Por Míchel Jorge Millares
Tengo un buen amigo de lides periodísticas y del amor a nuestras raíces, Pedro Socorro Santana, que me ha permitido leer en primicia su obra sobre la bicicleta en Canarias. Y me animé a escribirle un prólogo aunque ya cuenta con uno escrito por el periodista Felipe del Rosario Betancor. En realidad no es un prólogo sino una aportación anecdótica a esta historia del vehículo de dos ruedas y sus vínculos con el turismo en la isla y, de paso, reflexionar sobre el libro que próximamente podrán disfrutar. Una obra que explica cómo la bicicleta no se extendió como transporte de masas y así facilitar una movilidad más saludable y sostenible en un territorio limitado como es la isla, pero ha mantenido su espacio social en el deporte de las islas. El ciclismo en ciudad, incluso en cada isla, ha sido progresivamente relegado de la servidumbre de paso en los espacios públicos debido a la ocupación de las vías por el creciente parque automovilístico. Un aumento de tráfico que colapsa las principales carreteras y calles en las islas más pobladas. Una población que también es confinada y supeditada en su papel de peatones en el centro de las ciudades.
El cambio de políticas urbanísticas y de movilidad en el ámbito de la Unión Europea y su traslado a la normativa estatal española, transforma las ciudades con aceras más amplias, accesibles, redes de carriles bici y más facilidades para que este modo de transporte disponga de espacio público para crear alternativas para la movilidad. Y en ese proceso estamos cuando Pedro Socorro nos recuerda toda la historia, detalladamente, de las bicicletas en Canarias. Desde los inicios elitistas, casi inaccesible para la gran mayoría de la población isleña, pasando a una extensión del uso de la bicicleta como transporte y trabajo para un número creciente de usuarios, pero que es desplazado con el incremento del uso de vehículos de motor, hasta que muy recientemente se producen los pasos para un cambio de modelo en la movilidad urbana con mayor peso de las bicicletas, paralelamente a un creciente número de excursionistas extranjeros y residentes que llenan las carreteras y pistas insulares de estos vehículos de dos ruedas. En este sentido, la obra de Socorro es oportuna para poder entender el fenómeno y su proceso.
Por ello, animado por el hallazgo de esta historia, decidí aportar al texto mi visión sobre sus vínculos con la actividad turística en la isla y es que hay algunas historias personales que enriquecen. Anécdotas de la memoria chica de nuestro territorio.
Uno de esos casos llamativos fue Bertil Harding, el artífice de los primeros vuelos charter desde Suecia a Gran Canaria en los años cincuenta y el primero de turistas suecos en Gambia, entre otras aventuras singulares de este personaje. Con el vinieron también los guías turísticos y los primeros empresarios que abrieron restaurantes. En aquellos tiempos se le podía encontrar alojado en una caseta en Maspalomas, hasta que después de varias peripecias decidió montar su primer charter en la navidad de 1957. Hardin llegó a Gran Canaria porque quería realizar un crucero hacia el Caribe, pero su vetusto velero tuvo que ser reparado en Francia y decidió adelantarse para llegar a Gran Canaria donde esperaría al barco con su tripulación una vez que pudiera volver a flotar. Cada semana, Bertil se dirigía en bicicleta desde Maspalomas a la capital grancanaria -y regreso- para ver si había llegado su embarcación, pero nunca llegó, hasta que pudo saber que no habían realizado escala en la isla y que al llegar a las aguas caribeñas los daños del barco eran tan graves que allí se hundió.
Eran los años en que se gestaba la inciativa del Concurso Internacional de Ideas Maspalomas Costa Canaria, y en la cabeza de Bertil rondaba la idea de dedicarse a la organización de vuelos charter entre Suecia y Gran Canaria. Y así lo hizo con éxito y no sólo en Gran Canaria, sino también con otros destinos en la costa africana. Harding sería uno de los pioneros del nuevo turismo en Canarias que surgiría del concurso promovido por la familia del Condado de la Vega Grande.
En los primeros momentos de la llegada de las bicicletas a las islas, Socorro recuerda que son los turistas los que importan estos vehículos, destacando el papel de algunas mujeres inglesas, al igual que en los libros de viajes. Traían sus bicicletas para poder moverse por las islas durante sus estancias invernales. Algo que asombraría a las mujeres isleñas de la época, aquellos primeros años del siglo XX. Una etapa que recoge perfectamente la prosa de Alonso Quesada, que acertadamente incluye Pedro Socorro en su trabajo, junto a las aportaciones de otros artistas y escritores que en Canarias han tenido la bicicleta como motivo de inspiración. A la vez, recrea un ambiente que giraba en torno a las ruedas y a una sociedad que comenzaba a avanzar. Para ello también explica los orígenes del turismo en la isla, aspecto del que es gran conocedor y autor de obras fundamentales en la historiografía turística de Gran Canaria.
El turismo supuso un avance hacia la modernidad de un territorio cosmopolita en las rutas de comunicación del mundo, un planeta o continente en miniatura que creó en esos años la primera ruta turística denominada ‘La vuelta al mundo’, explica el autor, como si fuera un anticipo de lo que serían las grandes competiciones ciclistas. Y es en una de las más veteranas e importantes donde se vincula el ciclismo con los promotores de Maspalomas Costa Canaria: la carrera del Condado que nació en 1953 y que ha tenido diferentes nombres: Carrera del Condado, Condado Bridgestone, Condado Gran Canaria, Gran Premio El Condado, y Challenger Carrera El Condado. Una actividad que ha contado con el patrocinio de la Familia Cldal, mecenas del deporte, las artes, la economía y, especialmente, el turismo. Con esta familia nos comenta el turismo charter de los años 60 y 70. Sin olvidar la promoción que supuso para las islas la presencia de grandes ciclistas internacionales en las competiciones isleñas. Un hecho que no ha pasado desapercibido para miles de ciclistas, incluidos algunos equipos internacionales, que acuden a entrenar a las islas en temporada invernal en Europa.
El llamado cicloturismo que sabe la dureza de los recorridos insulares como la subida al pico de las Nieves, el puerto más duro de España. Una actividad de enorme impacto internacional pero nada comparable con los 80.000.000 (¡ochenta millones!) de visualizaciones del vídeo titulado ‘Cascadia’ publicado en YouTube para promocionar las cámaras GoPro con las acrobacias que el ciclista Danny MacAskill realiza en un vertiginoso descenso por los riscos de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria hasta el corazón de Vegueta.