La familia inglesa, con negocios de vino en Madeira, viene atraída por las posibilidades que ofrecía el plátano a finales del siglo XIX
Pedro González-Sosa, Cronista oficial de Guía
La familia igualmente inglesa Leacock estaba establecida en la isla de Madeira desde mediados del siglo XIX donde poseía dos empresas de negocios de vino, uno denominado «Leacock and Company Limited» y otro «British Embroidery Company Limited». Procedente de esta entonces colonia portuguesa llegó a Gran Canaria uno de sus miembros llamado Juan Milberne Leacock, atraído por las que se consideraba grandes posibilidades que ofrecía la economía canaria de finales del XIX. Se estableciéndose en Gran Canaria con el apoyo de la empresa «Elder and Fyffes», de uno de cuyos dueños era su socio en Inglaterra. El propietario de ésta sociedad, cuya compañía se dedicaba a exportar plátanos a Londres, no queriendo afrontar él solo los grandes riesgos que el negocio suponía, invitó a algunos compatriotas residentes en Gran Canaria para la creación de una agencia de importación. Uno de los que respondieron al llamamiento fue Juan M. Leacock. Poco tiempo después Leacock decidió establecerse por su cuenta, adquirió una casa en el barrio de Guanarteme y compró varias fincas en el Norte de la isla para dedicarlos al cultivo del plátano fundando, con un socio llamado Francisco Rodríguez Lorenzo, una empresa que se denominó «Leacock y Lorenzo». De esta forma se afincó esta familia en Gran Canaria desde finales del siglo XIX, donde crearía su gran «imperio» agrícola hasta el fallecimiento de David J. Leacock sobre cuyas vicisitudes y complicaciones judiciales no entraremos porque hay trabajos que se han centrado en todo este entramado.
Aparte de dedicarse principalmente al negocio platanero el patriarca de los Leacock también hizo otras incursiones agrícolas y de explotaciones de aguas subterráneas y, además, se introdujo en la el negocio azucarero adquiriendo la fábrica citada, que si al principio comercializaba sus productos con el nombre de la «Sin Rival», cuando en 1909 la compra empieza a comercializarlos con el de «Santa María de Guía». La venta a favor de Juan M. Leacock la realizó la que hasta ese momento era propietaria de la azucarera, la citada sociedad «Lathbury y Cia.», por el precio de dos mil libras esterlinas , incluyendo no solo el edificio «sino la máquina de vapor, el alambique, el estanque y demás aparatos, enseres y utensilios, y todas las existencias de mieles, azúcares y demás efectos». En nombre de Leacock, padre, que en ese momento tenía su residencia en el pueblo de San Lorenzo, actúa con poderes su compatriota Robert Atcherley y Brookes, comerciante de Las Palmas, quien entrega a la parte vendedora un cheque del Barclay Company Limited, de Londres. Todavía Juan M. Leacock siguió explotando la fábrica y produciendo sus diferentes productos cuyo maestro azucarero era José Alemán quien dio paso más tarde, como se ha dicho, con el mismo cargo y categoría, a su sobrino Manuel Quevedo Alemán que permaneció como director hasta que sobre el año 1914 o 1915 Mr. Leaock decidió cerrar su producción. Según Gerardo Quevedo, hijo de Manuel Quevedo, el motivo del cierre fue la ruina de este sector por la aparición «de nuevo de la fiebre del plátano», sustituyendo los agricultores el cultivo de la caña por el banano.
«La máquina» permaneció inactiva desde 1915 o 1916 hasta que en 1919 David J. Leacock, a través de un hermano que aún permanecía en Madeira, logró la venta de toda la maquinaria a un portugués, que además era banquero, llamado Enrique Figueira da Silva, que pone como condición para cerrar la operación que el maestro azucarero Manuel Quevedo tenía que trasladarse para ponerla en marcha y asumir la dirección. Así fue cómo Quevedo se traslada con su familia a Funchal donde permaneció varios años ejerciendo la función de encargado.
El patriarca Juan M. Leacock, casado que estaba con María Silence, falleció en Lausanne (Suiza) el 19 de mayo de 1915 bajo testamento que había hecho en septiembre de 1908 de acuerdo con la ley inglesa y un codicilo de noviembre de 1910, ambos en Inglaterra, en el que nombra a su esposa María «Si me sobreviviera, para su uso y beneficio absoluto, de todos los bienes reales e inmuebles y personales o muebles, y la nombro albacea de mi testamento y tutora de mis hijos menores».
María Silence, que residía en Madeira, otorgó el 26 de junio de 1916 poder a su hijo David J. Leacock, nacido en Funchal en 1880, que vivía aquí en San Lorenzo, para que acuda al Registro de la Propiedad de Guía e inscriba su derecho hereditario, como así quedó despachado, convirtiéndose éste en encargando de los negocios y que con el tiempo, aumentaría aquellos y fundaría un verdadero emporio agrícola que llevaría hasta su muerte el apellido de su familia, ya popular en el norte de Gran Canaria cuyas vicisitudes quedaron estupendamente contada por los tres trabajos publicados en el periódico LA PROVINCIA el pasado domingo y aquí hemos pretendido solo saber la razón por la que la familia Leacock se estableció en la isla.