Los árboles de Tejeda


Santiago Gil  //

Les debía estas líneas a los árboles de Tejeda. Por respeto, puesto que casi todos son mayores que yo, por agradecimiento a la sombra que me regalaron y al contorno de un paisaje bello justamente porque estaban ellos, y también para pedirles disculpas por el daño y por el desprecio, y porque a estas alturas ya uno cree en pocas cosas, pero siempre creeré en los árboles, en el mar o en el eco de los consejos que me dieron mis abuelas. Venía leyendo hacía tiempo que querían arrancarlos de donde siempre han estado.

Pensé, como buen soñador, siempre iluso, que eso sería imposible, que habría alguna administración, o algún responsable que debe velar por lo que es de todos, que terminaría deteniendo ese atentado contra la naturaleza. Ahora un juez ha detenido cautelarmente lo que para nuestra vergüenza acabó siendo cierto. Tejeda nunca sería la misma sin esos árboles, y quienes crean que no pasa nada se están equivocando de medio a medio porque muchos evitaríamos ir al pueblo de Tejeda para no pasear por un paisaje que se acabaría pareciendo a un campo de batalla.

Recuerdo a un hombre que regaba los árboles de la calle Perdomo. Salía con su balde de agua cada noche y terminó consiguiendo que aquellos árboles fueran los más altos y los más frondosos de la zona de Triana. Ese hombre y todas las mujeres y todos los hombres que han salido a defender estos días a los ficus de Tejeda son un motivo de esperanza que nos permite seguir creyendo en que los seres humanos todavía conservamos algo de raciocinio y de sentido solidario.

Recuerdo también a Néstor Álamo encadenado a la palmera que ahora luce altiva delante del Monopol cuando pretendían borrarla del paisaje como quieren borrar esos árboles del pueblo cumbrero.

Si Néstor viviera estoy seguro de que también acabaría encadenado a los árboles de una avenida que mira al mismo Roque Nublo que él inmortalizara en una canción que ha terminado siendo el himno de Gran Canaria. Y ahí está la clave.

Tejeda es una referencia para todos los grancanarios, no solo para los tejedenses, un paisaje que recordamos cuando estamos lejos, uno de nuestros lugares en el mundo. No entiendo cómo el Cabildo, tan sensibilizado con la reforestación y el cuidado del medio ambiente, no ha detenido esa tropelía de inmediato.

Hace años, ya me manifesté contra aquel teleférico que querían trazar entre Tejeda y el Roque Nublo. No sé si ahora llegaré a tiempo, pero sirvan estas líneas para intentar salvar ese paisaje que quedaría herido de muerte para siempre.

 

 

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