Los Madrazo, retratistas de Fernando León y Castillo, la historia de una amistad, centran una conferencia en la Casa-Museo León y Castillo


  • El historiador Antonio González Padrón propone una nueva sesión del ciclo ‘Los amigos y amigas de Fernando León y Castillo’ el día 9 de mayo, a las 19:00 horas, con entrada libre

La saga de Los Madrazo se convirtió en la gran retratista de la Corte, la aristocracia y alta burguesía española y francesa del siglo XIX. “Técnicamente, fueron irrefutables”, asegura el historiador y cronista de Telde Antonio María González Padrón. La familia de pintores conectó desde un primer momento con Fernando León y Castillo, creando una sinergia personal y profesional tanto en Madrid, como en la embajada de París. Para hablar de los entresijos de las obras que nacieron fruto de esta estrecha colaboración se convoca una nueva cita del ciclo ‘Los amigos y amigas de Fernando León y Castillo’. La conferencia del cronista se imparte el día 9 de mayo, a las 19:00 horas, en la Casa-Museo León y Castillo de Telde, centro museístico gestionado por la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria. La asistencia es, una vez más, libre y gratuita, hasta completar aforo.

“En Los Madrazo se hace notar la influencia de Zurbarán, Velázquez, Murillo y tantos otros grandes de la pintura española. Las carnaciones de sus personajes, obtenidas tras sutiles veladuras de finas pinceladas, hacen de caras, brazos y manos auténticas maravillas. Las telas que conforman las vestimentas de mujeres y hombres llegan a tener lo sublime por bandera”. Con esta pasión describe Antonio María González Padrón, director del ciclo, la pintura de los retratos de la familia Madrazo. Em pezando por el Neoclasicismo del patriarca, José de Madrazo Agudo, el Romanticismo de su hijo Federico de Madrazo Kuntz, las pinturas de encargo de Luis de Madrazo Kuntz, o el impresionismo de Raimundo y Ricardo de Madrazo Garreta.


El retrato, pieza esencial del siglo XIX

“Los Madrazo, en su conjunto, y el progenitor, en particular, están dotados por las musas de una inteligencia nada común para recrear lo visto y sentido, llevando al óleo sobre lienzo a su máxima expresión”, añadirá el cronista. “Muchos ejemplos tenemos de sus exquisitos trabajos pictóricos, pero a nosotros nos valen los retratos de la reina doña Isabel II, el de la infanta Isabel de Borbón -la chata-, o los realizados por el más joven de la familia, Raimundo, en donde representa con fidelidad fotográfica a doña María de las Mercedes de Retortillo, esposa del embajador León y Castillo. Ahí, el nacarado de su piel, la vaporosa concepción de su vestimenta y la genialidad a la hora de plasmar el hilo de perlas lleva a este Madrazo a la cumbre del arte”.

Asimismo, fue éste último el autor de un magnífico retrato de don Fernando León y Castillo, conservado en su Casa-Museo teldense. En él,  tres cuartos del personaje son representados de tal forma y manera que para el cronista solo tiene un calificativo: “¡Imponente!” El político y diplomático grancanario se encuentra sentado en un sillón de alto respaldo; es un reposo corporal, pero la robustez y altivez de su testa nos da la información debida sobre su carácter dinámico y arrollador.

Estos son Los Madrazo en su conjunto. A todos ellos los conoció don Fernando, manteniendo una amistad y complicidad nada común entre artistas y políticos de la época. “Nuestro embajador en París abrió las puertas de Francia para muchos artistas plásticos españoles y, concretamente, para la familia Madrazo”, afirma González Padrón, refieriéndose a don Fernando.

En Madrid, el ministro era asiduo a las subastas de arte y los salones privados aristocráticos que se abrían en la temporada de primavera para que esa burguesía y nobleza pudiera mostrar su buen gusto en la decoración y sus últimas adquisiciones artísticas. “Don Fernando ya los conocía, tenía trato con ellos, porque les encargó retratos para amigos y compañeros. Estaban tan ocupados, tenían tantos encargos que no daban avío. Su lista de espera podía sumar de cinco a diez años”, se asombra el cronista.

“Don Fernando, al ser amigo personal, aligeraba ese tiempo y, cuando está en París, en la primera exposición universal, se asegura de que Los Madrazo estén presentes en la muestra de cultura española. En agradecimiento es cuando los pintores le regalan la ejecución de dos retratos, el de su esposa y otro de él mismo, para el que le pide posar, algo difícil dada su agenda. Para ello, se valía de un reciente y práctico descubrimiento, la fotografía. Y ahí se esmeraba”, finaliza el historiador Padrón para terminar de abrir boca sobre su conferencia del día 9 de mayo.

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