Juan Manuel Bonet publica toda su poesía, inspirada por la vida y lo fugaz


Sevilla, 16 ene (EFE).- Juan Manuel Bonet, exdirector del IVAM y del Reina Sofía, experto en pintura contemporánea y autor del «Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936)», ha agrupado su poesía bajo el título «Via Labirinto», de la cual ha dicho a Efe que está inspirada «en la vida» y en «los instantes fugaces».

Publicada en la colección granadina La Veleta, dirigida por Andrés Trapiello, la poesía de Bonet también está marcada por el amor -«‘Polonia-Noche’ es antes que nada un libro de amor»- y por los viajes, las ciudades, los paisajes entrevistos.

«La sección más amplia del libro, y aquélla en que hay más composiciones inéditas, se titula ‘Postales’, y es casi un libro dentro del libro», ha explicado.

Del peso de la pintura en este libro ha dicho que su poesía «es muy visual» y que le inspiran «pintores muy diversos: Vermeer, los japoneses, Bonnard, Seurat, Ottone Rosai, Yves Tanguy, Joseph Cornell, Oramas, Luis Fernández, el inolvidable Ramón Gaya…»

«A propósito de Gaya, me emocionó enterarme tras su muerte, por Julián Grau Santos, que le gustaba mi poesía; luego están aquellos con los cuales he hecho libros de bibliofilia, como Dis Berlin, Cereijo, Corujeira, Luis Palmero, Galano…»

Y también ha encontrado inspiración en el arte de la fotografía: «‘Nord-Sud’ parte de treinta fotos de Bernard Plossu; y en la música Déodat de Séverac, Morton Feldman, Satie, la aparente sencillez del piano de este último, su ‘como si nada’ es un ideal para mí».

Pese a ser experto en las vanguardias, Bonet ha asegurado que sus únicos poemas «propiamente vanguardistas» son los de ‘Praga’: «Una supuesta antología, supuestamente traducida por mí, de mi ‘alter ego’ checo Pavel Hrádok, que pasó por una etapa ‘poetista’ y otra surrealista; yo mismo pasé en mi adolescencia por los sarampiones de mi generación, por ejemplo por los Novísimos -en la pre-prehistoria-, y luego por lo ‘telqueliano’, pero cuando me decidí a empezar a publicar, por suerte ya se me habían pasado».

No obstante ha admitido que en algunos poemas «hay dejes de las viejas vanguardias, especialmente del ultraísmo, que me gusta a veces retomar, pero no es lo principal; mi tiempo, mi espacio, son anteriores; mis verdaderos maestros son gente como Satie, Toulet, Max Elskamp, Juan Ramón Jiménez, Pound, el Larbaud de ‘Barnabooth’».

El título «Vía Labirinto» se debe a que «hay varias calles así llamadas, todas en Italia; la mía la encontré en Siracusa, la primera vez que fui; la segunda vez, quise enseñársela a Monika, mi mujer, y no di con ella; la calle la incorporé a ‘Plaza del árbol’, donde la califico de metáfora de cualquier vida; tuve clarísimo que era título adecuado para estos ‘Collected Poems’».

Especialista en el poeta sevillano Rafael Lasso de la Vega, del que trabaja en una biografía, ha asegurado que no hay mucho suyo en su poesía reunida: «Mi vida no es tan entretenida ni laberíntica, no me he inventado un marquesado, ni he autofalsificado ni antedatado mi obra, ni he vivido una existencia tan errante».

Lasso es uno de sus poetas favoritos y se da la casualidad de que «fue amigo de Rosai, que lo retrató, y uno de sus libros lo publicó Vallecchi, editor del de Rosai cuya cubierta hemos ‘fusilado’ ahora para ‘Via Labirinto’».

Sobre cuando pondrá punto y final a esa biografía, ha contestado que «habrá un momento Lasso; como lo ha habido para ‘Via Labirinto’, que su editor, Andrés Trapiello, llevaba más de diez años pidiéndome; cuando le dije que ahora, no se lo creía».

Bonet no ha descartado ninguno de los poemas ya publicados y ha retocado poco «por no decir prácticamente nada, más allá de alguna errata molesta; realmente he trabajado como si estuviera editando a otro, a un poeta desaparecido».

De los escritos antes de 1978 ha dicho: «Pertenecen a la pre-prehistoria; en algún rincón de mi casa de campo -otra ‘Via Labirinto’- puede que algún día reencuentre los que escribía en francés, con once o doce años, que por decirlo a la mexicana deben ser ‘malisísimos’; o los primeros que escribí en español, en Sevilla, a ese tiempo me refería cuando aludía al impacto de la lectura de los Novísimos».

 

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