«Hurtado de Mendoza se movilizó contra la invasión de Playa Girón con más de 70 años»


  • El investigador José Antonio Quintana desvela datos desconocidos de la vida del artista plástico, sobrino nieto de Benito Pérez Galdós, en una conferencia en la Casa-Museo Pérez Galdós el día 11 de febrero
  • Hurtado de Mendoza nació en Madrid, pasó su juventud en Gran Canaria y emigró a Cuba en 1921, país en el que murió en 1971
  • En la isla caribeña no solo desarrolló la mayor parte de su vida profesional como ilustrador, escenógrafo y profesor, sino que además fue un ferviente luchador social

El licenciado en Educación e investigador histórico cubano José Antonio Quintana ha dedicado los últimos años a seguir el rastro de la vida del artista plástico José Hurtado de Mendoza, sobrino nieto de Benito Pérez Galdós, que pasó la mayor parte de su vida en Cuba y que además de ser un intelectual vanguardista en la década del veinte del pasado siglo fue un luchador social, porque no solo estuvo vinculado a la revolución cubana, sino que con más de 70 años se movilizó para combatir la invasión apoyada por Estados Unidos que tuvo lugar en Playa Girón en 1961, una decisión que casi le cuesta la vida al sufrir un infarto que lo dejó al borde de la muerte.

Quintana desvelará estos detalles aún desconocidos de la vida de Hurtado de Mendoza (Madrid, 1885 – La Habana, 1971) en una charla que tendrá lugar el día 11 de febrero a las 19:00 horas, en la Casa-Museo Pérez Galdós, dentro del ciclo ‘Hablando de Galdós’. En la conferencia ‘José Hurtado de Mendoza en Cuba’, este investigador expondrá la trayectoria de este caricaturista, ilustrador de periódicos, revistas y libros, escenógrafo, pintor y profesor de dibujo que pasó su juventud en Gran Canaria y que emigró a Cuba en 1921.

Entre esos aspectos poco conocidos, que forman parte de un libro que aún no ha sido publicado, desvela que pidió que lo enterraran vestido de miliciano y que bromeó al asegurar que era para hacer la última guardia, explica Quintana, quien afirma que tenía un gran sentido del humor.

No ha sido fácil seguir el rastro de Hurtado de Mendoza, ya que la información está dispersa entre Madrid, donde nació; en Canarias, donde pasó parte de su juventud; en Cuba, donde vivió la mayor parte de su vida; y en Puerto Rico, país en el que residió durante una breve etapa para ejercer como profesor en la Academia de Arte Edna Coll. Esta última faceta es otro de los aspectos de su trayectoria que se desconocía hasta ahora, tanto en Canarias como en Cuba, detalla.

De esta forma, Quintana ha ido reconstruyendo su vida, desde sus estudios en Madrid en el Instituto Cardenal Cisneros, donde realizó el Bachillerato y dibujo elemental, en la Academia de Mazas, donde hizo estudios preparatorios para escuelas especiales, y en la Escuela Superior de Arquitectura, donde se matriculó sin acabar la carrera, hasta llegar a Canarias en la década de 1910.

Quintana asegura que se desconoce el año exacto en que llegó a la isla, pero sí se sabe que residió tanto en la capital grancanaria como en La Aldea, municipio donde el padre administraba la gran hacienda que tenía la familia Pérez Galdós. Era nieto de Carmen, hermana de Benito Pérez Galdós.

Ya en esta isla, conoció a Tomás Morales y a Nestor Fernández de la Torre, por lo que estuvo vinculado a la vanguardia artística antes de su marcha a Cuba. Hurtado de Mendoza, en colaboración con el escritor y el pintor, diseñó el que puede ser considerado uno de los mejores libros editados de comienzos del siglo XX en Canarias, ‘Las Rosas de Hércules’, Libro II (1919) y Libro I (1922). Del ilustrador son las guardas de las dos ediciones y la contraportada del Libro I de 1922.

Esta vinculación con Morales y Néstor le ha permitido a Quintana encontrar información sobre él tanto en la Casa-Museo Tomás Morales de Moya como en el Museo Néstor, y ha contado también con la colaboración de Franck González, director de la Casa-Museo León y Castillo de Telde y especialista en caricaturas.

Ya en Cuba

Quintana especifica que no hay documentos que corroboren porqué Hurtado de Mendoza emigró a Cuba. Según las estimaciones, es posible que llevara una muestra de caricaturas para exponerlas en La Habana, o que tal fuera debido a su espíritu aventurero o por los vínculos que tenía su familia con ese país.

La mayor parte de su investigación se ha centrado en la trayectoria profesional en este país, en su relación con la intelectualidad cubana, con la vanguardia artística de La Habana y con el grupo minorista. Se caracterizó por su carácter afable y debido a la idiosincrasia del canario, que tiene mucha afinidad con la cubana, enseguida se insertó en la sociedad y fue un personaje muy pintoresco y muy querido por los cubanos y especialmente por los habaneros, asegura Quintana.

Hurtado de Mendoza hizo las ilustraciones de la primera novela policíaca que se escribió en Cuba, ‘Fantoche’, una obra colectiva realizada por un grupo vanguardista de la literatura cubana junto a varios ilustradores en la década del 20, asegura.

Quintana detalla también que cuando llegó a Cuba comenzó su relación con el grupo que desarrollaba la revista cultural más importante, la Revista Social, donde se convirtió en uno de los ilustradores y en donde publicó sus primeros dibujos y caricaturas. También hizo publicaciones en el periódico La Lucha, aunque lo que lo convierte en un caricaturista famoso en su país es la serie ‘Cuentos siboyenes’, en el periódico La Semana.

“Él utiliza el personaje del aborigen cubano, el siboney, para denunciar los males sociales de la Cuba de entonces, la violencia, la discriminación racial, la censura, la corrupción política administrativa durante la dictadura de Gerardo Machado y el gobierno de Alfredo Zayas”, especifica. También fue ilustrador de uno de los periódicos más importantes de la isla, Fígaro, de la revista Bohemia, de El imparcial, de Carteles, de Avance y de El País, entre muchos otros espacios.

El investigador también se ha centrado en analizar su incorporación a la vanguardia artística, su vinculación con el gran novelista Alejo Carpentier, con el ensayista, sociólogo, profesor y periodista Jorge Mañach, y con el pintor de vanguardias Eduardo Abela.

Hurtado de Mendoza desarrolló la pintura de temas afrocubanos y también fue un vanguardista en ese sentido, asegura Quintana. Uno de los elementos importantes es su participación en los Salones Nacionales de Humorismo, un evento que se desarrollaba todos los años en La Habana y en donde obtuvo varios premios y menciones durante las décadas del 20 y 30.

Y tal vez su faceta más desconocida hasta ahora fue su participación en la lucha social por sus ideas políticas, de izquierda y progresista. Perteneció al movimiento de veteranos y patriotas, un movimiento cívico, progresista y revolucionario de la década del 20, y fue miembro de las milicias nacionales revolucionarias de Cuba y del Partido Comunista, y estuvo en prisión en la década del 30. Después de la revolución cubana, en 1959, siguió vinculado movimiento.

Tras emigrar a Cuba, solamente regresó una vez a Canarias, en 1929, tras ser seleccionado por el país caribeño para hacer la escenografía de su pabellón en la Exposición internacional de Sevilla, detalla. Canarias también le hace la misma encomienda y obtiene una medalla de oro por esta labor, por lo que cuando concluye la exposición regresa al Archipiélago. “Se quedó siempre con la añoranza, cuando los canarios iban a Cuba le hablaba de cómo se sentía”, asegura Quintana.

No hay evidencia documental de la relación que tuvo con su tío abuelo

Quintana lamenta no haber podido encontrar aún ningún escrito sobre la vinculación que tuvo Hurtado de Mendoza con su tío abuelo, Benito Pérez Galdós, pero sí se sabe que vivían cerca en Madrid y que su familia seguía vinculado, por lo que da por hecho que mantuvieron una relación cercana.

Tampoco ha podido encontrar ninguna referencia sobre la influencia que pudo tener el gran escritor sobre él. “No hay ningún documento que lo corrobore, ojalá que aparezca, pero imagino que sí la tuvo, porque ambos tenían la misma visión del mundo, una visión progresista”, sostiene.

Asegura también que coincidían en otras cuestiones, como por ejemplo que Don Benito era amante de la pintura y el dibujo, por lo que tal vez pudo haber influido en esa inclinación de Hurtado de Mendoza a las artes plásticas. “Una de las tesis que expongo en el libro es que hubo cierta influencia en esa primera etapa de formación”, concluye Quintana.

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