Consejos de Germán López para dominar el instrumento más popular de Canarias


·      El timplista ofrece una generosa master class a una docena de alumnos en Ingenio

 

16/07/2017.- Los dedos de Germán López se desplazan con precisión por el traste del timple en uno de los ejercicios de punteo que el músico practica durante su master class ofrecida a una docena de alumnos, que no quieren perderse los consejos del que fuera el pupilo más aventajado del desaparecido José Antonio Ramos. La iniciativa, inscrita en el programa de la XXII edición el Festival Internacional de Folclore ‘Muestra Solidaria de los Pueblos’ de Ingenio, permite a los asistentes conocer el ‘jeito’ genuino de López, un timplista que no ha cesado de crecer en la última década hasta convertirse en el más más sólido representante dentro la nueva generación de tocadores del instrumento más característico del folclore popular de Canarias.


El estilo es indiscutiblemente personal e instransferible, pero Germán López se empeña en transmitir al grupo la técnica que le ha permitido desenvolverse profesionalmente con el timple,convirtiéndose en uno de los artistas de más proyección internacional de las Islas. La colocación de las manos, el perfecto y sincronizado movimiento de los dedos sobre las cuerdas y la presión sobre el traste, la posición del cuerpo…


El timple que habitualmente usa Germán tiene su recorrido e historia. Fue construído por Jesús Machín, uno de los luthieres más prestigiosos de Canarias que, lamentablemente y por razones de salud, ha reducido considerablemente la producción de timples por encargo. Es el mismo artesano que ayudó a José Antonio Ramos a diseñar su invento revolucionario del timple electroacústico.  En realidad Machín lo construyó para el guitarrista Carlos Oramas, quien se lo vendió por el simbólico precio de 1.500 euros a López, después de que éste lo precisara hace ya unos años para afrontar una serie de conciertos que ofrecía en la madrileña sala del Café Central. Desde entonces López no se ha desprendido de ese robusto instrumento construido con palisandro que también se acomodó en las manos del gran Totoyo Millares a la hora de grabar junto a José Antonio Ramos el bello disco ‘Las manos del maestro’.


“Aún se pueden apreciar los rasguños en la noble madera de la caja del timple que le causó Totoyo”, advierte el timplista que reside no muy lejos de Ingenio, en Arinaga. “Pero esas huellas ya forman parte de su historia”, dice el timplista al que le han ofrecido importantes cantidades de dinero por ese instrumento. “No me desprenderé nunca de él. Es difícil dar con un timple que esté bien construido y se adapte a tu forma de tocar, porque el timple es muy puñetero”, añade.


David Díaz lo observa con veneración. Tiene 18 años y es de Ingenio. Estudia timple desde hace dos años y es miembro del grupo Coros y Danzas, que en este municipio del sureste grancanario se cuentan por legión. “Estudié con Abraham Ramos en la Escuela de Música de Ingenio y me encanta el timple y sus registros sonoros. Lástima que no se puede estudiar en el conservatorio. Vengo a perfeccionar mi punteo”, explica David, que como Juan José Rivero, de 15 años, acude a esta master class para reforzar esa técnica imprescindible en los buenos tocadores de este instrumento de cinco cuerdas.


“Les proporciono pautas de estudio para que puedan seguir luego trabajando en casa y enfrentándose al instrumento”, señala Germán López, que les avanzó “que el timple tiene unas posibilidades sonoras infinitas y es capaz de hacer cualquier cosa”. Por ello los anima a que experimenten con el instrumento, sin olvidar que cualquier proyecto artístico concluye con un resultado musical, partiendo siempre de la honesta entrega a la creación en la que tiene mucho que incidir el talento y la inspiración.


Olegario Martín es uno de los alumnos más veteranos de la master class. “El timple ha evolucionado mucho desde que yo pensé que era un instrumento limitado y que solo servía para acompañar en el folclore”. Antonio Olivares volvió a reencontrarse con el timple hace cuatro años “cuando recuperé mis raíces al integrarme en Coros y Danzas, en donde toco el laúd”, señala. Olimpia Martín aún se acuerda cuando su padre le puso por vez primera un timple en sus manos. “Era muy pequeña, pero no ha dejado de acompañarme con desigual dedicación durante mi vida”, confiesa. No es el caso de Germán Núñez, que lo toca desde hace ocho meses,  y que desea en esta clase ponerse al día con el punteo y con otras técnicas que le permitan perfeccionar su aún ruda manera de tocarlo.


Germán López se muestra generoso con sus consejos. No escatima información a sus alumnos y les repite continuamente que sus pautas “son las que le han permitido a él llegar al grado de entendimiento con el timple en el que está, pero que hay muchas más igual de válidas y respetables. Ahora sí, la dedicación y el sacrificio en la práctica regular, será lo que les permita acercarse al dominio del instrumento”. Palabra de maestro.

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