Virginia Arencibia, actriz y bailarina


“No creo que yo eligiera la danza, creo que la danza me eligió a mi”
“No hay un gran éxito, pero sí muchas pequeñas conquistas en mi vida profesional y personal”
“No puedo escoger entre teatro o danza, una disciplina me da alas y la otra me hace volar”
“Utilicé técnicas en mi estudio de Veterinaria para aprender textos de Arte Dramático”
“Nos perdemos mucho de la cultura latinoamericana por desinformación”
“En los últimos tres años he visto a Argentina como un país golpeado y saqueado”

Amado Moreno

Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1979, Virginia Arencibia, hija de Alfonso García, oftalmólogo canario de renombre, y de Cecilia Arencibia, terorense acreditada como una “madre coraje”, ha ofrecido días atrás en la capital grancanaria sendos espectáculos de danza (flamenco) y teatro (monólogo sobre un texto de Franz Kafka) antes de volver a su querido Buenos Aires para protagonizar una nueva obra de teatro.

Su formación en flamenco le llegó de la mano de Merche Esmeralda (con una beca de la Fundación Universitaria de Las Palmas) y maestros como Manolete, José Granero, Matilde Coral, Blanca del Rey, Angelita Gómez, Carmela y Lola Greco, Marcos Flores, Concha Jareño y Manuel Liñán, entre otros.

Inició la danza clásica con Gelu Barbu, a los cuatro años, evolucionando posteriormente con Dagmara Brow (Ballet Nacional del Cuba) y Eduardo Bayo (Ballet Nacional de España), el clásico español con Virginia Domínguez y Lupe Gómez, y la danza contemporánea con Chago Domínguez.

El aprendizaje de la percusión y ritmos afroamericanos lo hizo con el grupo Unidos de Zumzuéh en Madrid. Iniciada también en el saxo con maestros de Buenos Aires y México, desde 2014 cursa la carrera correspondiente en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla en Madrid.

Actualmente es egresada de la Escuela de Teatro Raúl Serrano de Buenos Aires, años después de haberse licenciado en Medicina Veterinaria por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

-Después de más de unas dos décadas en peregrinaje artístico por Madrid, Jerez de la Frontera, Buenos Aires, México y Estados Unidos ¿Qué balance hace?

 -Veinte añitos de peregrinaje entre España y América dan para mucho. El balance siempre será positivo, aunque a veces sea difícil estar tan lejos de lo conocido y convivir con culturas en apariencia similares, pero en la cotidianidad no lo son tanto. Volvería a repetir sin duda, aunque empezaría a viajar antes.

-¿Emigrar a América fue un acicate para su crecimiento artístico o una exigencia ineludible de la insularidad canaria y por cierta asfixia cultural en la Península para quien desea abrirse camino?

-La insularidad no tuvo que ver en esa decisión. Llevaba ya diez años fuera de las islas. Tampoco sentía en ese momento la asfixia cultural en la Península. Fue el deseo y la pasión por viajar y el contacto con colegas de profesión de Latinoamérica, con los que había trabajado en diferentes ocasiones, lo que me hizo pasar más tiempo allá.

-¿Por qué fue América su opción y no Europa?

-Me señalaron que Buenos Aires era la capital latinoamericana del Teatro. Entonces me dije: “Pues vayamos al núcleo”. Además, en ese instante las escuelas más populares de teatro en Madrid eran dirigidas por maestros argentinos, así que tenía más sentido aún viajar para allá. Por otro lado, Latinoamérica tiene un nivel cultural fantástico. La creatividad, el acceso a la cultura, la oferta inmensa de formación en cualquier ámbito de las artes escénicas. Todo eso, más el placer de contrastar con otras culturas hicieron que cruzara el charco.

– Vuelve el mes próximo a Buenos Aires para estrenar otra obra de teatro. Lo decide pese a que sus buenos amigos argentinos la desaniman, recordándole que el país va de mal en peor en el plano social, y particularmente en el ámbito de la cultura. ¿Le compensa el regreso?

-No lo sabré hasta que esté allá, y no tengo miedo de ir a ver qué pasa. La experiencia me dice que las realidades de cada uno son muy distintas, aunque vivan en la misma casa. Lo que para uno puede ser una idea descabellada, para otros puede suponer una oportunidad.

– ¿Valorará también la posibilidad de compatibilizar el teatro con la tarea social que desarrolló en otro tiempo en la misma capital argentina con mujeres víctimas de violencia de género o pertenecientes a familias desestructuradas?

-Por supuesto, seguiré impartiendo las clases de acondicionamiento físico y humano en la Asociación Madres Víctimas de Trata. La desaparición de niñas en Argentina es constante. Las autoridades no hacen nada al respecto y es responsabilidad de todos, como comunidad, contener a estas madres, cuidarnos.

 Después de tantos años en Argentina contará con elementos de juicio suficientes para confiar o no en una recuperación del país en el medio plazo. ¿De qué datos dispone exactamente sobre los efectos de las políticas neoliberales del presidente Macri para aventurar un juicio de futuro?

-Los datos que manejo son los de mi propia experiencia en la cotidianidad que he vivido desde que llegué. El país crecía, había oportunidades, trabajo, educación, cultura. Se visibilizaba y luchaba contra los crímenes de la dictadura. Al menos esa es mi percepción. Pero en los últimos tres años he visto un país golpeado (metafórica y literalmente), saqueado, con monopolio y manipulación de la información, ¡¡desaparecidos!! Aumentó muchísimo la diferencia social. Pese a ser un país tan grande, tan rico y tan generoso, en fin.

-¿Su actividad y sus vivencias en México le deparan una opinión distinta de la realidad azteca y la idiosincrasia de su gente?

-Absolutamente. México tiene un nivel en cine, danza y teatro, que es lo que he compartido con ellos, maravilloso. Es una lástima que la información que llega a Europa de Latinoamérica sea la mayoría de las veces de pobreza y delitos. Nos perdemos muchas cosas de la cultura y la riqueza por desinformación y prejuicios.

-¿Qué aprendió de Estados Unidos durante su estancia allí?

-Hace mucho tiempo que estuve allá pero recuerdo que en ese momento me sorprendió lo sano que comí. La imagen que yo tenía de EEUU era la dieta a base de hamburguesas y comida genéticamente modificada, y lo que hice fue comer más sano que en toda mi vida. Gracias a Cristina de Sacramento, quien me contrató, me alojó en su casa junto con Harland, su compañero, y ambos me consintieron y me trataron como a una hija. Fasciné con la cantidad de centros de rescate animal que había y con el poco uso de plástico en los supermercados, al menos donde comprábamos.  Allí fui para participar en el Fringe Festival de Mineápolis. La cantidad de espectáculos que vi en una semana abrieron mi cabeza que, en ese momento, sólo pensaba en Flamenco.

-¿Considera haber madurado suficientemente para enfrentarse en el escenario a la obra soñada?

-Sí. Creo que estoy preparada para lo que venga. Confío plenamente en mi capacidad de trabajo, de aprendizaje, en mi concentración, dedicación y en la pasión que me mueve para hacer cualquier cosa que haga.

– ¿Qué experiencia artística le ha procurado mayor satisfacción y por qué?

– Todas mis experiencias artísticas me han aportado muchísima satisfacción porque siempre fueron pequeñas sumatorias de retos. Todas me supusieron algo nuevo con respecto a la anterior, coincidiendo, supongo, con esa madurez progresiva y con estar preparada para cada nuevo proyecto en cada momento. No hay un gran éxito, pero sí hay muchas pequeñas conquistas en mi vida profesional y personal.

– No deja de sorprender ver a una canaria como usted interpretando flamenco con la misma pasión y casi el virtuosismo de una Sara Baras. ¿Cómo despertó su inclinación por este arte?

– Hombre… salvando las diferencias entre una canaria y una gaditana. No sé cómo ni cuándo exactamente se despertó “el duende”. Sí sé que me escondía en el salón de actos del cole y espiaba las clases de Trini Borrull. Con tres años estoy vestida de flamenca en una foto. Eso sí, la primera vez que escuché una soleá, con 12 años, algo se retorció en mi estómago, sin entender muy bien el cante ni nada, y ya no lo pude sacar de mi vida. No creo que yo eligiera la danza, creo que la danza me eligió a mi.

-Teatro o Danza. Si la obligaran a escoger una de las dos disciplinas, con cuál de ellas se quedaría.

– Me cuesta ponerme en esa situación. Si alguien me obliga a elegir lo mando a paseo. No puedo escoger. Una me da alas y la otra me hace volar.

– ¿Cuáles son sus referencias o iconos actuales en cada una de ellas?

-Me encanta el trabajo de Rocío Molina en danza, por la libertad y la férrea personalidad que transmiten sus creaciones, al igual que Daniel Doña, Manuel Liñán o Rafael Estévez. En teatro o cine me cuesta más señalar. Me vienen muchos nombres. Podría resumir con que mis referentes son aquellas personas que son fieles a sí mismos en sus quehaceres artísticos, sin importar el qué dirán, libres de condicionamientos.

-La lectura de su curriculum descubre que antes que artista ha sido licenciada en Medicina  Veterinaria por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. ¿También fue vocacional y le ha sido de utilidad antes de dedicarse al Teatro y la Danza?

– Me encanta el contacto con animales. Me apasionan los reptiles y amo la selva. La Veterinaria me posibilitó experimentar esas tres cosas juntas. Vivir en la selva de Costa Rica ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Aunque he de reconocer que la primera opción siempre fue estudiar Arte Dramático y Danza. La experiencia de la universidad me dio unas amigas y amigos, a su vez colegas de profesión, a los que adoro y admiro, que bien valen las horas de biblioteca; además de perfeccionarme las técnicas de estudio que luego utilizaría para aprender los textos de las obras. Toda experiencia vivida siempre suma.

-Su especialización en el cuidado y tratamiento de reptiles como veterinaria puede parecer una ironía, aunque seguro que obedece exclusivamente a criterios de curiosidad y estudio que le habrán facilitado algunas enseñanzas prácticas para el devenir diario.

– Mi fascinación por los reptiles no tiene ninguna explicación. Desde pequeña me gusta observarlos, escrutarlos y, si ellos quieren, interactuar. Tuve la fortuna de aprender con el mejor, con Jim Pether, que me enseñó todo lo que fui capaz de aprender con una generosidad increíble, confió en mí, me abrió las puertas a grandes experiencias con esos animales y gracias a él descubrí que, efectivamente, los reptiles era lo mío.

-¿Para cuándo su retorno definitivo a Gran Canaria y con qué proyecto profesional?

– No sé. Es cierto que tengo ganas de pasar temporadas más largas aquí. Echo de menos el ¡qué bueno vivir aqui!. Tengo proyectos para los que necesito estar en las islas, pero no puedo determinar cuándo será. Hasta ahora todo se ha ido acomodando bastante bien en mi vida profesional. En base a eso, cuando sea el momento, confío que sucederá. 

*Publicado en La Provincia el 10 de marzo de 2019

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