- La periodista Alicia Mederos presenta el día 23 de febrero, en la Casa-Museo Pérez Galdós, la reedición del libro de Josefina de la Torre, publicado por primera vez en 1954
- La novela permite descubrir las vivencias cinematográficas de la escritora grancanaria, una experiencia que consideró frustrante
El libro de Josefina de la Torre ‘Memorias de una estrella’, reeditado el pasado año por el Gobierno de Canarias, permite descubrir las vivencias cinematográficas de la escritora y también leer entre líneas, porque en su relato expone el contexto político, social y cultural de los años 40 del pasado siglo y el de la incipiente industria cinematográfica española, explica la periodista Alicia Mederos.
Mederos será la encargada de presentar el día 23 de febrero, a las 19:00 horas, en la Casa-Museo Pérez Galdós, la reedición de este trabajo por primera vez desde su publicación original en 1954. Se trata de la única obra en prosa firmada por Josefina de la Torre, que se conozca hasta hoy, porque sí escribió otras, pero con el pseudónimo Laura de Comminges, detalla la periodista. Este volumen reeditado, que forma parte de la colección Agustín Espinosa, incluye también el relato ‘En el umbral’.
Josefina de la Torre fue la protagonista el pasado año del Día de las Letras Canarias y Mederos lamenta que haya sido el año de la pandemia. “Su vida ha sido un poco así, en sus momentos de mayor cosecha de éxitos pasaba algo y desaparecía”, por lo que considera una ironía de la vida haber sido la protagonista en 2020, afirma esta licenciada en Ciencias de la Información, cuya dedicación a la escritora grancanaria comenzó en 1999, tras conocerla en su domicilio madrileño, y desde entonces ha participado en numerosos encuentros y ha publicado varias colecciones de artículos y perfiles sobre ella.
Para Mederos es un poliedro de creatividad, cuyas múltiples expresiones, como la poesía, el teatro, la música y el cine, no dejan indiferente a quien indaga en el cofre de su vida reabierto en 2001, año en que es rescatada de un silencio voluntario que había impuesto a su vida, no así a su creación, tras el fallecimiento de su esposo, el actor Ramón Corroto, a comienzos de los años ochenta del pasado siglo.
Sobre ‘Memorias de una estrella’, Mederos afirma que no es un libro para descubrir a esta más que reputada poeta de la generación del 27, porque su verdadero valor literario está en la poesía. Sin embargo, visto desde la actualidad y “con ojos de espeleólogo”, se descubre la importancia de cómo lo utiliza para describir la época y sus vivencias cinematográficas, volcadas a través del relato de un personaje que explica a una periodista porqué abandona los escenarios. “Es muy entretenido y se puede leer entre líneas. Es apasionante lo que está detrás porque tiene mucha enjundia”, apunta.
“Quien se adentre en estas páginas descubrirá entre sus líneas jirones de una época quizá no tan superada y podrá conmoverse incluso con la aparente ingenuidad de aquellos lectores españoles que acudían puntuales a los quioscos para hacerse con una entrega de La Novela del Sábado en la búsqueda de un pasaporte para escapar de una realidad hueca y fea”, apunta.
Y en lo que está detrás, se puede ver cómo se empieza a formar esa industria del cine en la etapa de posguerra y más dura del franquismo, además del ambiente donde ella se forma como actriz, en una carrera corta, bastante intensa y en ritmo ascendente, sin llegar a ser una protagonista de primera línea.
Mederos explica que la experiencia de Josefina de la Torre en el cine fue bastante frustrante, como ella misma le relató. “El ambiente lo consideraba mezquino y frívolo, además de vulgar y zafio”, apunta. Y es que hay que tener en cuenta que era una mujer rubia, de ojos claros, con un porte casi escandinavo o alemán y con una cultura anglosajona, que hablaba varios idiomas, que era soprano y además escritora de vanguardia, cuando lo que imperaba como patrón cinematográfico de la época era el cine folclórico, religioso y racial de los clichés, describe.
Entre esos clichés estaba el andaluz gracioso, la folclórica como Lola Flores, que era una mujer racial y española, o la beata de convento, amante de su marido, cuidadora de sus hijos y vestida de negro, detalla Mederos, quien agrega que había en el mundo del cine gente “arribista” que vio el negocio que empezaba a nacer, pero que era muy baturra y zafia.
La actriz, guionista y ayudante de dirección abandonó los platós en 1944, en el momento de mayor éxito, tras lograr un galardón en los Premios Nacionales de Cinematografía por el guion de la película ‘Una herencia en París’, del director mexicano Miguel Pereyra, basada en la novela ‘Tú eres él’, firmada por Laura de Comminges. La mayor parte de sus películas tuvieron lugar al lado de su hermano Claudio de la Torre, desempeñando labores varias, incluida la de ayudante de dirección, aunque nunca figuró en los créditos como tal, y también fue requerida por otros directores en alza como Julio de Flechner, José María Castellví o Edgar Neville, agrega.
Se retiró cinco o seis años después de haber empezado su carrera como actriz de cine y es en ese momento cuando aparece ‘Memorias de una estrella’, que no es una autobiografía, pero está claro que tiene unas pinceladas enormes de sus experiencias, explica Mederos.
También aparece muy bien reflejado en la novela lo que ocurría en los camerinos, ya que Bela Z, la protagonista, narra que para poder conseguir papeles tenía que pasar por el dormitorio y la cama de los productores. “Todo esto es lo que está entre las entre líneas de esta novela”, apunta.
Poeta más que prosista
En cuanto al género de novelas, Josefina de la Torre consideraba que estas obras en prosa eran una forma de entretenimiento, pero de menor calado para ella que la poesía. “Ella no se sentía a la par poeta y prosista, nunca lo pretendió, ella es poeta”, explica la periodista, quien agrega que el sustento se lo ganaba principalmente por su voz, en los doblajes para cine y para la radio con el cuadro de actores y actrices de Radio Nacional, aunque también con la firma de Laura de Comminges y a través de varios sellos editoriales, uno de ellos puesto en pie por ella, su hermano Claudio y Mercedes Ballesteros.
Y estos sellos editoriales se convirtieron con el tiempo en viveros de guiones cinematográficos porque trabajaban en lo que hoy se llama sinergias, ya que una faceta alimentaba la otra, apunta Mederos.
Con respecto a la novela ‘Memorias de una estrella”, explica que no estaba destinada a ir a los kioscos ni a venderse, sino que era un testamento vital casi de porqué dejó la gran pantalla y regresó al teatro y a la literatura y la poesía. Este relato apareció en la colección La Novela del Sábado, de la editorial Cid, que estuvo casi 100 sábados en la calle y la gente hacía colas en los kioscos para ir a comprarla, detalla. Su bajo precio, seis pesetas, contribuyó a su popularidad en una España necesitada de medios para evadirse de la pobreza y la angustia de la posguerra, agrega.
Mederos destaca que esta colección reunió en los años 50 a autores consagrados de la literatura española, incluida más de una docena de mujeres escritoras que trabajaron para esa editorial, como Josefina de la Torre y también Pardo Bazán y Mercedes Ballesteros, además de Ana María Matute, Carmen Laforet y Elena Quiroga. “En esos años duros del franquismo, ese papel de mujeres escritoras en esa colección es muy relevante. Era una apuesta, no fue casual”, apostilla.