Gran Canaria, el altar de la bóveda celeste


Desde hace apenas unos días la isla de Gran Canaria figura en el catálogo de la Unesco con el Risco Caído y las Montañas Sagradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Un reconocimiento a valores únicos en el mundo que deben ser conservados y merecen ser conocidos. Y, simbólicamente, este bien aprobado aporta al reducido catálogo la vinculación del hombre con la naturaleza y el espacio, desde la antigüedad, con sus reglas y ritos asociados al conocimiento del movimiento de los astros. Una sociedad que desarrolló una civilización que durante siglos pudo sobrevivir en un territorio limitado, aislado, pero rico en contrastes y con un clima afortunado. Sus gentes se adaptaron de forma original a una naturaleza prodigiosa. Llenaron de símbolos y representaciones las entrañas de la tierra en cuevas con grabados, pintadas o convertidas en focos de luz solar. Un mundo en el que la tierra y el espacio ayudaban a entender y programar la vida. Un paisaje que invita a la observación de los astros y su entendimiento para conocer las relaciones entre la vida en la tierra y los ciclos que determinan los solsticios.

Pero si tan importante para el mundo es el conjunto troglodita de Risco Caído y las montañas sagradas, cantadas por el compositor Néstor Álamo, pintadas por Néstor Martín-Fernández de la Torre o descritas por Miguel de Unamuno, también lo es (siempre lo ha sido) la Cueva Pintada o el santuario de Cuatro Puertas, entre otros. Porque Gran Canaria tiene mucho y muy valioso de aquella cultura troglodítica de los antiguos canarios, cuyo misterio y huellas se encuentran por casi toda la isla, más allá del territorio declarado por la Unesco.

Quizás esta declaración anime a incrementar la escasa inversión en investigación y actuación didáctica, así como la coordinación historiográfica que ponga fin a las fantasías y tópicos de origen incierto y que delatan las escasas fuentes para la investigación y los limitados recursos que se ha dado al estudio de esa civilización.

Aún así, pocas veces han recibido tantos elogios una declaración como en el caso de Risco Caído y la cultura de aquel pueblo que habitó la isla durante unos 1500 años sin apenas contacto con el exterior y cuyo fin comenzó en 1478, pero que la naturaleza ha conservado -en estado de abandono y olvido- muchas de sus creaciones hasta nuestros días.

Sin embargo, se logró la ansiada declaración, a pesar de que la propuesta tenía en su contra que España es el tercer país en número de Patrimonios de la Humanidad y que en Canarias ya hay otros cuatro bienes con el máximo reconocimiento mundial que representan varios de nuestros valores más destacados: la vulcanología con el Teide; una naturaleza legendaria con Garajonay; la original arquitectura y concepto urbanístico con La Laguna; y el lenguaje silbado de La Gomera como creación de un modo de comunicación adaptado al entorno geográfico. Por último, con la decisión de la Unesco el pasado 7 de julio en Baku (Azerbaijan), se reconoce la cultura ancestral de los antiguos canarios vinculada a la tierra y a los astros, que con tanta exactitud conocían los antiguos pobladores de la isla para organizar ritos de diverso sentido para su vida.

La relación de Gran Canaria con el estudio de los astros tiene ya un reconocimiento global, producido unos días antes de la conmemoración del 50 aniversario de la llegada de la nave Apolo XI a la Luna con sus tripulantes. Otro acontecimiento que une a Gran Canaria con la historia de la Humanidad por ser la base de una de las estaciones pioneras en la carrera espacial.

¿Te vas a perder la oportunidad de conocer nuestras montañas sagradas y nuestra histórica participación en los programas que hicieron posible la llegada de astronautas a la Luna?

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