El Museo de Historia y Antropología saca de bambalinas la conservación del centro


La sede de la Casa Lercaro, en La Laguna, es objeto de las labores de limpieza general en el área de la exposición permanente y permite al público que acuda  satisfacer de cerca su curiosidad sobre los objetos que se muestran

La sede de La Laguna del Museo de Historia y Antropología de Tenerife, en la Casa Lercaro, lleva a cabo del 2 al 5 de diciembre, y del 8 al 12 de este mismo mes, las labores de limpieza general en el área de la exposición permanente. Esta acción resulta una oportunidad única para que el público que acuda al museo en estas fechas observe cuáles son las tareas que se llevan a cabo por la Unidad de Conservación y otras áreas de Museos de Tenerife. Además, el personal técnico del centro estará presente en las salas para satisfacer curiosidades sobre los objetos que se encuentran expuestos en los diferentes ámbitos y que ilustran la historia de la isla de Tenerife, resolver preguntas y conocer, en vivo y en directo, el trabajo que normalmente “se hace de espaldas” a los visitantes. 

La limpieza anual forma parte de una de las acciones que, en pro del mantenimiento de las colecciones, se lleva a cabo en el marco metodológico de la conservación preventiva, evitando llegar a tener que restaurar o intervenir en los objetos al poner el acento en las condiciones causantes de su posible deterioro.

Igual que se preserva las colecciones, se cuida también del edificio. Continente y contenido forman, en el caso de este museo, una indisoluble unión patrimonial. El edificio de la Casa Lercaro, una construcción de finales del siglo XVI, está protegido mediante la figura de Bien de Interés Cultural y necesita también los mismos mimos y cuidados. Y todo se hace al mismo tiempo que se lleva a cabo esta limpieza anual. Por eso, también desde el Museo de Historia y Antropología se enseña y difunde el edificio, rentabilizando las actividades que lleva a cabo esta institución pública.

Desde luego, el público que se acerque durante estos días no vivirá una visita al uso. Habrá ruido de aspiradoras, las piezas fuera de las vitrinas, algo de desorden y un ajetreo inusual en salas. Todo esto en pro de una de las funciones que tiene el museo: la preservación, a largo plazo, del patrimonio material para las generaciones futuras.

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