- ‘Benito Pérez Galdós. La verdad humana’ ofrecerá hasta el 15 de agosto un recorrido por la obra del autor
Benito Pérez Galdós (1843 – 1920) regresa al instituto Cabrera Pinto en el que se examinó de Bachillerato en 1862 a través de una exposición que recorre sus “mil caras” de hombre genial y polifacético, más allá de su condición de escritor universal que no alcanzó la trascendencia mundial por motivos ajenos a su obra. ‘Benito Pérez Galdós. La verdad humana’ ofrecerá desde este sábado hasta el 15 de agosto un recorrido por la obra del autor canario, el tiempo histórico que lo acogió, manuscritos y retratos, lecturas y estudios, y hasta fotografías, pinturas, mobiliario o colecciones privadas, para una exhibición de casi 200 piezas de distinta procedencia.
Galdós se examinó de Bachillerato en el instituto Cabrera Pinto el 3 de septiembre de 1862, que aprobó con un sobresaliente, pero jamás recogió el expediente, una irónica y “gran suerte” porque el instituto lo mantuvo como legado histórico. “Por primera vez lo podremos enseñar al público”, ha celebrado este viernes en rueda de prensa el comisario de la exposición, galdosista y catedrático emérito de Literatura Española, Germán Gullón, acompañado por el viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Juan Márquez.
Además, la exposición supone una aproximación a un escritor que renovó decisivamente la novela española del siglo XIX e influyó en los grandes autores posteriores, como Juan Ramón Jiménez, García Lorca o Aleixandre, pero que además traspasó las fronteras de las letras porque fue también dramaturgo, editor, músico, pintor, periodista, cronista “extraordinario” o diputado en las Cortes. Tocaba el piano y la armónica y ofrecía conciertos con un sobrino; pintó cuadros “pequeños y preciosos” con Antonio Maura, un “gran amigo” suyo que acabaría siendo presidente del Gobierno; y fue un buen parlamentario, de corte liberal y luego republicano, aunque tímido.
“Además, era un escritor político extraordinario. Sus crónicas sobre, por ejemplo, el regionalismo, sirven para hoy. Si cambias regionalismo por autonomías, te percatas de que los problemas de entonces permanecen”, ha dicho Gullón. “Todo esto va en contra de lo que se ha solido pensar sobre Galdós. Recorrió toda Europa, visitó las casas de Shakespeare y Dante en Inglaterra e Italia, leía y hablaba inglés y francés, algo sabía de alemán… Estaba inserto en la literatura y la cultura europeas”, ha asegurado este experto galdosista.Galdós renovó decisivamente la novela española del siglo XIX
Produjo una obra literaria entre 1881 y 1888 que jamás nadie ha vuelto a escribir en Europa, ha subrayado Gullón, que por sí sola convertirían en famoso a su autor no solo por las historias tratadas, sino por las técnicas empleadas, producto de una maestría narrativa que en nada es inferior a Miguel de Cervantes, según Gullón. Sin embargo, a partir de 1878 nunca más fue traducido. Su novela “Doña Perfecta” se pudo leer en todos los idiomas europeos, pero sus mejores novelas de aquel periodo fueron ignoradas.
“Esta exposición contiene la primera traducción al inglés de Fortunata y Jacinta. En 1986. Siglo XX. Galdós no tiene entonces esa proyección internacional. ¿Por qué? No lo sé. Es algo que todavía estamos averiguando”, ha lamentado el comisario de la muestra. Gullón entiende que el hecho de que no recibiera el premio Nobel de Literatura en 1912 responde a que la propia Academia solo concedía el galardón a escritores idealistas, como Echegaray (1903).
La “extrema derecha” española envió cartas a la Academia tratando de perjudicarlo, que no leían sus miembros por estar en español, hasta que en 1950 rompieron con esa tradición al otorgárselo al escritor norteamericano William Faulkner. La exposición ya se mostró a finales de 2020 en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, a la que acudieron 70.000 personas, y continuó en la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria. Abarca los episodios más relevantes de su vida, desde su nacimiento en Las Palmas de Gran Canaria hasta su muerte en Madrid, cuando el pueblo madrileño rindió un homenaje multitudinario a quien había dado cuenta de sus costumbres y su idiosincrasia plural y mestiza.