C.G.O.
¿Cuánto ha cambiado el periodismo desde sus inicios hasta ahora?
Ha habido un cambio brutal en el periodismo. Yo vengo de la máquina de escribir, del plomo y del teletipo, y de repente te encuentras con un ordenador. La primera vez que me lo pusieron delante me dio cierta cosa, y eso que tenía una máquina eléctrica. Los grandes cambios empezaron en los 80 y 90, y se acentuaron a principios de siglo, y aún siguen. Los avances tecnológicos son una maravilla, pero a la vez te preguntas qué hay detrás, porque en realidad somos hormigas a las que nos ponen la miel y vamos. Es tremendo. Cuando leímos ‘Un mundo feliz’ de Aldous Huxley o ‘1984’ de George Orwell creíamos que era ciencia ficción y ha sido superado con creces.
¿Cómo fueron sus comienzos en esta profesión?
Yo empecé a trabajar en el año 1967 después de hacer prácticas en el desaparecido periódico ‘La Tarde’, de Tenerife, que lo dirigía un periodista fantástico del que aprendí mucho, Alfonso García Ramos, que también era escritor. Había terminado periodismo y tuve mucha suerte, porque me fui a Bélgica, donde vivía un familiar. Estuve en el sitio correcto en el momento oportuno, porque me enteré que la Agencia Efe necesitaba a una redactora en prácticas y comencé a trabajar allí. Fue una experiencia estupenda para una jovencita de 21 años. Después volví a Lanzarote y me trasladé a Gran Canaria, donde empecé a trabajar en La Provincia. Era la única mujer que había en la redacción, pero no me sentí mal por ser la única. Era una más, no tuve problemas de ningún tipo. Después empecé a trabajar en la delegación de El Día en Las Palmas de Gran Canaria y lo más interesante es que tuve varias corresponsalías y eran una gran válvula, porque además de un complemento económico era una experiencia estupenda.
Fue durante años corresponsal de la BBC en Canarias
Sí, y también surgió por estar en el momento en el sitio oportuno. Fui a Londres y el periodista Juan Cruz me presentó a uno de los responsables de la BBC. Era mediados de los 70 y les interesaba mucho lo que pasaba en Canarias. En ese momento estaba el movimiento de MPAIAC, la guerra del Sahara y la transición. Estuve ahí hasta que llegó Margaret Thatcher como primera ministra y quitaron a los corresponsales periféricos. Durante esos años tuve la oportunidad de ir a África, a las cumbres de la Organización de la Unidad Africana y conocer a muchas personas y vivir una experiencia única. Me da pena que en la actualidad se hayan acabado prácticamente los corresponsales, son ‘freelance’ que se juegan el pellejo. Para los periodistas es una experiencia impagable.
¿Cómo sobrelleva las ‘fake news’, esta rapidez de la información y la falta de contraste de las noticias?
Lo sobrellevo con dificultad y echándole sentido del humor. Quiero morirme cuando me toque y no que me maten a disgustos. Hay que apelar a la responsabilidad de cada uno porque no tenemos otra. Y a esto se suma la educación que le estamos dando a las nuevas generaciones, a crear seres uniformes y sin criterios para opinar. Es necesario apelar a la conciencia de los profesores y de los maestros. Es muy deprimente lo que estamos viviendo y creo que estamos a punto de desarticularnos del todo como sociedad. O seguimos como becerritos detrás de la campana que nos tocan para comer, beber y coger sol, o nos rebelamos, y es muy difícil.
¿Cómo ve el futuro del periodismo?
No lo veo, más bien lo veo con las grandes cadenas y monopolios manipulando y haciendo lo que les da la gana. Nos quedará el consuelo de pequeños periódicos digitales que aguantarán con las limosnas de quien pueda colaborar para mantenerlos y poco más. A los jóvenes no les interesan las noticias y creo que hay que buscar el porqué ocurren las cosas y para eso hay que estudiar Historia, y para tener criterio, mucha Filosofía.
Ha visto muchos cambios en el periodismo y supongo que también en la lucha feminista, de la que ha sido usted una abanderada en Canarias.
Ha cambiado muchísimo también y es una de las cosas de la que estoy muy contenta, el de haber puesto un granito de arena pequeñito para que cambien. Creo que una de las asignaturas que habría que poner en el instituto es la de la historia de las mujeres a través de los tiempos, porque venimos de una época muy dura, muy negra y terrible. Y nosotras, las occidentales, hemos avanzado mucho, pero la mayor parte del mundo está todavía en la Edad Media. Ahora que nosotras hemos conseguido cosas, que nos han costado, nos obliga a colaborar para que las mujeres de otras latitutes se pongan a la altura nuestra, porque la solidaridad es una de las palabras que mejor define al movimiento feminista. Soy una apasionada del movimiento feminista y de cómo hemos llegado a donde hemos llegado sin disparar ni una bala, más bien nos han disparado a nosotras.
Especialmente en los últimos años.
Hace unos años, cuando fue la gran manifestación del 8M, yo me puse en una esquina viendo pasar a la gente y no paraba de llorar porque me parecía mentira. Recuerdo que hace décadas éramos cuatro gatos gritando y manifestándonos los 8 de marzo por la ley del divorcio o por el cambio en el Código Civil porque no podíamos ni heredar, ni abrir una cuenta. Cuando el ministro Ruiz-Gallardón quiso modificar la ley del aborto éramos 15 abuelitas manifestándonos y me dije que no pensaba ir más porque nosotras no íbamos a abortar, que se espabilen las jóvenes, que se den cuenta lo que van a perder con lo que nos ha costado ganar las cosas. Ahí tomé conciencia de lo que cuesta ganar los derechos y lo fácil que es acabar con ellos. Las jóvenes tienen que estar siempre vigilantes y alertas, porque hay mucha resistencia. Lo estamos viendo en Latinoamérica, que han perdido derechos que se habían ganado, o en Turquía, que era una sociedad moderna y ha venido Erdogan y les ha puesto el velo.
¿Qué queda por conseguir en la lucha por las libertades y los derechos?
Que la situación de las mujeres en el mundo sea la misma, que tengamos los mismos derechos. Pese a que soy atea, que veamos una papisa en el Vaticano, o una presidenta de Gobierno, que alcancemos realmente la libertad en todos los aspectos. Yo sé que no lo voy a ver, pero cuando se empieza una lucha no se hace para verlo, sino para sembrar y que otros recojan. Estoy segura de que mis tataranietos, si queda mundo, lo verán. Todo cuesta y todo se gana día a día, no hay nada eterno, hay que batallar continuamente.
Usted fue una de las fundadoras de la Asociación Canaria de Amigos del Sahara. ¿Qué opina de la situación después de que el Donald Trump haya reconocido la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental
Lo de Trump es una más. En política internacional, la experiencia me dice que cuando se toman las decisiones, después es muy difícil que cambien, y que llegue un demócrata no las va a cambiar. Trump les ha hecho el trabajo sucio y es muy difícil revertirlo. Tenemos que hacer un esfuerzo para ser optimistas. Los saharauis están necesitados de todo el apoyo del mundo y sobre todo de los canarios, que los tenemos ahí enfrente. El lema de la asociación era un ‘Sahara independiente, un futuro mejor para Canarias’, y estoy convencida de ello. No perdemos las esperanzas de que eso llegue.
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Trayectoria
Herminia Fajardo nació en Arrecife (Lanzarote) en 1946. Estudió en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid y en la Universidad de La Laguna trasladándose a Las Palmas de Gran Canaria después. Impulsó la fundación de la Asociación Canaria de Amigos del Sahara (1976) que presidió hasta 1992. Desde principios de los años 70 es militante activa del movimiento feminista, primero en la Asociación de Mujeres Canarias, luego en la Coordinadora Feminista y en la Red Canaria de Mujeres y el Colectivo de Mujeres Canarias. Junto a José Joaquín Díaz de Aguilar y Jaime Balaguer puso en marcha la sección canaria de Amnistía Internacional.
Ha trabajado en el desaparecido La Tarde, Efe en Bruselas, en La Provincia, El Día y La Gaceta de Canarias. Entre 1974 y 1982 con el seudónimo de Catalina Feo fue corresponsal de la BBC en Canarias y África Occidental y posteriormente de El Periódico de Cataluña.
La Casa-Museo León y Castillo le rinde un homenaje el día 28 de enero, a las 19 horas, en el ciclo ‘+ Que musas. La mujer en la cultura de Canarias.