Entrevista con Nino Díaz, coordinador del Festival de Música de Canarias


Reproducimos la entrevista realizada por Luisa del Rosario a Nino Díaz, coordinador del Festival Internacional de Música de Canarias, publicada en el Canarias7 del día 30 de julio de 2016.

— De repente cesan a Candelaria Rodríguez y aparece usted al frente del Festival…

— No de repente. Pasaron muchísimas cosas.

— Pero decían que todo iba muy bien y prescinden de Rodríguez para ponerlo a usted sin concurso.

— Con el cese de Candelaria Rodríguez no tuve nada que ver. Fue una decisión política. La idea es que era necesario repensar el Festival. El Festival socialmente en 32 años no ha llegado a echar raíces. Se ha centrado mucho en las dos capitales y estaba manteniéndose de los abonados. Desde el punto de vista político es difícil de justificar algo así. Aunque el presupuesto de Cultura, en general, ha disminuido, el Festival sigue siendo la apuesta más importante del Gobierno canario. Y también se veía la necesidad de que este Festival llegara a un mayor número de ciudadanos, que es lo que hemos intentado aunque el nuevo modelo de Festival no es esto [el programa de 2017]. Aquí hemos partido de muchas propuestas artísticas que tenía comprometidas Candelaria Rodríguez, pero en el pequeño margen que había se ha intentado escenificar algunas de las cosas de ese nuevo modelo. Yo solo voy a coordinar esta transición. Cuando se defina el modelo de Festival se sacará a concurso la plaza del nuevo director o directora.

— ¿Cree que el Festival no ha arraigado?

– Eso es una realidad. Los datos están ahí. Los abonados han ido disminuyendo. Ahora mismo hay unos 1.100. También han ido cayendo los ingresos por ventas. El Festival se ha centrado casi exclusivamente en los abonados, que han sido los protagonistas,  pero se han ido haciendo mayores y no se han destinado recursos a intentar acercarse a otros públicos, que es en lo que hemos priorizado en la programación de 2017 que algunos, por cierto,  han intentado caricaturizar.

— Sin un gran presupuesto se acabaron las «grandes estrellas».  ¿Alejará eso a los abonados?

–No lo sabemos. Hay pocos estudios sobre los gustos del público en Canarias. Lo que sabemos es que los abonados se hacen mayores y los jóvenes no se abonan.

— Eso pasa en todos los ámbitos.

–Sí. Es un mal de la música clásica,  de la alta cultura en general, tanto aquí, como en España y en Europa. La cultura y la educación se han abandonado bastante. Aún así, pienso que es más grave la situación de la educación, pero la cultura no se puede abandonar. El presupuesto de cultura en Canarias es muy pequeño, son 12 millones de euros, y hay que intentar aumentarlo. Si comparamos Canarias con Euskadi, que es más o menos la misma población, nos llevan 135 millones de ventaja. Ya sabemos que Canarias es una comunidad muy mal financiada y la cultura no ha sido prioritaria. Pero ahora el Gobierno tiene interés en que el Festival se renueve, que se modernice, que se adapte al siglo XXI y a la sociedad canaria, que es muy asimétrica, plural y variada. El Festival tiene que llegar a todos, a las islas no capitalinas y a los pueblos. El presupuesto es de todos los canarios y el Gobierno debe optimizarlo y repartirlo con equidad.

— Pero hasta ahora se vendía el Festival como una forma de «poner a Canarias en el mapa».

–El Festival, cuando nació, ya partió de un error de diseño porque se pretendía crear el Festival de Salzburgo en Canarias. Salzburgo no se puede exportar, su valor no es solo musical, es la ciudad en la que nació Mozart. Los mitómanos van por Mozart…. ¿Cómo vamos a traer eso aquí? Además,  tienen mucho más presupuesto. Nuestro Festival, ya que está, hay que intentar reconducirlo, hacerlo diferente, moderno, que llegue a toda la población, incluso a quienes nunca han venido, que encuentren algo en el programa. El Festival giraba en torno 200 o 300 años de música, había épocas vetadas,  ahora habrá música desde el siglo XVI hasta nuestros días. Los artistas canarios deben tener una representación. El Festival debe ser un escaparate para ellos, porque es una obligación de una institución pública apoyar a los artistas y creadores locales. En otros sitios eso no se pone en duda, aquí sí, incluso con un poco de burla. Es una pena que no tengamos apellidos alemanes, porque nos ayudaría bastante [risas].

—¿Es cierto que mantuvo una reunión, al poco de tomar posesión, con las fuerzas vivas musicales de la ciudad?

–Fui a una comida a la que me invitaron porque, desde el principio, mi idea era hacer partícipes al mayor número de profesionales de este nuevo proyecto.

— Pero esas personas no eran profesionales del sector…

–Asistí porque quería hablar con el mayor número de personas posibles, explicar qué íbamos a hacer… He estado reunido también con distintas asociaciones profesionales, con el equipo directivo del Conservatorio Superior. Esa reunión fue el bautizo, pero no ha sido la única. Hemos mantenido muchas charlas y continuaremos hablando con todos los que quieran hacer propuestas constructivas.

— ¿Quién pago la comida?

–Creo que todos.

— ¿Ese todos se refiere al dinero público?

–No [risas]. Fue aportación de los comensales. Fui, hablamos, dije que si tenían propuestas que pudieran sumarse al proyecto las escucharía … Pero también dije que no vamos a aceptar chantajes ni imposiciones.

— Antes de presentar el programa de 2017 públicamente se reunió con la comisión asesora. ¿Quiénes la forman?

__ El director del Festival, el presidente de la Fofgc, aunque fue su gerente, Juan Mendoza, el presidente del Patronato de Música de Tenerife, José Luis Rivero, el presidente de la Sociedad Filarmónica, Piluca Roca, y cinco vocales de libre designación, que son Rosario Álvarez (musicóloga), Javier Martín Carvajal, José Miguel Mederos (profesor), José Savater Fons (empresario), Alejandra San Juan Hernández (profesora de la ULPGC), José Miguel González (ingeniero de montes) y Jerónimo Saavedra (diputado del Común y melómano)

— Dicen que la reunión fue bastante bronca.

–Solo dos personas protestaron porque no les gustó la programación.

— ¿Van a replantear la composición de este consejo asesor?

–Sí. La consejera, antes de esta reunión, ya tenía una propuesta para renovar a los vocales, porque se pretende elaborar un consejo de profesionales donde estén también instituciones y asociaciones profesionales, no solo del sector cultural sino del educativo, como el Conservatorio Superior…

— ¿Con cuánto dinero ha programado el próximo Festival?

–La programación parte de 1,3 millones de euros más la previsión de la venta de entradas. Nosotros nos hemos puesto en el peor escenario y hemos programado exactamente con 1,8 millones de euros. Podríamos haber llegado a 1,9,  pero hemos preferido ser cautos. Ese es el menor presupuesto de toda la historia del Festival, donde solo ha habido un año en el que han quedado cuadrados gastos e ingresos, en 2014, con Candelaria Rodríguez.

— ¿Sabe ya con quién contrata más el Festival? La transparencia no reina en las contrataciones.

–Tendremos esa información pronto, porque estamos analizando todos los contratos de los últimos 10 años para saber qué agentes han intervenido, cuántos son y cuánto han cobrado. Ese será un dato revelador de lo que ha pasado. También estamos analizando todos los precios para poder desarrollar una política más ajustada a la realidad. Ahora mismo son los más caros de España. Pagar 80 euros en los auditorios capitalinos nos parece demasiado. Hemos mirado en otros festivales parecidos y estamos un poco por encima de los precios máximos. Lo estamos analizando, porque sabemos que una capa de la sociedad no podrá acceder con esos precios.

— ¿La prueba de fuego será el número de abonados que logren en 2017?

–No lo creo en absoluto. Me gustaría aclarar que los abonos son simplemente un método de financiación y de fidelización. Hay que intentar cuidar a los abonados actuales y que no se vaya ni uno solo, pero no van a ser el centro del Festival. Los abonados pueden representar una mínima parte de los públicos que vengan. Eso no quiere decir que queramos prescindir de ellos, pero no se puede programar pensando solo en los abonados. Deben tener su espacio, pero igual que otros públicos.

—¿Cree que hay otros públicos para el Festival?

– No lo creo, los hay. Solo tenemos que innovar en la forma de comunicar y llegaremos a ellos. Incluso hay que atraer a públicos que ni siquiera han pensado en venir al Festival. Habrá música para todos los gustos y sensibilidades.

— ¿Y aquello del atractivo para los turistas dónde lo deja?

– No hay datos sobre eso. Pero suponiendo que vinieran 50 turistas ¿realmente una comunidad  (nicho de mercado) que tuvo 13 millones de visitantes el año pasado necesita que vengan 50 más? Lo que necesitamos es que los que estén aquí el próximo mes de enero se acerquen al Festival. Y, en todo caso, nosotros creemos que la población canaria es la prioritaria ya que no es un evento turístico, sino cultural.

— Pero hemos ido hasta a la ITB promocionando el Festival…

–Siempre he creído que eso es  un error y un gasto innecesario. Como acabo de decir, en enero hay turistas suficientes para llenar todos los auditorios, pero hay que hacer que se enteren y ofrecerles una oferta diferente a la que tienen en sus países de origen. En Berlín, por ejemplo,  hay siete orquestas sinfónicas. Ofrecerles lo mismo no es un atractivo para el turismo alemán o el inglés. Creemos que tenemos que adquirir una identidad propia. Nosotros podemos ser esa puerta a la música de América. Tal vez eso nos aporte un aspecto propio como Festival, algo que ningún otro festival europeo hace.

— Con esas ideas no es de extrañar que algunos tiemblen…

–Lo que no podemos es gastar recursos en hacer Salzburgo en Canarias.  Lo que hemos intentado es sumar y tender la mano a otros públicos. Con el presupuesto actual no podemos traer una orquesta de medio millón de euros. Creemos que eso es un disparate.

— ¿Se refiere por ejemplo a la  Orquesta del Teatro Mariinsky?

– Esa es una historia muy larga. Es un problema que estaba enquistado desde hace mucho. Candelaria [Rodríguez] no la quería y tuvo problemas. Ella quería traer a la de Chicago. Cuando llegué yo, algunos me sugirieron que asumiera ese compromiso, porque la Mariinsky estaría  de gira por España, pero eso suponía quitar 15 conciertos. Algunos han dicho que no la quiero porque es una venganza mía personal, porque Valery Gergiev [su director] dijo, cuando estrenó una obra mía, que era una mierda. Yo eso no lo sé. A mí nunca me lo dijo. Lo que sí puedo decir es que la tocaron sin haberla ni mirado, aunque quizás el Festival nunca le tenía que haber dado una obra de estreno a esa orquesta.

— ¿No es entonces por rencillas?

– Para nada. Que en ese momento no di saltos de alegría, es cierto. Pero de eso a que me estoy vengando… Por favor. Si hemos valorado que no entraba es porque con la programación que ya había si contratábamos a la Mariinsky no se hubiera podido hacer nada más.

— ¿Estamos pagando más a los artistas?

–Yo creo que sí. Este es un tema delicado, pero en este tiempo al frente del Festival  hemos recopilado información de cuánto se paga en otros festivales y creo que estamos pagando bastante más del doble y en algunos casos el triple a través de las agencias. El que paga tiene que poner topes y aquí no había límites. La media en Europa, entre profesionales de primer nivel, está entre los 6.000 y 20.000 euros por concierto. Aquí se está pagando más de eso.

—¿Se presentará al concurso cuando acabe esta transición?

–Para mí, asumir esto ha sido un reto ilusionante. Mi relación de amor odio con el Festival lleva muchos años. Nunca acababa de ver claro el rumbo del Festival. Ya se veía que se estaba desmoronando y se seguía sin reaccionar, se tenía que haber actuado antes, pero ahora es un buen momento. Cuando acabe de conducir esta transición no me quedaré, se hará un concurso de alta dirección, al que yo no me presentaré, y ganará el mejor profesional, con el mejor proyecto.

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