Michel Jorge Millares //
El 7 de noviembre de 1976, hace 40 años, un grupo de grancanarios entre los que figuraba el periodista Luis Jorge Ramírez, a través de las páginas de Diario de Las Palmas, daba sepultura en el cementerio de Vegueta a los restos de José Franchy Roca y su esposa, Rosa Millares Cubas. Regresaban a la isla, tras su fallecimiento en México (José Franchy el 7 de noviembre de 1944). La iniciativa estaba justificada por tratarse de uno de los grancanarios más destacados, un filántropo universal e irrepetible. A partir de ese año, cada 7 de noviembre se reunía un grupo menguante de seguidores del político y del hombre honesto y solidario. Poco a poco la tumba dejó de concitar el encuentro de los nostálgicos del Partido Republicano Federal de Canarias, aquellos pocos que sobrevivieron a la guerra y la dictadura.
El mes de noviembre, además, está ligado a la historia de este patricio, de la historia del Partido Republicano Federal de Canarias y del movimiento obrero isleño porque el 15 de noviembre de 1911 se desencadenó una tragedia durante las elecciones municipales. Funesto día en el que se produjo la masacre de seis obreros que participaban en la manifestación originada al correr la voz de que había sido detenido el político grancanario. Ante la concentración, el teniente Juan Abella Mastrat de la Guardia Civil ordenó dos veces disparar contra los manifestantes en la calle Molino de Viento. Fueron los «primeros mártires del incipiente movimiento obrero canario», a cuyas familias ayudó este joven abogado y periodista. Y es que José Franchy se había caracterizado por impulsar la creación de los ‘Círculos Republicanos Federales’ en los barrios de la ciudad, para adoctrinar a los obreros y enseñarles a leer y escribir, e incluso algún oficio. También puso en marcha la Federación Obrera Canaria y la Casa del Pueblo en La Isleta, construida en 1913 y dinamitada en 1936 por los fascistas.
A Franchy Roca se le hizo muy difícil vivir en Gran Canaria tras estos sucesos, a causa del control que el Partido Liberal ejercía sobre la sociedad, dirigido por Fernando León y Castillo. Algo así como eso que hoy llaman mobbing. La derecha monárquica no veía con buenos ojos el cambio que había propiciado Franchy Roca. Ante esta situación, se fue a Madrid donde se presentó a oposiciones en 1915 y accedió a un puesto de funcionario de Justicia para garantizar la supervivencia de su familia. Después sería diputado, fiscal general y ministro de Industria y Comercio en el gobierno de Manuel Azaña, durante tres meses. Suficientes para tener un sueldo de por vida que rechazó.
José Franchy murió pobre, en el exilio en México, tras una vida humilde porque de su bolsillo se financiaban los periódicos que creaba, la Federación Obrera Canaria y la solidaridad con muchas personas que sufrían injusticias sociales. Si buscamos personajes ilustres de Gran Canaria, José Franchy Roca es uno de los más importantes referentes. Un político profundamente comprometido con la sociedad y la honestidad. Representante admirado de una opción política que vuelve a la agenda manifestándose en diversos aspectos como respuesta o solución a problemas y dilemas políticos de actualidad. Probablemente si viviera en estos momentos sería, nuevamente, republicano y federal. De ese partido del que fue uno de sus principales referentes personales y éticos, pero que no revivió tras la dictadura. Partidos de izquierdas y de derechas ocuparon el nuevo espacio político pero el republicanismo federal no revivió, quizás porque era para otra época y otros personajes. Y sin embargo, sus palabras como ponente de la minoría federal en las Cortes Constituyentes de la Segunda República en 1931, tienen la actualidad e ilusión del espíritu democrático (surgido de aquellos visionarios del siglo XIX, liderados por Pi y Margall), al afirmar: «La federación es un sistema de organización política mediante el cual los diversos grupos humanos, autónomos en lo que a su vida propia, peculiar, se refiere, se asocian y coordinan en organismos más extensos para el cumplimiento de los fines que les son comunes. Es decir, que no solamente es aplicable a la unión de distintos Estados nacionales, sino igualmente a la reorganización de Estados constituidos por otros sistemas, en los cuales se quiera llegar a la expresión verdadera de la democracia». Unos principios que el propio Franchy Roca en la misma intervención aplazaba a un futuro en el que se pudiera aspirar a «una Constitución, plena y absolutamente federal» que no podía incorporar aquella República de hace 85 años.