Por Noé Ramón //
El dibujante, Rafel Vaquer es uno de los invitados del Salón del Cómic de Tenerife a punto de arrancar, lo que supone la primera vez que este autor está en la Isla y la segunda en Canarias. En principio los planes consisten en dar una charla sobre su exposición en el Parque García Sanabria en la que hace un repaso a la historia de Johnny Roqueta a través de sus motos, desde los inicios de la serie, lo que supone un homenaje a sus dos grandes pasiones. El rocker de ficción se ha convertido en todo un alter ego de su autor real hasta el punto de que tan sólo se diferencian, tal y como él mismo lamenta, por la imposibilidad de poder hacerse el tupé. Cosas de los años.
Vaquer nació en 1957 en Palma de Mallorca y a principios de la década de los setenta con la excusa de que quería estudiar Periodismo viajó a Barcelona y se plantó en la capital del cómic, más atraído por el dibujo que por los medios de comunicación. Rápidamente conectó con el muy potente mundillo que se cocía por aquellos años en la capital catalana y empezó a publicar en Barrabás y Bruguera, con distintos personajes. Pero sería en Cul de Sac, El Jueves y Solo Moto donde Johnny Roqueta, se convirtió en su principal creación y por la que más se le recuerda sin caer en el agobio, como le ocurre a otros autores atados y tiranizados por sus propias creaciones. Más bien al contrario.
-¿Cómo recuerdas tu llegada a Barcelona a principios de los setenta?
-Cuando llegué a Barcelona fue como cuando quieres ser actor y vas a Hollywood. Yo era un chaval muy ilusionado y enseguida me di cuenta de que estaba en el sitio adecuado. En la Barcelona de aquellos años había muchos autores y publicaciones, semanales, mensuales… ese era el secreto de la industria. Tenías mucha cancha en donde trabajar.
-Es la época del mítico y convulso underground barcelonés.
-Empezaba justo en esa época con El Rrollo Enmascarado en donde estaba Max, con el que enseguida contacté. Empecé a hacer trabajos de periodismo basados en lo que me gustaba y también me dejé enredar con el equipo de Butifarra! que dirigía Alfons López. Con él creamos Atasco-Star y más tarde para Bruguera, hicimos juntos muchas páginas a lo largo de estos años. Incluso estaba el mítico club DHIN un grupo de dibujantes e ilustradores en el que se reunían mis ídolos. Así que estaba en mi salsa.
-O sea que en realidad lo de estudiar Ciencias de la Información fue una excusa para salir de Mallorca y poder irte a Barcelona.
-Para salir de Mallorca tenía que buscar alguna facultad que estuviera fuera de la Isla y lo del Periodismo parecía una carrera fácil. Aunque yo rápidamente me pasé a Publicidad cuando se creó esa rama en la Universidad Autónoma porque me daba la impresión de que allí iba a ganar más pasta. Al final acabé la licenciatura, pero bueno, la verdad es que tampoco me costó mucho.
-Además, de dibujante y publicista también eres docente.
-Sí, para eso me sirvió la carrera. En Mallorca he dado clases de muchas materias, incluso de cómics. Últimamente estamos haciendo un curso de videojuegos y animación por ordenador. También he impartido en la licenciatura superior de diseño gráfico, así como cursos para formación de empresas y marketing.
-Al parecer al final te has dedicado más a la publicidad que al dibujo.
-Siempre lo he combinado. Quería ser dibujante pero para amortizar este capricho tenía que hacer otras cosas como trabajar para una agencia de publicidad de Barcelona. Allí hice campañas en cómic para una marca de vaqueros y también lo compaginaba con unas tiras de humor gráfico para el periódico de Mallorca Última Hora.
-No has tenido reparos a la hora de defender el dibujo con métodos digitales desde los primeros momentos y eres de los pocos autores que no está radicalmente en contra de la Inteligencia Artificial (IA).
-Llevo empleando la IA desde hace tiempo para retocar fotografías y por ejemplo así se puede ver en la exposición que estoy preparando, sobre la historia de las motos, en las que se ven imágenes desde 1900 hasta estos días. Y el resultado me parece estupendo.
-¿Y para los cómics te resulta igual de positivo su uso?
-He hecho pruebas y da mucho miedito. Esta misma mañana (por el jueves) lo he estado probando con otros colegas y la conclusión que sacamos es que por ahora la IA tiene demasiadas ideas propias. Miras el resultado y te dices: “¡coño, me hace todo el trabajo, al cien por cien pero lo que está ahí no lo reconozco como mío¡” Supongo que lo hace por mi bien, así que cuando vaya educándola poco a poco se podrán hacer cosas interesantes. No estoy en contra de la IA, aunque soy consciente de que puede ser tóxica si no la usas con cuidado y cariño.
-La gran mayoría de tus compañeros no quieren saber nada de la IA. El rechazo es casi unánime.
-Sí, pero también estaban en contra de los ordenadores y luego se apuntaron casi todos. En mi caso fui de los primeros en usarlos por mi deriva publicitaria, porque facilitan el diseño, y de ahí lo llevé luego al cómic. Así que supongo que eso me convierte en una especie de pionero. Cuando salió el primer Mac allá por 1984 ya en el 86 tenía mi primer par de máquinas en marcha. Que tampoco había gran cosa, en realidad perdía más tiempo que si hacía los dibujos a mano pero me gustaba la idea de trabajar con medios digitales. Y ahora lo de la IA me lo tomo como otra nueva etapa. Es algo inevitable, no es una opción. En realidad lo que me decidió a usar ordenadores es que estaba ya cansado de que se me cayeran los tinteros encima de las páginas cuando las tenía acabadas.
-¿Cómo surge el principal personaje tuyo que es el que ha marcado tu carrera y de hecho ha eclipsado gran parte del resto de tu obra? Sin que al parecer tampoco te importe mucho.
-A mí el cabrón de Johnny Roqueta, la verdad es que me cae muy bien. Nació en el ochenta y dos, así que ya tiene 43 años.
-Pero supongo que cuando nació ya tendría sus años.
-Vale pero entonces ¿Cuántos años tiene Mafalda o Tintín?. Johnny nace cuando en la revista Butifarra! nos empeñamos en sacar Cul de Sac, una revista con personajes reales de las calles de la Barcelona del 1982, coincidiendo con el mundial de fútbol. Así que Max se decantó un bar, Azagra por sus borrachos y Rubén Pellejero por las prostitutas… lo mejor de la ciudad. En aquellos tiempos estaban empezando con fuerza Loquillo y Los Rebeldes, y me molaba ese mundo rocker y motero, así estaba cantado que saliera un personaje como Johnny Roqueta,
-Esta misma estética y corriente llegó con fuerza a Madrid pero a finales de los ochenta.
-Hasta Loquillo y Los Rebeldes pasaron mucho por Madrid, vieron que allí podían tener su mercado aunque cambiaron un poco su línea y surgió aquello de Loquillo cantando con Alaska. Yo solía viajar a Madrid para documentarme en el Rock-Ola, y los pijos de Mecano y la new wave…
-¿Cómo explicarías las aventuras de Johnny Roqueta?
-Los guiones son de Joan Tharrats, con una etapa corta de Alfons López. Ellos hacen historias creíbles, que no están solo dirigidas a los rockers porque entonces todo hubiera sido algo demasiado puntual, y buscábamos un punto de vista más amplio. Nunca he hecho historias que no hayan pasado antes por delante de mis ojos. Soy un cronista, jamás he dibujado aventuras del oeste, ni de la época medieval… me sitúo un entorno urbano o de campo, siempre que sea en moto.
-Está claro que entre los rockers Johnny Roqueta se ha convertido en una especie de mito, toda una leyenda.
-El secreto es ser auténtico. Alucino cuando todavía alguno se me acerca y me repite historias que les marcaron en un momento dado de sus vidas.
-Aunque entonces tuvo bastante auge el movimiento rocker ahora mismo es un tanto residual.
-Es que ya muchos de aquella época no nos podemos peinar el tupé. Otros no sé como lo conservan todavía. Ya sabes lo que se dice: “Los viejos rockeros nunca mueren”, aunque sí se quedan calvos…. En Madrid tengo una pandilla entrañable, los Rockersaurios, que lucen alrededor de setenta tacos, algunos todavía con tupé y muy auténticos. Y ahí siguen.
-¿Te consideras un rocker militante?
-Hombre, ya no lucimos tupé, lo que sí mantengo en activo es la parte del motero-militante y el contacto con la gente a la que nos pone el rock and roll, eso por supuesto. Cuando Loquillo viene por aquí quedamos y hablamos.
-Ahora parece que Loquillo está volviendo a estar de actualidad dentro de esa cierta curiosidad que ha surgido por la movida. Lo he visto un par de veces por tele y en algunos medios.
-Sí, tenemos Loquillo para rato. Es un gran profesional. Ahora ha sacado un disco precioso, una joyita, con sus temas más legendarios junto con colegas y amigos como Bunbury, Miguel Rios o Alaska.
-Creo que cuando se cumplieron los 25 años del nacimiento de Johnny Roqueta se hizo una curiosa exposición.
-Sí, fue en 2008. La mitad de la muestra consistía en que 63 colegas dibujantes dieran su propia visión de Johnny, plantear distintas versiones, alguna me pareció incluso mucho mejor que la mía. Se editó un fantástico catálogo, “Tanto tiempo pa esto” que me encanta recordar. También participaron fotógrafos, escultores… fue una exposición muy amplia y original.
-¿Te atreverías a decir que versión te pareció la más original o la que más te sorprendió? Que no tiene porque ser forzosamente la que te haya gustado por encima de las otras
-Es como si le preguntas a un niño a quién quiere más, si a papá o a mamá. Pero me llamó mucho la atención la de Monteys que hizo el esqueleto de Johnny con un montón de huesitos en forma de zigzag en el que hacía un homenaje a mis piernas. Muy bailón.
-Cuando llegas a Barcelona trabajas en la mítica editorial Bruguera en la que también estaba el no menos mítico Ibáñez.
-Sí, antes ya había contactado con Raf mi ídolo y que fue quien casi me adoptó. Yo dibujaba Sir Tim O’Theo con Raf a lápiz y luego el equipo de Bruguera lo pasaba a tinta. Más tarde, Raf me propuso hacer mi propio personaje, hizo un boceto de cómo podía ser y surgieron Los Empollones. Y coló.
-¿Cómo definirías tu estilo?¿Cuál crees que ha sido tu evolución o incluso hacia dónde crees que avanzarás?
-Nunca se sabe hacia dónde vamos. Mis influencias siempre han sido la escuela franco-belga. En Mallorca pasa como en Tenerife que llegan muchas revistas internacionales por el turismo. Cada semana me compraba un ejemplar de Spirou y eso fue lo que al final marcó mi estilo. Tintín, en cambio, nunca me interesó pero sí la línea de Bruguera. Siempre tuve claro que iba a hacer algo parecido y acabé haciéndolo. Johnny es la suma de todo eso, con un estilo más realista. Aunque para Bruguera hice una versión posterior que se llamó Choni Biela, creo que también está en la exposición de Tenerife. Un personaje con idéntico planteamiento incluso la misma moto pero en el estilo Bruguera.
-Y también es importante como comentaste antes tu paso al mundo digital.
-Sí, ya en los noventa, después de que salieran los primeros ordenadores. Al principio parecía que iba a ser algo más sencillo pero luego tienes tantas posibilidades que tomar una decisión es muy difícil. No acabas nunca. Siempre he visto a los ordenadores como una herramienta, el diseño previo lo sigo haciendo a lápiz sobre papel, que a veces ni siquiera es de buena calidad, incluso el de un calendario me vale, porque luego lo escaneas y produces. Lo malo es que pierdes la magia del original, para exposiciones o venta a los coleccionistas…
-Según me contaba la semana pasada el dibujante madrileño Kiko Feria, al principio en las editoriales el desconocimiento del mundo digital era absoluto y se daban muchas situaciones ridículas.
-Sí, recuerdo que fui el primero en enviar a El Jueves un par de diskettes, esos floppy de 1,4 megas, en los que me cabían dos páginas… Me llamaron para preguntarme qué coño era aquello. Les dije que se lo pasaran a la imprenta que allí sabrían lo que tenían que hacer. Luego se acostumbraron. Los mandaba por correo postal o se los daba a alguien para que los llevara en avión. Incluso más tarde monté un sistema de correo electrónico, cuando todavía no había internet. A partir de entonces por ahí la cosa empezó a fluir, aunque la tecnología me permitió renovar mis excusas por entregar tarde.
-Según me dijo Kiko Feria, lo curioso es que las editoriales tenían entonces unos ordenadores mucho más potentes de los que usaban ustedes pero no sabían qué hacer con ellos.
-Es muy posible. Ellos compran las máquinas y se creían que todo iba a funcionar de forma natural pero hay que formar un poco a la gente. Algunos no sabían ni imprimir así que sacaban una foto de la pantalla y la revelaban
-En 1979 junto con más autores, hicieron un número en Butifarra titulado El Urbanismo Feroz.
-En la portada que hice sale una excavadora comiéndose una casita para hacer sitio a bloques urbanos…Hace poco vi que salía en un libro americano que estudiaba ese volumen y el cómic español. Fue un trabajo en equipo en el que nos repartimos las tareas y luego lo mezclábamos todo. Trabajaba en pareja con Alfonso López y, para conseguir un estilo similar, uno hacía las páginas pares a lápiz, el otro las impares y luego cada uno pasaba a tinta las del otro. Era una fórmula a cuatro manos muy completa que luego empleamos en otros muchos trabajos.
–Con la visión que da el tiempo ¿crees que acertaron con el escenario que plantearon allí o se pasaron o se quedaron cortos?
-Evidentemente todo lo referente al urbanismo ha ido mucho peor de lo que podíamos haber imaginado en aquella época. La prueba es que en la actualidad la costa ha desaparecido, está debajo del hormigón.
-¿También en Mallorca?
-En Mallorca somos especialistas en balearizar al resto del planeta. Cuando aquí se nos acabó la costa comenzamos a mandar hoteles a Canarias y Caribe y ahora ya vamos por Maldivas y Cabo Verde.
-¿Ahí ha habido protestas contra ese modelo de turismo, como las de Canarias o Barcelona?
-Sí, también, lo que pasa es que se protesta pero bajito. Por ahora lo único que se ha conseguido es limitar el amarre de cruceros pero seguro que lo han hecho porque a los hoteleros les parecía una competencia desleal.
-La gran contradicción es que sin embargo son lugares donde hay un elevado nivel de paro y de miseria.
-Sí, es contradictorio. Algo ha fallado en el sistema. Algo hemos hecho mal.
-¿Qué proyectos tienes en mente relacionados con el cómic o no?
-Pues seguir con la exposición de motos y de hecho en Mallorca me he convertido en un probador de motos para un periódico, cosa que me encanta y luego Johnny hace la crítica. Siempre soñé con ese oficio, probar motos sin tener que comprarlas. Además, estoy preparando un distopía ficticia con trasfondo de historia de amor, en un territorio en medio del Mediterráneo que sufrió un genocidio en el siglo XIII. De hecho no quedan restos de aquella población que fue invadida por otra. El lugar se llama Mayurqa.
-¿Lo del genocidio tiene algo que ver con lo que ocurre en Gaza?
-Es una réplica, tiene que ver con todo, incluso con la conquista de Cristóbal Colón, con la historia de la humanidad pero dentro de una historia de amor, con un triángulo amoroso que ocurre en esa isla como podría ocurrir en cualquier lugar del mundo. Una historia universal, gente que viene de afuera y acaba con quienes estaban antes hasta el punto de que genéticamente ya no queda nada de ellos después de seis siglos.
-Entonces es una especie de genocidio genético.
-Sí, quedan los nombres de ciertos lugares, nada más.
-Es la historia real de Mallorca.
-Sí, una cuestión que no se ha tocado muy poco.
-Por último, de la entrevista saco la conclusión de que Johnny Roqueta tiene mucho de ti, es tu alter ego.
-Ya me gustaría poder peinarme como Johnny, pero sí podría responder por él, es mi alter ego, no renunciaría a él sin suicidarme.
