- El cuentista participa hasta el día 1 de mayo en el Festival de Narración Oral ‘Solopalabra’ que impulsa la Biblioteca Insular
¿Cómo definiría la profesión del narrador oral? ¿Es el narrador un actor?
Resulta obvio, pero un narrador o una narradora profesional es quien ha hecho de contar cuentos su oficio, es decir, es una persona que pasa gran parte de su tiempo buscando repertorio, preparando cuentos y contando de viva voz a un público, aunque quizás lo que determine objetivamente la profesionalidad es que paga sus impuestos por esta actividad profesional y comparte un código deontológico.
El cuentista y el actor pueden compartir ámbitos de trabajo (como un escenario de un teatro) y recursos escénicos, pero son disciplinas artísticas distintas. En mi opinión hay dos diferencias muy destacables entre ambos: en primer lugar el narrador tiene un texto (aprendido, un guion escrito) y el cuentista tiene un discurso (elaborado en el momento); en segundo lugar en la narración oral no hay cuarta pared, es más, es una actividad muy situacional en la que el contexto y la interacción directa con el público cobra gran importancia para su desarrollo.
¿Cómo sobrevive o convive la narración oral con las nuevas técnicas de comunicación?
Durante miles de años, desde que apareció el lenguaje complejo, contar historias ha sido el plato fundamental en el menú de la ficción del ser humano. Que haya otras alternativas de comunicación es positivo (en pandemia hemos visto cómo eso nos ha permitido estar más conectados con nuestros seres queridos), pero contar y escuchar cuentos presencialmente nos reubica y nos recuerda lo que somos y siempre hemos sido: homo narrans, seres de historias en diálogo con los otros.
La narración oral convivirá con estas y con las nuevas técnicas de comunicación que están por venir, porque contar y escuchar historias de viva voz en un contexto compartido es algo inherente al ser humano.
¿A qué retos futuros se enfrenta la narración oral?
La narración oral tradicional de los viejos grandes cuentos pervive en algunos ámbitos de resistencia, pero es cada vez menos habitual tal como era hace unos siglos. Eso no significa que desaparezca, sino que, sencillamente, se transforma, cambia: seguimos contando y escuchando historias todos los días.
En cuanto a la narración oral profesional creo que es un viejo oficio que va reencontrando su nuevo lugar en esta sociedad. Pienso que todavía falta mucho por hacer, desde cuestiones propias del oficio (como articular una propuesta de formación completa que facilite los primeros pasos a quienes quieran dedicarse a este oficio) a cuestiones que no dependen directamente de nosotros pero que son muy relevantes para el desempeño de nuestra labor (epígrafe propio, estatuto del artista, etc.). En cualquier caso será una gran aventura seguir creciendo como colectivo profesional.
¿Cómo se desenvuelve la narración oral en tiempos de pandemia?
Como toda disciplina artística presencial este tiempo de pandemia ha sido muy complicado. No hemos podido trabajar contando cuentos como solíamos y hemos tenido que dedicarnos a otras actividades relacionadas con nuestra labor (la formación en línea, por ejemplo). Algunos compañeros y compañeras han dado el salto a la narración a través de la cámara, pero ese es un tema del que yo sé muy poco.
En cualquier caso también hemos aprovechado el tiempo para la lectura y búsqueda de nuevos cuentos para el repertorio, para la reflexión y la formación, para el trabajo colectivo, etc.
¿Cómo definiría su estilo narrativo? ¿De qué fuentes se nutre?
Soy un narrador muy centrado en la selección de las historias, mi trabajo es, sobre todo, de búsqueda de buenas historias para contar y, una vez decido incorporarlas a mi repertorio, las encajo en mi garganta, las hago mías. No utilizo muchos recursos escénicos y trato de ser un narrador lo más “natural” posible.
Aunque cuento cuentos de autor y cuentos propios también, el grueso de mi repertorio, desde 2006, son los cuentos de tradición oral, específicamente los cuentos tradicionales recogidos en el arco mediterráneo (no sé muy bien por qué, pero me siento muy cómodo contando estas historias).
¿Podría hablarnos de influencias, si la hubiera, en su estilo?
Creo que no dejo de aprender de todo lo que leo y todo lo que veo; especialmente sigo aprendiendo de cada compañero y compañera que veo contar, aunque, en cualquier caso, no sé si hay alguno que me haya influido más que el resto y eso se refleje en mi estilo.
Este trabajo nuestro es mucho de camino solitario y de búsqueda de la propia voz. Además en este, como en otros oficios artísticos, la diferencia siempre es un valor positivo, por eso es tan importante cultivar la propia voz para, de esa manera, alimentar lo propio y diferente, lo que te hace ser distinto a los demás.
¿Cuál es el panorama de la narración oral en España hoy?
Creo que el nuestro es un oficio frágil, pero también resiliente. Estábamos saliendo por fin de la crisis de 2010 cuando ha llegado la pandemia y ha sido un duro mazazo. Serán tiempos difíciles pero también saldremos.
Por un lado el colectivo de narradores y narradoras profesionales va creciendo y se va consolidando poco a poco. Y por otro lado, hay algunos espacios de programación continuada de narración y grandes eventos (como festivales y maratones de cuentos). Pero son todavía muy pocos y la visibilidad de esta disciplina artística es escasa aún. Para mucha gente la idea de un “cuentacuentos” es algo así como un simpático entretenimiento para los más pequeños; cuando la narración oral es una disciplina artística para todos los públicos (sí, también para público adulto) y con propuestas muy diversas y de muy variados estilos.
Usted es un profesional frecuente en los actos impulsados por la Biblioteca Insular de Gran Canaria. ¿Puede referirse al estado de salud de esta manifestación en Canarias?
En Gran Canaria se celebró el primer gran evento de narración oral en España, fue el Festival de Agüimes, el decano de los festivales de cuentos del panorama nacional. En esta isla también está la Biblioteca Insular del Cabildo de Gran Canaria, que programa grandes eventos de narración como el Maratón de los Cuentos, su actividad ‘Cuentos eróticos por los rincones de Vegueta’, ‘Cuentos de miedo’ y la programación de ‘Días de cuentos’, un modelo a seguir por la calidad y el cuidado con que se hace. Saliendo de esta isla hay otros grandes eventos de narración en Canarias, por ejemplo, el Festival Intenacional de Cuentos de Los Silos en Tenerife o Palabras al vuelo en Lanzarote. El cuento contado se encuentra muy cómodo y muy bien cuidado en las Islas Canarias.
Que haya tanta propuesta narrativa ayuda para contar con un público formado, crítico, uno de esos públicos a los que siempre es un disfrute contar.