La lava devora el corazón del plátano de Canarias y llega al mar


Que el volcán de Cumbre Vieja ha truncado la vida de cientos de familias es una realidad que a nadie se le escapa tras nueve días de erupción. Pareció dormirse este lunes, pero fue un espejismo de casi once horas.

Como señala Tiempodecanarias.com, en su reactivación, el volcán se despertó con más fuerza y emitiendo una lava más fluida que ha permitido que la colada logre avanzar más rápidamente. Este martes, la dura realidad dejaba una imagen devastadora. El manto negro -rojizo al anochecer-, devoraba el corazón del cultivo del plátano de Canarias.

Los vulcanólogos habían advertido en la noche de este domingo que su llegada a la costa era inminente, por lo que desde la dirección del Plan de Prevención de Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca) se decidió ordenar como medida de precaución el confinamiento de los barrios de San Borondón, Marina Alta, Marina Baja y La Condesa. La pausa del volcán durante toda la jornada, hasta las 18:00 horas, retrasó este momento. Sin embargo, la reactivación del mismo, emanando una lava más fluida, aceleró el proceso este martes.

El último tramo que tenía que recorrer antes de producirse ese contacte, estaba formado por una pendiente pronunciada hacia abajo y por plantaciones de plataneras, que facilitaron que el proceso se acelerase. Así, a las 23:00 horas de este martes 28 de septiembre, la lava alcanzaba el acantilado de unos 100 metros de altura, en el entorno de la playa de Los Guirres, y las primeras piedras incandescentes alcanzaban el Océano Atlántico nueve días después de que se iniciara la erupción en Cumbre Vieja.

El Instituto Volcanológico de Canarias ya había explicado en sus redes sociales las consecuencias previsibles derivadas del contacto de la lava con el mar. Según indicaron, «en el encuentro de la lava, con una temperatura superior a los 1.000 grados, con el mar, con una temperatura entorno a los 20 grados, se produce un choque térmico que genera columnas (penachos) de vapor de agua cargados con ácido clorhídrico (HCl) como consecuencia del importante contenido de cloruro (Cl-) en el agua de mar».

Agregaron que «estas columnas de vapor de agua, de un color blanquecino, también contienen a su vez diminutas partículas de vidrio volcánico como consecuencia de la reacción que se produce entre la lava y el agua de mar. Estas columnas de vapor de naturaleza ácida como consecuencia de la generación de ácido clorhídrico (HCl) representan un peligro local – bien delimitado – para las personas que visitan o se encuentran en la zona costera dónde se produce ese encuentro entre la lava y el mar».La inhalación o el contacto de gases y líquidos ácidos pueden irritar la piel, los ojos y el tracto respiratorio.

«No se trata de una columna o penacho volcánico tan energético como el que tiene lugar en el cono volcánico donde se está produciendo un jet de gases volcánicos ácidos que se inyectan a la atmósfera con tanta energía que llegan a alcanzar los 5 km de altura. Por lo tanto, las columnas de vapor generadas por el encuentro entre la lava y el mar son unos penachos volcánicos menos energéticos», prosiguieron.

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