Canarias, el sueño pendiente de cumplir por el periodista y escritor Vicente Vallés


Amado Moreno //

Camino de otro éxito editorial con el sello de Espasa, Vicente Vallés (1963, Madrid), presentó ayer y firmó ejemplares de “Operación Kazán”, su última producción literaria, en la sala del Ámbito Cultural del centro comercial de El Corte Inglés de Mesa y López, en la capital grancanaria. De hecho, la obra figura ya entre las diez de ficción más  vendidas en librerías españolas y va por su cuarta edición.

Premio Primavera de Novela 2022 en el que le han precedido Juan José Millás, Lorenzo Silva, Rosa Montero, Luis Sepúlveda, Juan del Val y Peridis, el periodista y conductor del informativo nocturno de Antena 3 TV con más seguimiento nacional, Vicente Vallés, reconoció en su cita de Las Palmas que ha necesitado tres años de trabajo, en lugar de uno, para culminar “Operación Kazán”. Le obligó a un mayor esfuerzo que otros títulos editoriales suyos, que se desarrollaron más apegados al estilo periodístico como “Trump y la caída del imperio Clinton” y “El rastro de los rusos muertos”. Su curiosidad por el género espionaje la despertaron en su adolescencia y juventud novelistas como John le Carré, y aún más Frederick Forsyth.

En respuesta al diálogo que mantuvo con Pablo Sabalza, director de Ámbito Cultural, Vallés confirmó la exigencia de una profunda reflexión y laboriosidad para esta entrega sobre espionaje, en la medida que cada episodio “impone no dejar cabos sueltos en el relato para no descolgar a sus lectores”.

El autor focaliza parte importante de la novela en un personaje del perfil de Putin, que ha labrado su carrera profesional y política a través del KGB y de la organización posterior de la inteligencia rusa, tras el derrumbe de la antigua Unión Soviética.

Recordó el periodista madrileño la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, con Putin en su calidad de agente del KGB residiendo en la ciudad alemana de Dresde.  Tiempo después aparece en política como número 2 de un partido que ganó los comicios para el ayuntamiento de San Petersburgo, convirtiéndose en vicealcalde, pero pierde las elecciones siguientes y el cargo. Una “nebulosa” parece cubrir su etapa hasta surgir en Moscú, donde Yeltsin le aúpa a la dirección de los servicios secretos del Estado ruso y más tarde le nombra primer ministro, detalla Vicente Vallés. En este punto, subraya que el ascenso de un agente secreto a la presidencia de un Gobierno no es propio de las democracias occidentales, matizando la diferencia con Bush padre, que había sido director de la CIA antes de llegar a la Casa Blanca como presidente de EE.UU. “En la mayoría de las democracias occidentales la dirección de los servicios de inteligencia son cargos políticos y no agentes profesionales”, puntualizó.

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