Sun, sea, sand & sex: la fórmula de éxito del turismo de masas


Míchel Jorge Millares //
Puritanismos aparte, para ser sinceros, una gran parte –mayoritaria- del turismo de masas gira en torno a ‘las cuatro eses’ -las iniciales de sol, mar, arena y sexo en inglés-. Así lo reconocen los expertos aunque no figure o destaque explícitamente en encuestas y estudios o planes estratégicos de los organismos públicos, si bien los empresarios toman nota de esta realidad y adaptan sus establecimientos a la demanda de los clientes. De ahí la existencia de hoteles u otros para ‘adultos’ (una restricción ilegal) cuyo objeto no es evitar que los niños y niñas alteren la tranquilidad de las horas de solárium, que también, sino servir de reclamo para un tipo de público que la familia tradicional mira con cierto repelús, asombro o envidia. Otros lo anuncian más claramente: ‘gay friendly’, o abiertamente ‘gay exclusive’ o, para rizar el rizo, los ‘hetero friendly’. Iniciativas todas estas con mucho éxito, por cierto, como el CC Yumbo, uno de los centros comerciales más rentables del sur porque ha superado su imagen de mamotreto de tiendas y bares obsoleto para ser reconocido como casi un parque temático LGTB de fama internacional en el ámbito gay.

Los elementos de las cuatro eses son: el sol que está ahí y es gratis, el mar también –aunque puede estar fría el agua-, la arena está en los huecos libres de hamacas y toallas, y el sexo… Hablemos de sexo y turismo. ¡Cuántas variables! Desde el ‘misionero’ en camita hasta el apareamiento en público de parejas hetero o gays, incluida grabación y difusión en redes sociales o en televisión para el morbo y el escándalo. No olvidemos aquellos programas sensacionalistas que pagaban un periodista y cámara para hacer públicos los coitos de parejas de turistas en las playas mediterráneas por la noche con voyeurs y carteristas pululando alrededor de su exhibicionismo voluntario o etílico. O sea, que no es una novedad.

Precisamente, este artículo tiene que ver por el ‘revuelo’ provocado por la difusión de imágenes de una pareja de homosexuales en pleno coito anal, coincidiendo con la celebración del Maspalomas Gay Pride. ¡Un escándalo! O una lástima. Lo cierto es que la fiesta para algunos tuvo que ser apoteósica pero no deja de ser una anécdota si tenemos en cuenta que el lleno en la zona turística era absoluto y entre turistas y residentes podríamos hablar de decenas –muchas- de miles de personas. Una masa bastante educada para lo que podría producirse a ojos de los más moralistas y reprimidos (o represores). Probablemente se den a diario imágenes más chocantes de ‘cruising’ o práctica del sexo en público en la mayoría de las playas de aquí y de todo el litoral español donde los exhibicionistas dan la nota. Pero algún destino competidor creerá que esta anécdota sirve para su objetivo de desprestigiar el gay pride y a Maspalomas.

Marco Aurelio Pérez habla del destino LGTB en 2013.

Volviendo al gay pride, valga la anécdota que les cuento sobre el interés económico de este turismo por lo que escuché cuando colaboré con la periodista Fátima Yráyzoz para que Maspalomas montara su stand propio en el ‘corner’ de Fitur 2013 dedicado al turismo LGTB. Una iniciativa impactante y que se ha mantenido, gracias a que la apoyó el concejal de Turismo, Ramón Suárez, y el alcalde sureño, Marco Aurelio Pérez. El salto de Maspalomas en solitario a los pabellones temáticos fue una sorpresa para muchos, en especial para el Cabildo y para el Gobierno de Canarias, enfrascados entonces en la pelea por el espacio de Canarias en la feria, cuando José Miguel Bravo montó un stand para Gran Canaria junto al espacio del Archipiélago. Lo cierto es que el mundo LGTB (y los demás productos especializados) no se acerca a la zona de Canarias, porque en Fitur se va a lo que se quiere conocer y los paseos procuran ser mínimos, salvo que se trate de algún curioso que quiera gastar zapatos. Aquel día, hablé con varios empresarios de otros sectores con intereses y algún negocio turístico. Todos realizaron al unísono el mismo gesto de friccionar los dedos como contando billetes cuando dijeron la palabra mágica: el turismo gay…

Sea como sea, sean LGTB o heteros, los y las turistas se activan con el sol y el buen clima. La piel al aire se tonifica, la comida, la bebida, el descanso y las ganas de compartir alegrías son parte de los condimentos que animan a liberar la líbido –en ocasiones más de la cuenta-. Y eso algunos países lo consideran una oportunidad o fortaleza, sobre todo para rejuvenecer la cada vez más anciana pirámide poblacional, como la campaña danesa que documenta la importancia de irse de vacaciones para subir las endorfinas y la natalidad.

Crucero de placer compartido…

Y poco a poco surgen nuevos ‘paquetes’ (sin segundas intenciones) para el turismo sexual con cruceros o complejos exclusivos para orgías, para ligues entre ‘singles’ o intercambios de parejas, para gays o lesbianas… O sea, que si hace cincuenta años algunos se escandalizaban con un bikini o intentaban que los hombres estuvieran a un lado de la playa y las mujeres al otro, ahora en el siglo XXI habrá que hablar, analizar y revisar los protocolos para que podamos convivir y ser felices bajo el sol que más calienta…

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