Juan Luis Alzola expone en el Cabrera Pinto ‘Difuso-Patidifuso’


Las salas ‘Cabrera Pinto’ en La Laguna, dependientes del área de Cultura del Gobierno, abrirán sus puertas al trabajo reciente de Juan Luis Alzola (Las Palmas de Gran Canaria, 1948), obras reunidas bajo el título ‘Difuso Patidifuso’ que se  podrán contemplar desde el viernes 22, a las 20:30 horas, al 26 de marzo. Indagar en la obra de Alzola supone un ejercicio de curiosidad y paciencia. De curiosidad ante el espectáculo de las animaciones de su pintura, y de paciencia por el hecho de descubrir las diversas articulaciones en el intrincado puzle de sus formulaciones.

Los inicios de Juan Luis Alzola (Las Palmas de Gran Canaria, 1948) en el mundo del arte le llevaron a bosquejar una cartografía de la identidad canaria en la que recreaba las espirales de los grabados aborígenes y las pintaderas, así como los contornos de las Islas. Pero pronto se revelaría su discurso actual, en el que el cuestionamiento de la identidad del arte y la función del artista en el mundo prima sobre todos los aspectos. Con desmitificación e ironía, el finge desatender la tradición e instaura la sospecha de que el arte no tiene tanta importancia, desviando el eje de la creatividad hacia la propia vida.

Existen en esta muestra dos presentaciones evidentes. Una, la geométrica y compositiva en su definición básica, donde la triangulación asume un papel protagonista en la esquematización de las figuras, ligadas unas a otras en una comunidad de intereses como obligaciones contraídas por razones fundamentales (el número tres, la geometría euclidiana, etc.). Es en esta esquematización donde las figuras sufren unas graduaciones que son las que en definitiva generarán las supuestas animaciones de la obra. La otra, la del espacio-tiempo, donde se encajan y ubican los cuerpos en un ordenado «totum revolutum» y en donde se explicita el trato humano y el animal en sus relaciones de distancias cercanas y cortas.

La reflexión sobre la geometría y su dislocamiento marcan parte de la producción reciente de Alzola.. Regresa en estas composiciones el Alzola jugador de ajedrez, a la búsqueda de aquello que está fuera del lienzo. Las «trilogías faciales», surgidas hace unos años, adquieren en la presente muestra un papel determinante. Hablamos de composiciones en las que el pintor articula varias cabezas de perfil en un mismo plano. Tres o cuatro recortables que, caídos sobre el lienzo, pugnan por encontrar su lugar. Cabezas humanas y animales. Intercambiables. El hocico de un perro que constituye el ojo de un hombre. Imágenes que nos devuelven a las miradas del proceso creativo. Hay un tercer grupo de obras, que lleva por título genérico «Campo gradual». En estas piezas encontramos el código objetual de toda esta producción. Las piezas y el tablero, el objeto de reflexión del pintor, que no es otro que la mente humana.

Representada, a partir de planos de color, como una cabeza de un animal vista de frente, despojadas de todo adorno, carentes de expresión, recortadas contra el vacío. Fotogramas de un instante a los que el pintor se aferra. Alzola introduce la «Trilogía facial recta» y la «Trilogía facial simple» para devolver la mirada al tablero. En ellos el triángulo juega un papel esencial.  El tres recorre toda la muestra, como anotan sus títulos. Y el tres acompaña, como en los movimientos del caballo en el ajedrez, a lo largo de este juego pictórico

El arte es, para él, más un juego y una posibilidad de reflexionar sobre la existencia que una máquina de producir objetos más o menos bellos. «Juan Luis Alzola se sostiene en la adolescencia; en sus cuadros es inútil buscar texturas densas, difuminados, veladuras, o la emoción de la plasticidad. La obviedad pictórica de su trabajo es sólo la carátula de un juego, de una forma de moverse por la vida» apunta el crítico Frank Domínguez.

En su obra, prosigue el análisis, «no existen reglas precisas sino indicios de la necesidad del humor, de la desconfianza por lo severo, del desprecio hacia la grandilocuencia y lo excesivo. Una obra de apariencia modesta que nos acerca gradualmente al ámbito de la belleza sin recurrir a alardes técnicos o al impacto formal. Para Juan Luis Alzola el virtuosismo no es lo esencial de la obra de arte. En este juego es más importante la actitud que la destreza, la opción que el desarrollo». Al afirmar la vida como la auténtica forma artística. Su pintura pretende informar de un modo de ver la vida, no de los arcanos de un oficio.

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