Luis Suárez Galván, un empresario de éxito


Sergio Aguiar  //

El municipio de Guía conmemorará el centenario de la muerte de uno de sus hijos predilectos que destacó por su preocupación por el bienestar de sus conciudadanos, el empresario y banquero Luis Suárez Galván. La donación al archivo municipal de Guía de su proyecto original del primer abasto público de aguas, cuya financiación asumió personalmente, es una oportunidad para acercarnos a su figura y personalidad.

Hace más de un siglo los guienses mostraron su agradecimiento a los hermanos Luis y Eugenio Suárez Galván (ingeniero de Caminos, Canales y Puertos el segundo), nombrándolos Hijos Predilectos, por su altruismo y filantropía. Lograron que su municipio natal contara con una red de abastecimiento público de aguas. El exitoso empresario puso el dinero para la obra, y el prestigioso ingeniero se encargó del proyecto. Ahora, y una vez más, Guía debe sentirse orgulloso de la familia Suárez Galván, en esta ocasión de sus descendientes. El nieto, profesor universitario aún en ejercicio, Eugenio Suárez-Galván Guerra (Hijo Adoptivo de Guía) y su biznieta Laura Suárez-Galván Sierra, marchante de Arte, han tenido la generosidad y deferencia de enviar desde los Estados Unidos el original del aludido proyecto realizado en 1910 parara depositarlo en el Archivo Municipal. La familia lo había guardado desde entonces. Guía no tenía siquiera copia del mismo.

Pertenece Luis Suárez Galván, que nació en Guía en 1851 y falleció en la ciudad de Nueva York el 19 de septiembre de 1917, a ese pequeño grupo de privilegiados que emigraron a América, huyendo de las penurias, y triunfaron de manera relevante, en su caso, en el mundo de los negocios en Cuba y Estados Unidos.

En 1883 crea la empresa «Galbán, Río y Compañía», al asociarse con Cándido del Río. Posteriormente y al fallecimiento de su socio, constituye en Estados Unidos una nueva sociedad anónima que denomina «Galban Co. Inc.», con un capital de 1 millón de dólares. Asume la presidencia y junto a él se encuentran Juan del Río, Manuel Inclán y Eugenio Galbán Ramírez, iniciando entonces destacados negocios de exportación de azúcar, con la adquisición y control de numerosas fincas azucareras por toda Cuba.

En el año 1904 es nombrado presidente de la Cámara de Comercio de Cuba, permaneciendo como tal hasta 1908 en que fue nombrado presidente de honor de la misma. Al comienzo de la primera intervención americana en Cuba, fue miembro del «Board of Directors» del Banco «North American Trust Company», institución bancaria de New York cuya sucursal en La Habana era depositaria del dinero del Gobierno cubano. Por encargo de esa institución Luís Suárez Galván organiza y funda en 1901 el Banco Nacional de Cuba, que presidió durante pocos años, hasta renunciar a su continuidad. En las postrimerías del año 1916 promueve una nueva empresa que denominó «Galbán y Lobo Company», al asociarse con Heriberto Lobo, de origen venezolano.

Cuando fallece Luis Suárez Galván la prensa de Canarias se hace eco de ello, en particular el periodista Francisco González Díaz, que había conocido y tratado en La Habana al emigrante guiense. Al menos en tres ocasiones y en primera página del «Diario de Las Palmas» de la época, publicará sentidos textos sobre Luis Suárez Galván.

González Díaz describe al personaje sin escatimar elogios en un artículo el 29 de septiembre 1917: «Yo debo declarar que no conocía un hombre en que se diera mayor número de méritos, talentos y virtudes [?] Modesto hasta la anulación voluntaria de si mismo, honorable caballeresco, cariñoso bajo su aparente fría reserva, lleno de un espíritu de justicia y de caridad sin límites, modelo en todo, absolutamente en todo. Yo vi desde el principio el fondo de su alma hermosa; no era fácil verlo, porque D. Luis con el pudor de los fuertes, se replegaba y gustaba de permanecer oculto. Patriota sin tacha y sin reproche […] Contra su voluntad ocupó en La Habana brillantemente algunos de los más altos puestos de la esfera de las finanzas y los negocios».

En ese mismo artículo el periodista afirma que Luis Suárez Galbán «emigró a los 16 años, más pobre que una rata. Escoba en mano, empezó a caminar hacia la riqueza, limpiando el polvo de una tienda.» Entre otras muchas cuestiones Francisco González resalta que el sobresaliente guiense costeó, sin confesarlo, su libro «Un canario en Cuba» y que «fingió compartir con otros el rasgo generoso. Yo supe que era él, sólo él».

El fallecimiento de este hijo predilecto fue todo un mazazo para Guía. Además de costear las obras del abasto público, también realizaba una destacada labor caritativa por medio de sus familiares, especialmente a través de sus hermanas que residían en la ciudad norteña en aquel periodo. Las crónicas periodísticas así lo señalan, pues el día que llegó la noticia de su fallecimiento a la ciudad el comercio cerró sus puertas, los edificios públicos y sociedades ondearon las banderas a media asta.

Sobre su desaparición es significativo el comentario que el corresponsal del «Diario de Las Palmas» publica el 27 de septiembre de 1917 . Valora que «todos reconocen que su muerte constituye una pérdida irreparable para esta ciudad, objeto de su cariño y predilección, traducida siempre en beneficios. Los pobres de esta localidad están de duelo. La caridad inagotable del difunto les alcanzaba continúa y espléndidamente…»

El párrafo es muy esclarecedor. Corrobora el afecto que Luis Suárez Galván tuvo por su patria chica el hecho de que en 1909 cuando visita Guía procedente de Cuba pregunta a la corporación municipal qué obra consideraba más útil, más necesaria y provechosa para la ciudad. Le respondieron que la del abastecimiento público de aguas potables. El empresario encargó inmediatamente a su hermano Eugenio, ingeniero de la Junta de Obras del Puerto de Las Palmas un proyecto para tal fin.

A los pocos meses hizo un giro desde Cuba al Ayuntamiento de Guía por importe de 50 mil pesetas para el inicio de las obras y compra de terrenos en la zona del «Barranquillo de Cardoso», lugar desde donde se traían las aguas para el abastecimiento de la ciudad por medio de acequias, sin las mínimas condiciones higiénicas y de salubridad. Las obras fueron culminadas y entregadas al Ayuntamiento en enero de 1916 por parte del ingeniero. Según la prensa los trabajos ejecutados superaban una inversión de más de 200 mil pesetas.

El nuevo sistema de abastecimiento de aguas a domicilio situó a Guía en la avanzadilla de los servicios públicos y de manera especial supuso un avance decisivo en las medidas higiénico-sanitarias de las aguas destinadas a consumo humano, que hasta entonces llegaban a las casas a cielo abierto y sin estricto control.

NOTA.- Publicado en La Provincia

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