Influenciadores en la nube


Michel Jorge Millares //

No es una novedad que se invite a periodistas, blogueros o famosos para promocionar algo. Es una forma de dar a conocer productos o servicios, siempre que se respeten los roles. No por invitarte acudir a un lugar, dejas de ser tú, tener tu responsabilidad, tu credibilidad… Pero con internet y las redes sociales está todo revuelto. Incluso las empresas y las grandes corporaciones andan despistadas -o muy atentas- y apuestan por los influyentes (‘influencers’, en anglopijo). Todo sea por el negocio… De ahí que se fijen en el número y perfil de ‘seguidores’ y la posible influencia que puedan tener un creciente número de personas escaparate. Lo mismo que en la televisión, la radio o el periódico, pero a través de la red. ¿Es más barato y efectivo un ‘influyente’ en las redes que un ‘famoso’ que ya tiene agente y lista de precios por apariciones o cameos? Es otro mercado más y muy dinámico.

Y tanto y tan rápido que ha crecido como los influyentes. Incluso se ofrecen Master y cursos a precio de titulación en nanotecnología. Pero claro, también un futbolista ‘galáctico’ cuenta por cientos de millones las patadas que da a una bola de cuero: los astros de la publicidad. Y habrá quien piense ¡Qué bien! Me saco el título y a vivir. Algo similar a los cursos de ‘comunity manager’ (gestor de redes sociales o ‘negro’, para entendernos) que prometían un empleo de lujo y vida VIP, pero…

Entre los neo-influenciadores, podemos encontrar cosas sorprendentes y personajes de chirigota que han provocado la reacción de algunos empresarios y profesionales ante las peticiones (exigencias o cara dura) de alojarse o comer gratis porque tienen miles de contactos en Instagram, Pinterest, Facebook, Twitter o en su blog. Se consideran críticos o jueces dignos de repartir estrellas Michelín, los Oscar/Goya de hoteles y restaurantes. Pero a cambio, este tipo de ‘influenciadores’, ofrece inundar de ‘hastag’ sus comentarios, colocar por delante la marca antes de su opinión y la crítica depende de que les inviten, regalen o -incluso- les paguen por publicitar en sus muros y cuentas PERSONALES. Cuentas escaparate de su osadía, ingenuidad o cara dura.

Recuerdo cada viaje que hice trabajando para el periódico La Provincia: unos como enviado y otro en grupos de toda España para presentaciones de coche, comprobar el funcionamiento de centrales térmicas, cuando las compañías aéreas privadas exigían el fin del monopolio, conocer el funcionamiento de las instituciones comunitarias, debatir sobre prensa y ecología, toxicomanías y sociedad… Eran viajes pagados por organismos, instituciones y empresas, pero a los que iba a trabajar como periodista. Algunos medios que lideraban el mercado periodístico nacional rehusaban el pago de del pasaje y la estancia. Para un medio de provincia era una oportunidad y en nuestro caso les resultaba más caro que publicar una página completa de publicidad.

¿Y qué tengo yo contra los ‘influenciadores’? En realidad, nada. Francamente, me marean sus publicaciones con tanto signo, arrobas para que llegue al máximo de gente para ver si suena la campana y se convierten en ‘trending topic’ (la palabra más publicada en Twitter). Incluso se montan el Día Internacional del ‘Influenciador’. Un negocio obsesionado por las cifras. Y cada vez mas alejados de la aldea global y de la idea de los prosumidores activos y críticos. Probablemente estos neo influenciadores sean agentes de la ‘posverdad’, o la comunicación líquida (o gaseosa, y no por escatológica, o sí) sin entender los fundamentos de la comunicación y su papel como eje de la comunidad, que tantos héroes anónimos y conocidos lucharon por convertir en un derecho civil incorporado a la Carta de los Derechos Humanos y las constituciones más avanzadas.

Hoy día, en el mundo del turismo la opinión de los clientes es muy importante e internet lo facilita al momento y permite cuantificarlo. De hecho, páginas como Booking o Tripadvisor marcan el prestigio de restaurantes, hoteles y otros servicios. Una posición de influencia cierta que se traslada al smartphone cuando estás en una calle buscando un lugar donde comer o alojarte y en esa aplicación de aparece con puntuaciones y valoraciones de otros usuarios. Aunque hasta esas multinacionales y monstruos algorrítmicos pueden ser engañados. Como el restaurante que se hizo famoso y más valorado sin existir. Todo un éxito… Incluso los organismos públicos se lanzan a invitar a ‘influenciadores’ y Canarias no iba a ser menos. Con una campaña pretende promocionar por esta vía una imagen de referencias exclusivas para sibaritas.

Esto se produce en un momento en el que se denuncia una guerra global y local… O muchas batallas que se libran en las redes basadas en mentiras y apelando a los sentimientos, tantas como aquellos posts que se publican y que pueden dar lugar a un efecto mariposa global y viral. Y para eso, nada mejor que leer desde una perspectiva crítica y exigente, por lo que si quieres seguir consejos procura que sean de alguien que no vaya de colgadera porque tenga un número de seguidores. Espero que esta idea les haya influenciado, aunque parezca contradictorio…

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