El MiniTEA inaugura su nuevo programa en torno a una obra de Óscar Domínguez, El frutero come frutas


Este espacio, creado para fomentar la imaginación y la creatividad de los más pequeños, es de entrada libre y está abierto de martes a domingo de 10:00 a 20:00 horas

TEA Tenerife Espacio de las Artes ofrece desde hoy [viernes 24], a partir de las 16:00 horas, una nueva programación en el espacio MiniTEA, un lugar que el Departamento de Educación de este centro de arte contemporáneo del Cabildo ha diseñado y preparado para que los niños con edades entre los 5 y los 11 años puedan desarrollar actividades de creación plástica en su tiempo de ocio. Se trata de una acción más de la estrategia Tenerife 2030 con la que el Cabildo pretende capacitar a los más pequeños para que estén preparados a la hora de afrontar los retos del futuro. En esta ocasión, las actividades están relacionadas con la obra El frutero come frutas, de Óscar Domínguez. Este trabajo, realizado por el pintor tinerfeño en 1949, será el que protagonice este espacio durante los próximos dos meses.

Partiendo de esta obra de Domínguez, un óleo sobre lienzo que pertenece a la Colección de TEA, los niños que se acerquen al MiniTEA pueden desarrollar diferentes actividades y dar rienda suelta a su imaginación, trabajar la creatividad y experimentar con técnicas diversas. La entrada a este espacio, abierto de martes a domingo de 10:00 a 20:00 horas, es gratuita. La pieza original se expone actualmente en TEA dentro de la exposición Óscar Domínguez en Checoslovaquia.

MiniTEA es un rincón para la creatividad al que acudir a disfrutar y pasar un rato relacionándose con el arte. En él se pueden encontrar materiales y propuestas diversas para orientar a los niños, que pueden trabajar solos o con la colaboración de sus padres (pero siempre bajo su supervisión). Estas actividades se cambian periódicamente y siempre están relacionadas con una obra de arte.

El frutero come frutas es el título de una serie de pinturas sobre las que Domínguez vuelve una y otra vez a finales de los años cuarenta. Se trata de un motivo que alude a su obsesión por dotar de vida propia a los objetos, en una suerte de danza lúdica en la que todo pierde su función esperada y racional. La metamorfosis que transforma cada cosa en otra no es más que una de las manifestaciones posibles de la libertad y la rebelión. El frutero deja de ser un mero recipiente y se come la fruta, al tiempo que provoca la alucinación de una imagen doble, pues sus contornos dibujan el rostro de un personaje. Los objetos adquieren vida propia, y gracias al juego y al humor se liberan de las amarras que la realidad les impone.

Esta obra, que Óscar Domínguez realizó en 1949, es una de las primeras de una nueva etapa pictórica conocida como la del triple trazo, con la que el artista canario dejó atrás la influencia que durante unos años ejerció sobre él otro español en el exilio, Pablo Picasso. En lo personal es una época feliz para Domínguez, que comienza a frecuentar los ambientes de la alta sociedad parisina, lo que se traduce pictóricamente en unas imágenes serenas, elegantes y aparentemente intrascendentes, muy a tono con el entorno burgués que acoge al pintor canario con los brazos abiertos.

Óscar Domínguez (Tenerife, 1906-París, 1957) ha pasado a la historia del arte moderno como uno de los pintores españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, siguiendo a Picasso, Gris, Miró y Dalí. Si bien su infancia transcurre entre La Laguna y Tacoronte, a partir de 1927 combina su residencia en París con varios viajes a Tenerife, hasta que, ya a partir de 1936, la capital francesa se convierte en su hogar definitivo hasta su muerte, un 31 de diciembre de 1957.

Desde finales de los años veinte, Domínguez entró en contacto con la vanguardia parisina, estrechando lazos con el grupo surrealista y artistas como André Breton, Paul Eulard, Man Ray o Yves Tanguy, pasan a estar entre su círculo de amistades. En 1933 realizó su primera exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife. Óscar Domínguez crea la técnica de la Decalcomanía y alcanza fama internacional. A principios de los cuarenta rompe su relación con Bretón, para conectar con Chirico en la que se denomina su etapa metafísica y luego trata con Picasso quien le influirá de por vida en su temática y formas artísticas, para concluir en su llamado periodo esquemático.

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