Jukka Pekka Saraste dirige la Sinfónica de Tenerife con un programa de Grieg y Shostakovich


El maestro filandés Jukka-Pekka Saraste (Heinola, 1956) subirá al podio para dirigir a la Orquesta Sinfónica de Tenerife, los días 21 y 22 de enero, en el Auditorio Alfredo Kraus en Las Palmas de Gran Canaria y el Auditorio de Tenerife, respectivamente, para ofrecer al público del Festival de Música un programa que integra el Concierto para piano de Grieg cuya interpretación solista contará con el concurso del músico canario Javier Negrín; y la Sinfonia nº 8 del compositor ruso Shostakovich, la obra más grande y trascendental de cuantas concibió su autor.

Jukka-Pekka Saraste nació en Finlandia en 1956. De 1987 hasta el año 2002 fue director musical de la Finnish Radio Symphony Orchestra. Tras trabajar como director musical de la Toronto Symphony Orchestra, además de como primer director de invitados de la BBC Symphony Orchestra, en 2006 se puso a cargo de la dirección de la Oslo Philharmonic Orchestra. Desde 2008 ha sido director artístico de la Lahti Symphony Orchestra. Además, Saraste ha trabajado como director invitado de las principales orquestas de América, y entre otras, con la Munich Philharmonic, London Philharmonic, Concertgebouw Orchestra Amsterdam, la Orchestra Filarmonica della Scala Milan, la Orchestre National de France, la Staatskapelle Dresden y la Deutsches Symphonie-Orchester Berlin.

Saraste regresa a los escenarios canarios con un programa intenso que inicia con el Concierto para piano de Grieg, una partitura que marca la culminación de su primer período, durante el cual trató de forzar sus dotes líricas para ajustarlas a la estructura esencialmente ajena de las grandes formas tradicionales. Grieg continuó revisándolo y terminó la versión final definitiva poco antes de su muerte en 1907. Dirigió el estreno en Copenhague, en el otoño de 1870.

Grieg tuvo el compromiso de crear un estilo musical nacional noruego, basado en la maravillosa música del pueblo. El Concierto en la menor ilustra en gran formato la realización de ese deseo, sin citar necesariamente motivos del acervo popular sino inventándolos, sin apelar a notas programáticas sobre las costumbres y relatos del pasado. El suyo era el folclore imaginario. Grieg llevó a esta obra los ritmos de dos danzas populares noruegas, la binaria halling y la ternaria springdans que aparecen en los movimientos primero y tercero. Influencias aparte, conscientemente asumidas por el compositor, el concierto es un extraordinario logro formal y expresivo que ha mantenido invariables su atractivo y popularidad desde el estreno de 1870, hace casi siglo y medio.

La Octava Sinfonía de Shostakovich

La Octava Sinfonia, estrenada en Moscú en noviembre de 1943, fue mal entendida en su nacimiento. Sorprendentemente, la división de opiniones sitúa en el lado negativo a algunos artistas de primer nivel, como Prokofiev, que se quejaba del poco interesante perfil melódico de la obra de su colega, la cansina duración y la pesadez, y aconsejaba reducir a tres sus cinco movimientos. Pero en aquella peligrosa década de los cuarenta del pasado siglo, el respeto y la admiración suscitados de los países libres por la Séptima sinfonía «Leningrado» inhibía cualquier deseo de escarmentar a Shostakovich, ni siquiera cuando los censores le acusaban de consumar con la Octava la obra de arte «más abiertamente contrarrevolucionaria y antisoviética». A diferencia de la sinfonía anterior, llena de invocaciones al heroísmo del pueblo ruso y llamadas a la fe en la victoria, la Octava es «negra», pesimista y trágica sin paliativos, actitud inasumible por Stalin, porque el enemigo exterior ya estaba vencido y sospechaban que la crítica iba contra ellos.

Frente a la agresión intelectual y la amenaza, se situaron quienes valoraban la obra como la más grande y trascendental de cuantas concibió su autor. El propio Shostakovich creía que era su mejor logro artístico y en ello coincidieron creadores e intérpretes, libres de los comisarios del «realismo socialista». Situando a la Octava en la cumbre del genio, considerándola «incomparablemente más interesante» que la Séptima y «una de las mayores realizaciones sinfónicas del siglo XX por la fuerza de sus emociones que sobrepasa toda la creación musical de la época. Estremecedora y profunda es la segunda de las llamadas sinfonías de guerra de Shostakovich.

Javier Negrín, pianista

«El joven pianista español Javier Negrín es una guía de referencia para estas piezas, por no decir excepcional. Su manera de tocar es equilibrada y hermosamente proporcionada; las texturas son luminosamente claras, y maneja hábilmente los sutiles cambios de énfasis y textura de Scriabin», así describía el crítico de The Guardian Andrew Clements, la interpretación del pianista canario.

Javier Negrín debutó en el Wigmore Hall de Londres en el año 2004, y desde entonces disfruta de una carrera como solista y músico de cámara que le ha llevado a tocar en salas importantes de Europa, Sudamérica y el lejano Oriente.

Ganador de importantes premios en concursos y una Junior Fellowship en el Royal College of Music, Javier ha sido distinguido con numerosos galardones, incluyendo las mejores interpretaciones de Schumann, Chopin, Brahms, Ravel y estudios de virtuosismo. Sus influencias principales han sido Yonty Solomon (alumno de Myra Hess) y Armando Alfonso, hijo del pianista Javier Alfonso, y más recientemente Howard Shelley y Joaquín Achúcarro.

Javier ha tenido siempre afinidad por el gran repertorio romántico para piano y orquesta, y ha interpretado conciertos de Brahms, Grieg, Chaikovski, Rachmaninoff y Scriabin, y trabajado con los directores Lawrence Leighton Smith, Adrian Leaper, Claus Efland, Alejandro Posada, Yaron Traub, John Neschling, y Roberto Montenegro, entre otros.

En los últimos dos años ha actuado en China, Japón, la República Checa, Italia, Portugal y en Madrid en el Auditorio Nacional y en el Teatro Real. Javier ha sido uno de los pianistas seleccionados por el CNDM para tocar en el Ciclo «Beethoven con acento español», que actuarán en 5 ciudades españolas durante la temporada 2014/15 interpretando la integral de Sonatas de Beethoven. También colabora activamente con el Quantum Ensemble, grupo de cámara residente en el Auditorio de Tenerife, y con Neopercusión.

Ha grabado para tres sellos discográficos: para la inglesa Linn Records obras para clarinete y piano y para las americanas Navona Records y Odradek Records obras del compositor contemporáneo Lawrence Ball y los Preludios de juventud de Alexander Scriabin, que han recibido unas excelentes críticas en los medios nacionales e internacionales.

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