De la censura a la libertad de expresión


Amado Moreno //

Testimonio personal canario del paso de la dictadura a la democracia y su efecto positivo

Una mirada retrospectiva al cumplirse el 45 aniversario de la muerte de Franco

El 45 aniversario de la muerte de Franco este mes de noviembre invita a una mirada retrospectiva para evocar sus consecuencias en el mundo de la comunicación. Aunque la Ley Fraga de Prensa de 1966 significó un cierto aperturismo del régimen de Franco, y una mayor flexibilidad en la salida de las publicaciones a la calle, no es menos cierto que la reforma del código penal al año siguiente endurecía la represión para aquellos que incumplieran el respeto a los denominados principios fundamentales del Movimiento Nacional.

La Ley Fraga ya contemplaba fuertes multas, suspensión de la actividad pública del periodista, cuando no el secuestro de la cabecera o medio. De hecho, la administración de aquellos tiempos abrió centenares de expedientes sancionadores, casi un millar, desde la promulgación de la Ley Fraga hasta la entrada en vigor de la Constitución en 1978, que consagraba la libertad de expresión propia de un sistema democrático.

La severa censura gubernamental, amparada en una ley de 1938, no desapareció del todo con la Ley Fraga de 1966. ¿Cómo se trabajaba en las redacciones con esta espada de Damocles? Se trabajaba. Algunos asumían la autocensura individual. Otros, a veces la ignoraban, recurrían a sutilezas de estilo, cuando no tropezaban con los “filtros” que habían por encima antes de llegar su texto a la linotipia y posteriormente a la rotativa. El objetivo de los “filtros” era supervisar que la información en todo caso no rebasara las líneas rojas de la ley, y evitar una situación incómoda o insalvable para la estabilidad de la empresa frente al Régimen.

Mi experiencia profesional durante este periodo agónico del franquismo, finales de los años 60 hasta el 20 de noviembre de 1975, en que sucedió la muerte del general dictador, fue realmente corta y menos intensa que la que me tocó vivir en Diario de Las Palmas y LA PROVINCIA en las décadas siguientes. Periódico vespertino Diario de Las Palmas, pese a ser considerado liberal conservador contaba curiosamente en aquella etapa con periodistas en su mayoría de izquierda: Luis García Jiménez, José Carlos Mauricio, Alfredo Herrera Piqué, Antonio Ojeda Frías, Óscar Falcón Ceballos, José Ferrera Jiménez, Fernando Díaz Cutillas, Pedro Perdomo Azopardo, entre otras firmas, además de colaboradores de relieve como Agustín Quevedo, crítico musical, Orlando Hernández, poeta, y Eduardo Millares, que nos deleitaba cada mañana con sus viñetas humorísticas y su personaje de Cho Juaá para publicar en la edición de tarde.

Algunos de aquellos compañeros hicieron carrera política después en democracia: diputado uno, Mauricio. Senador otro, Herrera Piqué. Consejero del Cabildo grancanario un tercero, Juan Trujillo Bordón. Por su parte Ojeda Frías dio el salto profesional al emblemático semanario político “Cambio 16”, del que fue redactor jefe, para acabar más tarde su carrera en Antena 3 TV como guionista.

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