La variedad de cebada que se cultiva en Gran Canaria es la misma que cultivaban los antiguos pobladores de la isla antes de la conquista, asegura Jacob Morales, investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, autor del libro ‘Los guardianes de las semillas’, que se suma a la colección editorial divulgativa del Cabildo grancanario denominada ‘La isla de los Canarios’.
Jacob Morales Mateos presentó en la Casa de Colón el libro editado por el Cabildo en el que recoge un estudio realizado junto un amplio equipo de científicos que analizó las semillas y otros restos encontrados en los yacimientos arqueológicos de Gran Canaria con resultados sorprendentes.
Gran parte de las labores de investigación y recopilación de restos se han producido en las cuevas del ámbito del paisaje cultural propuesto a Patrimonio Mundial de la UNESCO. “No sólo hemos recopilado datos, también los hemos contrastado con la experiencia de la gente del campo que nos proporcionan información muy valiosa” explica Jacob.
¿Qué cultivos desarrollaba la antigua población canaria?, ¿existían diferencias por zonas?, ¿y específicamente en las cumbres de Gran Canaria?
Se cultivaban cereales, como el trigo duro y la cebada. Pero también legumbres, como las habas y lentejas, así como la higuera, que es un frutal. No hemos encontrado información que nos incite a pensar que hubiera diferencias entre las especies cultivadas en una zona u otra de la isla, pero es bastante probable que en las cumbres se desarrollara una extensa producción agrícola aprovechando la mayor pluviometría y los mejores suelos. A este respecto, hay que resaltar que en el Paisaje Cultural de Risco Caído se han documentado numerosas cuevas prehispánicas que fueron usadas como graneros colectivos, lo cual indica que los campos de cultivo se encontraban muy cerca.
¿Qué comían en esa época?, ¿cuáles eran los principales ingredientes de su dieta?, ¿ha trascendido algún vestigio de sus artes culinarias?
Los primeros exploradores europeos que llegaron a la isla relatan que la dieta de los canarios estaba compuesta básicamente por gofio de cebada, leche de cabra e higos secos. Curiosamente, en la práctica totalidad de los yacimientos arqueológicos que hemos muestreado hemos encontrado semillas de cebada e higo, lo cual está confirmando la importancia de estas dos plantas en la dieta. Existieron otros alimentos como la carne o la manteca de los animales domésticos, frutos de plantas silvestres, peces o marisco, no obstante, el mayor aporte calórico en la dieta lo constituía el gofio. Precisamente, el gofio es uno de los pocos legados gastronómicos canarios que aún conservamos, aunque es bastante probable que el frangollo también sea una receta prehispánica.
¿Cómo eran los sistemas de almacenamiento?
En el campo del almacenamiento los antiguos canarios eran expertos, a pesar de poseer una tecnología muy inferior a la nuestra. Conocedores de la escasez e irregularidad de las lluvias, construyeron unos asombrosos sistemas de silos en los cuales se podía almacenar los excedentes generados durante los años de buenas cosechas y así contar con una reserva de emergencia para los años con poca producción. Los silos eran tallados en la roca, con lo cual se creaban unas condiciones óptimas de humedad y temperatura para conservar los granos por varios años. Para asegurar que esa reserva no se infectaba de gorgojos y otras plagas de bichos, los canarios introducían hojas de laurel en los silos, aprovechándose de las propiedades insecticidas que posee esta planta.
¿Qué otros usos se les daba a las plantas por parte de los antiguos canarios?
Algunos relatos de los exploradores europeos llegados a Canarias durante la conquista de la isla mencionan el uso de distintas plantas como recursos medicinales, destacando entre ellas los frutos del mocán, un árbol del Monteverde canario. No obstante, donde las plantas desempeñaron un papel muy importante fue en la elaboración de cestos, cuerdas, esteras, e incluso ropas. Todos ellos eran elementos que se utilizaban frecuentemente, en muchas de las tareas del día a día. En El Museo Canario se encuentran expuestas distintas piezas elaboradas con hojas de palma y junco cuya elaboración sugiere la existencia de especialistas con un alto grado de maestría.
¿Qué nos puede decir de los últimos avances de las investigaciones en la zona del Paisaje Cultural Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña?
En los últimos años se han abierto nuevas líneas de investigación por una camada de jóvenes arqueólogos que están aportando datos muy novedosos, como el estudio de los insectos o las maderas presentes en los silos. Estos trabajos ofrecen datos directos sobre el tiempo que están almacenados los granos o los materiales que se emplean en la construcción de los graneros.
También habría que destacar la reciente documentación de un granero colectivo que muestra evidencias de haber sido utilizado hasta el año 1650, mucho tiempo después de haber finalizado la conquista de la isla. Hasta el momento, todos los graneros que habíamos analizado habían sido usados aproximadamente entre los años 1000 y 1450. Estas evidencias sugieren cierta continuidad en el uso de este espacio o bien una reutilización, pues también hemos documentado en el mismo la existencia de nuevos cultivos traídos de América, como el millo.
Usted tiene experiencia como investigador de la arqueobotánica en el norte de África, ¿qué similitudes observa con la arqueobotánica canaria?
Existen muchas similitudes en el uso de las plantas entre Canarias y el norte de África, pero también muchas diferencias. La cebada, los higos y los dátiles, por ejemplo, desempeñan un papel muy importante en la dieta histórica de ambas regiones. Pero si bien Canarias posee una flora nativa muy rica, su aislamiento geográfico ha propiciado que distintos cultivos presentes en el norte de África desde la etapa romana como el olivo, el almendro o los garbanzos, no llegaran a Canarias hasta después de la conquista europea.
¿Hay evidencias de las semillas y especias que se comerciaban antes y después de la conquista de Canarias?
No hay muchas, pero hemos encontrado varias semillas de uva en las viviendas del poblado de Cueva Pintada que pudieron proceder del comercio con la Península Ibérica, pues la vid no era una especie cultivada por los canarios. También hemos documentado trigo panificable, un cereal desconocido en las islas, en un granero de Guayadeque. Las semillas de trigo han sido datadas por carbono 14 entorno a los años 1450 y 1650, justo en el periodo de transición entre el final de la cultura Canaria y el inicio de la posterior sociedad colonial.