La Palma, una isla de argumentos y de literatura


Santiago Gil  //

Un encuentro de escritores es también un encuentro de argumentos, de búsquedas, de libros leídos, de sueños, de personajes y de historias que se cruzan después de escribirse en los papeles o en las pantallas, una fiesta de la literatura, y también un foro en el que aprender, compartir y debatir, un ente vivo en medio de tanto cartón piedra cultural.

Hace muchos años, en Las Palmas de Gran Canaria, y de la mano de Juancho Armas Marcelo, se organizó un festival del que todavía se habla en las islas, en la Península y en América, un encuentro en el que confluyeron escritores como Rulfo, Onetti, Barral, Nélida Piñón o Severo Sarduy, entre otros. He tenido la suerte de participar en algún festival literario hispanoamericano y sé, por tanto, lo que eso genera en el lugar de celebración y entre sus participantes.

Recuerdo el III Encuentro de Las Letras en Puebla (México), XXV Años de literatura Iberoamericana. Convergencias y Divergencias, con una ciudad entera viviendo por y para la literatura, con mesas redondas, conferencias, debates y participación masiva de los ciudadanos. Por eso es tan importante lo que se ha organizado en La Palma entre el 18 y el 22 de septiembre, y me quito el sombrero ante el trabajo que ha realizado Nicolás Melini y todo su equipo, y ante el apoyo de las instituciones y de las organizaciones que han permitido que el Festival Hispanoamericano de Escritores tenga lugar en Canarias.

No es fácil en estos tiempos tan poco dados a la cultura que salga adelante un encuentro como el que se celebrará en La Palma.

Durante esa semana de septiembre, una treintena de escritores y escritoras de distintos países americanos junto con escritores peninsulares y canarios hablaremos de literatura, de la ficción, de los procesos creativos, de los libros, de la situación de la cultura en los distintos países representados y, sobre todo, nos acercaremos a esa patria común que es el idioma español que nos permite recrear, entender y escribir a cientos de millones de personas. Creo que esa universalización de la literatura a partir del idioma común, esa es la gran noticia de ese encuentro al que pueden asistir quienes lo deseen participando activamente en los debates y en los diferentes eventos previstos.

Soy un escritor que escribe en Canarias, con el uso del idioma que le escuché a mis abuelas pero con una visión universal de los argumentos, así sitúe una historia en Guía, en Madrid o en Agaete. Viajando y leyendo se curan las miradas alicortas, y también compartiendo experiencias con escritores de otros lugares. Creo que este Festival puede servir para ampliar muchos horizontes.  Yo hace mucho tiempo que, cuando me preguntan, cito a Rodrigo Fresán y digo que mi patria es mi biblioteca, también mi idioma.

En esa biblioteca que me ha hecho escritor hay varios escritores canarios, y entre los escritores contemporáneo que sigo con atención también comparto paisanaje con muchos de ellos, pero me niego a esa mirada que identifica el lugar en el que uno escribe con lo que escribe, porque lo que escribimos se va gestando en las grutas del alma de cada uno de nosotros, para curar heridas, como contaba Paul Auster, o quizá solo para tratar de comprendernos y de comprender el mundo que vivimos.

Como dije en una entrevista que me realizó hace unos días Adriana Bertorelli, soy un escritor canario, pero mi patria literaria es mi idioma, con todas las variantes de ese idioma que hay en el archipiélago. También me siento escritor hispanoamericano porque muchos de mis referentes literarios principales son hispanoamericanos, pero no entendería lo que escribo sin Flaubert, sin Stendhal, sin Kafka, sin Joseph Roth, sin Saul Bellow o sin Coetzee. Tampoco sin Galdós, que es canario, pero universal, sin etiquetas. Por eso considero tan importante este encuentro, porque ayudará a que nos reencontremos escritores de muchas procedencias con un idioma común que nos hermana.

También le recordé a Adriana Bertorelli que me alegra que sea la isla de La Palma ese lugar de referencia literaria que echábamos de menos los escritores de América y de España, el punto de encuentro; una isla que, además, se ajusta a ese cruce de culturas que es Canarias. En La Palma siempre ha habido una creencia firme en los valores de la Ilustración, por eso es una isla tan distinta a las otras, tan avanzada y tan liberal, y lo que espero es que ese encuentro genere otras citas similares, pero que La Palma sea a partir de ahora uno de los grandes referentes literarios para los escritores hispanoamericanos.

Quienes escribimos, rebuscamos en nuestros adentros o miramos el mundo tratando de ir un poco más allá de lo que tenemos delante. Casi nadie vive de la literatura, y estamos creando una sociedad cada día más alejada del espíritu y de la lectura, y sin esa lectura no hay, evidentemente, espíritu crítico, ni rebeldía ante el tiempo perdido o ante la manipulación de los medios, las redes sociales o los intereses de los Putin, los Trump, los Maduro y compañía.

Si dices que eres escritor te miran como si fueras un bicho raro, y mucha gente cree que los libros están para ser pirateados y compartidos sin que quien los escribe tenga derecho a la supervivencia. Por eso, que La Palma organice un Festival para escritores, que te inviten, que te permitan debatir y opinar, y que dejen que sea la palabra la gran protagonista, nos permite atisbar alguna esperanza. No todo está perdido.

Nunca lo ha estado; pero que, en lugar de fomentar reggaetones, partidos de fútbol de millonarios consentidos o de tirar voladores que se lleva el viento, se aliente la lectura y se acerque a quienes escriben a los lectores es una gran noticia en medio de este páramo casi ágrafo que vivimos.

La Palma, y en concreto Los Llanos de Aridane, están dando un ejemplo que debería sonrojar a todas esas instituciones que prefieren sentar a los niños delante de las videoconsolas para atontarlos (y así poder manipularlos) todavía más.

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