El catedrático Ramón Zallo cierra las jornadas «La ciudad y el impacto económico de la cultura»


Ramón Zallo, catedrático emérito de la Universidad del País Vasco, cerró este viernes, 3 de junio, las jornadas «La ciudad y el impacto económico de la cultura» con su ponencia «La cultura en tiempos digitales y post pandémicos: hacia nuevas políticas culturales de desarrollo territorial y social». Tony Ramos Murphy, director de CulturaLink (firma consultora que ha coordinado el programa) volvió a ejercer de conductor de estas últimas sesiones. 

Zallo, que también fue viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco durante siete años, precisó que en su ponencia «el concepto de cultura no se ciñe solo a los espacios culturales, sino que se extiende a los espacios domésticos, que forman parte también del capital cultural de un país».

El ponente indicó que, en general, «no son buenos tiempos para la cultura, que se ha mercantilizado», y que también está afectada por fenómenos como «el crecimiento de la cultura gratuita y amateur» en las plataformas digitales, «y con la pérdida de privacidad» en esos entornos. 

«Desde 2008 hasta hoy las industrias creativas han crecido más que las industrias culturales», señaló, en su diagnóstico del escenario actual. También añadió que en los periodos comprendidos entre 2008 y 2014 y entre 2020 y 2021 «ha habido pérdida en términos de diversidad y sostenibilidad cultural», y también una merma, en general, en inversión pública en España. «Lo malo», ahondó, «es que la ciudadanía ha aceptado esto de manera más o menos natural». Además, corroboró que el impacto de la última crisis sanitaria «cortó la recuperación que se había empezado a experimentar».

Zallo reveló que «yo soy de los que piensan que la comunicación forma parte de la cultura», para advertir de que debe ser determinante «que la Unión Europea defina el marco legal de las empresas transnacionales de la comunicación que puedan tener intereses en determinadas acciones en la cultura. Por eso es importante la nueva directiva sobre servicios digitales que está ahora en discusión». 

El catedrático también apuntó cómo en los espacios digitales la audiencia, las masas, «están poco a poco siendo canalizadas hacia las opciones de pago, hacia las suscripciones». En general, observó, «tampoco son buenos tiempos para la libertad», con el surgimiento de «identidades digitales en microrredes que tienen su propia perspectiva de la realidad, con el riesgo de una fragmentación inquietante» y las «diferencias sociales en función de las capacidades de acceso a la tecnología y las redes».

Zallo subrayó el «riesgo de enajenación algorítmica en los procesos de toma de nuestras decisiones», en un contexto en el que se emplean «pulsiones como argumentos», se deben purgar las fake news o se palpa una «falta de respeto a la autoridad» en foros digitales. Por lo pronto, sentenció, «la mercantilización de la red ha ganado la partida». 

El ponente defendió su tesis de que «se requiere un concepto estricto de cultura, incluso desde la economía. La política cultural debe tener una autonomía propia y debería considerarse como el ecosistema social motor. Es más, conforma un sector económico específico». Bajo estas premisas, afirmó que «la cultura sirve para entender la ciudad», y que «no hay convivencia de calidad sin capital cultural y sin renovación cultural». Y presentó una propuesta de nuevo modelo de gobernanza cultural post pandemia que, entre otros apartados, conceda una mayor importancia en la educación cultural y audiovisual o la innovación. 

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