El cortejo de la tradición. La boda en Teror’.

Y ya que hablamos de folclore, volvemos a otro gran compositor, José María Millares Sall, con su Campanas de Vegueta y la primera canción que habla de turistas, de inglesas soñadoras, con un tema que tenía que referirse al Monte de los orígenes parranderos, titulado De Belingo. Ése mismo Monte donde se reunían jóvenes de la burguesía en las casonas y bodegas para sus tenderetes y que dieron lugar a la creación de Los Gofiones, a iniciativa de su primer director, Totoyo Millares Sall, quien reuniría a su peculiar grupo en el Jardín Canario para presentar su proyecto, una forma de revivir aquellos grupos que acompañaban a los turistas en las bodegas de Tafira. Un grupo que rompería con el corsé del folclorismo que se instauró tras la guerra con los Coros y Danzas de la Sección Femenina. Afortunadamente, esta etapa se superaría para dar paso a la recuperación de un folclore vivo, alimentado de las raíces populares y de la creatividad de una sociedad que lleva la sensibilidad musical en su ADN, como demuestra el éxito mundial de Tenderete y la gran cantidad -y en muchos casos- calidad de grupos folclóricos en las islas.

En definitiva. ¿Es posible que el folclore canario hubiera tenido el desarrollo y éxito internacional sin la vinculación al turismo? ¿Por qué las empresas turísticas han eliminado de los espectáculos en sus establecimientos al folclore canario?


Fiesta del tipismo 31/12/1934. Teatro Pérez Galdós.

Fiesta del tipismo Marzo 1935. Arrecife.
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