Sergio Alzola //
Up2u Project-Camino De Santiago 2018
Subo al avión de vuelta a la isla de Gran Canaria formando parte de una experiencia que muchos no olvidaremos. Todas las personas que profesionalmente nos dedicamos a la educación con menores en dificultades, sabemos que es un arduo trabajo nunca mejor dicho de campo, un sendero rompepiernas.
El camino inglés nos regala paisajes preciosos, una tierra gallega rica y generosa, y al igual que los chavales, requiere del cuidado y de la sutileza en las formas, para proporcionar un equilibrio necesario.
Somos más de 200 peregrinos que venimos de muchos puntos de la geografía española, algunos voluntarios y casi la mitad, menores que comienzan a dar sus primeros pasos. El ritmo es diverso y acompasado, combinación de la enorme energía adolescente con la sabiduría añeja del silencio vigilante y calmado.
La primera etapa es dura, a medida que se suceden los kilómetros, la silueta del caminante proyectada por el sol, refleja la vida. La negatividad y la percepción que generan la fatiga y el cansancio, se combaten con el músculo que nuestros críos, más necesitan, la voluntad de la propia mente.
Los días se suceden y es bueno que los chicos vean que la organización es necesaria y que la ayuda se da de manera solidaria y encomiable por parte de muchos. Es el último día, queda poco para llegar y se palpa como la energía del grupo en bloque aumenta.
El recibimiento del Obradorio es muy emocionante, pasar por la entrada a la plaza con el sonido de las gaitas y el júbilo de nuestros pibes ponen los pelos de punta. Me emociono cuando un menor me dice “es la primera vez en mi vida que mi madre me dice que se siente orgullosa de mí”. Y de repente, todo el sufrimiento se convierte en placer.
Reparto muchos abrazos, pido más a las autoridades, siento una sonrisa tremendamente cómplice con mi corazón, porque en el fondo como decía nuestro Machado, lo mucho que queda aún por hacer, se hace caminando…