Fallece Guillermo García-Alcalde, un histórico del periodismo y la cultura de Canarias


Día de luto y muy triste para la redacción de LA PROVINCIA, para todo el personal de Editorial Prensa Canaria y para todo el mundo de la comunicación en el Archipiélago.

Y día también de enorme pesar para el universo de la cultura, y muy específicamente de la música clásica y contemporánea, de esta tierra que lo acogió cuando él era un joven periodista y a la que entregó durante más de 50 años toda su profesionalidad, sabiduría y una apostura intelectual, honesta y visionaria, en un tiempo trascendental para Canarias y para su configuración político-institucional, económica, cultural y social en el marco de la nueva España surgida de la Transición. 

El adiós de Guillermo García-Alcalde deja tras de sí un vacío al tiempo liviano y denso, el del periodista culto, ilustrado y sofisticado que supo trasladar a su trabajo y a sus responsabilidades como director y gestor de medios ese talante progresista y liberal, en el sentido clásico del término, que siempre defendió, y el de la figura emblemática defensora del desarrollo cultural de los individuos y de los pueblos como única garantía de avance justo y democrático de la humanidad.

Su enorme sensibilidad para toda la actividad artística en general se expresó de manera muy particular en el mundo de la música llamada culta, de la que además de ser un apasionado seguidor y un fino y atinado crítico de afilada pluma en este periódico y en distintos medios nacionales e internacionales, cultivó de manera directa en el ámbito de la composición, además de haber alcanzado el estatus de profesor de piano tras haber realizado estudios musicales en su Asturias natal.

Su prestigio en el ámbito de la crítica musical le hacen recordar ahora en el momento de su desaparición no solo como uno de los pioneros en esta actividad en la prensa isleña, sino también como un activista y agitador de la vida musical en las Islas.

Pero García-Alcalde nunca dejó que su pasión melómana lo despistara de su verdadera vocación y profesión, la de periodista comprometido desde sus inicios con la democratización del país y cuyo papel como director de LA PROVINCIA en los estertores del franquismo fue clave en el desarrollo de una nueva manera de contar la realidad de Canarias, compromiso que mantuvo luego en sus cargos directivos en la empresa editora del diario, Editorial Prensa Canaria, y del vespertino hermano ya desaparecido Diario de Las Palmas, o en los que posteriormente asumió en el grupo Editorial Prensa Ibérica, de la que fue consejero delegado hasta su jubilación en 2011.

Asturiano de Canarias

Nacido en Luarca (Asturias) en 1940, García-Alcalde realizó inicialmente estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo obligado por su padre, algo que sin embargo no impidió que posteriormente se matriculara en el Conservatorio de esa ciudad para dar salida a su vocación musical en ese momento. Y fue la música la que lo llevó de una manera totalmente casual a la profesión periodística, según explicó él mismo en alguna ocasión.

En 1962, uno de sus profesores en el conservatorio ovetense, que también hacía crítica musical en La Voz de Asturias, cayó enfermo y le ofreció una sustitución temporal en esta tarea periodística. Tras aceptar «encantado», García-Alcalde descubrió que más que el propio comentario musical, lo que le cautivó de aquella experiencia fue el ambiente de la redacción del periódico donde lo hizo.

Tres años después y tras concluir sus estudios musicales, en 1965 se matriculó en Periodismo, a caballo entre la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de La Laguna, mientras seguía haciendo crítica musical en la prensa diaria ovetense.

Fue en 1966 cuando García-Alcalde recaló en Las Palmas de Gran Canaria para incorporarse a la redacción de LA PROVINCIA en su reaparición como cabecera histórica de la prensa canaria tras varios años en el dique seco y dirigido entonces por José Luis Martínez Albertos, el conocido profesor y autor de textos académicos sobre la profesión.

Recordaba él esos años como los de un «periodismo romántico» pero de nuevo cuño que trataba de relanzar el proyecto editorial acogiéndose al supuesto aperturismo de la ‘Ley Fraga’ de prensa.

Esa primera experiencia en las Islas duró cerca de dos años antes de volver a su Asturias natal para trabajar, entre otras cabeceras, en La Nueva España y en la revista Asturias Semanal, en la que alcanzó el puesto de redactor jefe, además de codirigir un programa cultural en Radio Asturias junto al gran periodista asturiano Juan Cueto.

Pero su anterior paso por Canarias ya había dejado huella y en 1972 fue reclamado por el entonces dueño de LA PROVINCIA, Matías Vega, también presidente del Cabildo de Gran Canaria, y a propuesta de su mano derecha y consejero, Tomás Hernández Pulido, fallecido el pasado 5 de marzo, del que el propio García-Alcalde fue luego estrecho colaborador y gran amigo.

Director con 31 años

Regresó así a las Islas con 31 años, siendo en ese momento el director de prensa más joven de España, pero con la «absoluta prohibición» por parte de su mujer, Mari Carmen, de no estar más de dos años en este destino y con la idea de volver a la Península transcurrido ese tiempo.

Pero ni él ni ella tardaron en encontrar en esta tierra su propio hogar y hacerla su paisaje y construir en ella su proyecto vital. La llegada de García-Alcalde a la dirección de LA PROVINCIA fue un revulsivo para el periódico, proyectando una nueva mirada sobre la actualidad de Gran Canaria, de la capital de la isla -Las Palmas de Gran Canaria- y del conjunto del Archipiélago en el marco de la pulsión de cambio social y político que ya se advertía en aquellos estertores del franquismo.

Una idea de acercamiento de la información a los intereses de los ciudadanos y de reflejo de las realidades de las Islas, formando un grupo de jóvenes profesionales que trataron de hacer un periodismo democrático y progresista que sufrió no pocas advertencias por parte del régimen y que le costó, en los primeros nueve meses de esa nueva etapa del diario, otros tantos expedientes administrativos y un secuestro de edición por no asumir los cortes impuestos por la censura previa imperante aún en esos tiempos. «Se hacía un periodismo con un voluntarismo extraordinario y con la ilusión de que estabas contribuyendo a cambiar los esquemas mentales de los lectores», decía García-Alcalde sobre aquella novedosa experiencia.

FUENTE: La Provincia

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