Lysbeth Daumont: “Con la revista Kronikas queremos convertir en ficción el patrimonio de La Laguna”


Por Noé Ramón //

Lysbeth Daumont Robles juega un papel fundamental a la hora de conocer el desarrollo del mundo del cómic en un lugar que, en principio nos puede parecer tan inusual, como es Cuba. Los contactos con Canarias a través de la Fundación Cine+Cómics o con creadores particulares son constantes y han supuesto una oportunidad única para poder estar al día del desarrollo en el ámbito mundial de lo que esta experta constantemente denomina “el noveno arte”. 

Después de participar en el último Salón del Cómic de Santa Cruz, a partir del próximo lunes, también tendrá un papel muy destacado en el taller que se llevará a cabo en La Laguna, impartido por el dibujante belga y profesor de historieta, Etienne Schréder que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento. Esta iniciativa permitirá que Aguere, como Patrimonio de la Humanidad, ocupe de forma monográfica el próximo número de la prestigiosa revista Kronikas: el inventario imaginario. Además de suponer una oportunidad única para que los autores canarios puedan así encontrar en los núcleos históricos la base de sus creaciones. En la actualidad Daumont es la responsable de la publicación, que contará con la supervisión y las pautas de diseño de la editorial belga, Maison Autrique.


-¿Cómo explicaría la importancia de la iniciativa que comienza el próximo lunes en La Laguna?

Según me ha comentado, Eduardo González, creador, entre otros, del cómic sobre el libro Mararía, que él recuerde no ha habido en los últimos años en las Islas un taller como éste dirigido a profesionales. Por lo tanto, sería el primero de este tipo, dirigido a autores canarios, con una clase magistral de un artista como Schréder de largo recorrido en el mundo de la historieta franco-belga. 

El objetivo del encuentro es el intercambio entre artistas para enriquecer la producción local y que trascienda las fronteras del Archipiélago. Hay que tener en cuenta que la publicación llegará a congresos y múltiples encuentros tanto en Bruselas como en Angoulême o La Habana. La vocación de la revista Kronikas siempre ha sido la apropiación de elementos patrimoniales como detonantes de historias de ficción. 


-A lo que se une que Aguere es Patrimonio de la Humanidad…

-Efectivamente, en este caso, al ser el asunto central La Laguna, ciudad Patrimonio de la Humanidad, se abre la puerta a una reinterpretación de los elementos patrimoniales locales por los artistas, que luego será contrastada con lectores de otras culturas, permitiendo no sólo resaltar su importancia si no también su difusión a través de la historieta. Schréder jugará un papel fundamental ya que desde el primer día, el lunes 6 de febrero ofrecerá una conferencia magistral sobre narrativa en imágenes. En las jornadas posteriores también participará en los distintos talleres y una master class.


-¿Cuál será la importancia de que La Laguna ocupe un número monográfico de la elitista y prestigiosa publicación Kronikas: el inventario imaginario?

-Esta revista nació en La Habana como una práctica de educación patrimonial y luego se ha extendido a Argel, Bruselas, Moscú y ahora a La Laguna, todos ellos núcleos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Con una edición anual desde 2017, el proyecto ‘Kronikas’ es una experiencia multicultural de creación de cómic, que contribuye a llamar la atención sobre el valor de la memoria de las ciudades participantes, entre ellas La Laguna. La premisa es convertir en ficción el patrimonio, que los autores propician la sensibilización del público hacia los elementos históricos que les sirven de inspiración, además de contribuir a la representación simbólica de sus ciudades.


-¿Cómo explicaría su contacto con el mundo del cómic desde un lugar como Cuba?

Primero tuve un vínculo especial con la literatura, porque mi madre como escritora, trabajaba de profesora de talleres de creación para los más jóvenes. Bajo su influencia, desde muy pequeña, comencé a escribir, a participar en los certámenes a los que asistían sus alumnos y, al llegar a la edad adolescente, había recibido unos cuantos premios. El más importante fue la Medalla de Oro en el concurso internacional de composiciones epistolares que convoca anualmente la Unión Postal Universal. 

A los 15 años me acerco al grupo literario Silvestre de Balboa, coordinado por Rafael Orta Amaro, en la Casa Canaria de La Habana. Allí frecuentaba los juegos florales, coloquios historiográficos y otras actividades relacionadas con la cultura canaria. Como resultado de esta etapa, Ediciones Idea me publica el poemario La Azul Adolescencia, presentado en La Habana por la Viceconsejera de Emigración del Gobierno de Canarias. 


-Pero exactamente, ¿Cuándo llega de forma definitiva a este mundo?

-Al cómic llego porque en septiembre de 2008 me proponen fundar la única biblioteca especializada que hay en Cuba. Apenas tenía 17 años cuando comencé la catalogación de un centenar de álbumes de historieta, que hoy se han multiplicado y, pues nací en una época en que la historieta estaba casi extinta en el país. Sin embargo desde que comencé a trabajar allí pude descubrir en profundidad a maestros como Virgilio Martínez, Orestes Suárez o Juan Padrón. 

Me sumé a las clases magistrales del artista belga Etienne Schréder, primero como oyente, luego cómo coordinadora e intérprete del francés. Desde entonces, casi estos últimos quince años he tenido el privilegio de organizar actos y exposiciones relacionadas con el noveno arte, así como trabajar en la edición de antologías de cómic cubano contemporáneo. 


-¿Cómo explicaría la labor y los objetivos del centro cultural Vitrina de Valonia de La Habana?

Como sede del gremio de historietistas cubanos Vitrina de Valonia, es un espacio de intercambio cultural creado en 2006 por la Oficina del Historiador de La Habana con el acompañamiento de la Región belga de Valonia. Desde esa fecha, allí se organizan clases magistrales de autores de ese país para profesionales que, luego de ser iniciados en las técnicas de la historieta, imparten talleres para nuevas generaciones de artistas. 


-El contacto con el exterior ha sido fundamental.

-Tras la visita de François Schuiten y Benoît Peeters en 2008 a La Habana, y las primeras master class de Etienne Schréder en 2009, nace la idea de una publicación que mostrara esa nueva ola de historieta cubana. Como resultado de estos talleres han sido presentados bajo el sello editorial de la Maison Autrique los álbumes colectivos Crónicas urbanas (2010), Soñar La Habana (2014) y Habana: Made in Cuba, además de la revista Kronikas desde 2017. El programa del centro comprende tres ejes fundamentales: formación de historietistas, producción de cómics y difusión de las obras resultantes. A partir de 2016, la Región de Bruselas-Capital releva a WBI en el apoyo financiero, que permite dar continuidad a las actividades y publicaciones, como la revista Kronikas.


-¿Cuál es la relación del centro con el mundo del cómic de dentro y fuera de Cuba?

Existen proyectos con objetivos similares en provincias como Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Sancti Spiritus, Camagüey y Santiago de Cuba, los cuales fomentan talleres de creación, espacios de exposición e intercambio con el público. Hemos establecido sinergias con dichos núcleos de creadores para contribuir regularmente con sus eventos, especialmente las Jornadas Artecómic. En cuanto a eventos internacionales, sobre todo gracias a la colaboración con la Maison Autrique, la historieta cubana ha llegado a los festivales internacionales de Angouleme, Argel, Bruselas, Moscú, Santa Cruz de Tenerife, Tramelan y Québec.


-¿Qué particularidades diría que tiene el cómic cubano?

Aunque se piensa que hubo ejemplos anteriores en las revistas satíricas o las marquillas cigarreras, la creación de cómic en Cuba comienza a inicios del siglo XX. La aceptación por el género permitió el surgimiento de una historieta con un acento autóctono, muy vinculada a la crítica social y a reflejar elementos identitarios. Durante la etapa de gran influencia norteamericana, los cómics llegaban a la Isla a través de la prensa plana. En la década de 1960, el noveno arte se pone al servicio de la educación de los más pequeños. No es hasta la década de 1980 que la historieta llega a una época dorada en cuanto a revistas para todos los públicos, especialmente el adulto. 


-¿Por qué la llaman la época dorada?

-Porque Cuba se convierte entonces en el epicentro de la vanguardia latinoamericana con la visita de autores de la talla de Quino o Alberto Breccia. De esa época se aprecia un conjunto de creadores y personajes, apreciados por el público nacional, gracias a sus incursiones en el dibujo animado. Tras la crisis socioeconómica de los 90, la producción de historietas quedó muy debilitada. 

Alrededor del 2010 se produce un renacimiento del cómic cubano, con la publicación de Crónicas urbanas, Premio Especial del Jurado en el Festival de Argel. Esta nueva ola recibe influencias visuales como el manga o el estilo franco-belga, pero también del arte gráfico local. Recientemente, se puede apreciar un aumento del protagonismo de La Habana como sujeto imaginario en las nuevas historias, así como de sus ámbitos patrimoniales.  


¿Cuáles son sus principales creadores y cómo han llegado a este mundo?

Entre los principales dibujantes consagrados tenemos a Virgilio Martínez, Manolo Pérez, Francisco Blanco, los hermanos Juan y Ernesto Padrón, Jorge Oliver, Roberto Alfonso, Rafael Morante, Gaspar González… Como dato curioso, Orestes Suárez colabora con la editorial italiana Bonelli desde la década del 90. De los autores contemporáneos, destacar la labor de Alexander Izquierdo –publicado por la editorial francesa Mosquito y Ponent Mon–, Osvaldo Pestana Montpeller (alias Montos, que acaba de ilustrar a Neil Gaiman y ha sido invitado al Comic-Con de San Diego), Reynier Quer (autor de Bim Bom en Diábolo Ediciones), Reynier Bermúdez, Ermitis Blanco, Pedro Luis Pomares, Reynier Bermúdez, Adrián del Pino, David Velázquez, José A. Nazabal, Hugo Abeis… entre muchos otros. 


-También tiene una relación muy estrecha y especial con la escritora  vinculada a Canarias, Dulce María Loynaz…

Mi relación con Dulce María Loynaz comenzó en la adolescencia cuando descubrí uno de sus poemas junto a mi madre. A partir de entonces nos dimos a la difícil tarea de buscar toda su bibliografía, así como sus huellas en La Habana, desde las casas en las que vivió hasta la ubicación de su tumba, o de lugares que ya no existen. Por el vínculo con la Casa Canaria, conocí acerca de su esposo, el periodista tinerfeño, Pablo Álvarez de Cañas, a quien dedica el libro de memorias Fe de vida, y el icónico Un verano en Tenerife (1958). 


-Esta obra parece haberle marcado especialmente…

-Fue a través de sus palabras, exquisitas descripciones y reseñas históricas de alto vuelo poético, que viajé por primera vez al Archipiélago. Por eso fue tan emotivo para mí, en el marco de su 120 cumpleaños, visitar el busto de la autora emplazado en el Parque del Taoro del Puerto de la Cruz, donde el escritor y político Isidoro Sánchez, organiza un homenaje desde el año 2002. Dulce María fue una gran defensora de la canariedad, lo que se evidencia en Un verano… Definitivamente todas estas experiencias en torno al conocimiento de la cultura de las Islas, nutrirán mis futuras creaciones en mis diferentes facetas de gestora del patrimonio, escritora y editora de cómic. 


-Ha anunciado la próxima publicación de una obra relacionada con Canarias ¿Nos puede adelantar algo más?

Es muy pronto para adelantar algo que está en plena gestación. Solo puedo decir que el imaginario, los personajes y el ambiente de Canarias estarán muy presentes en esa publicación. 


-También participó en la última edición de Salón del Cómic de Tenerife, donde dio una charla en Santa Cruz, ¿Cuál fue la temática y qué valoración hace de la experiencia?

En realidad las colaboraciones con el Salón del Cómic se iniciaron de forma online desde 2020 con el congreso de la Fundación Cine+Cómics, así como con algunas charlas del proyecto Ilustradoras & Ilustradas, que también se exhibió de manera virtual en Vitrina de Valonia. Han habido intercambios desde entonces hasta esta última edición, en la cual se presentaron en físico dos exposiciones de historieta cubana contemporánea, que espero puedan seguir mostrándose en otros espacios del archipiélago canario. El primero después de La Recova, fue la Asociación Blanco y Negro de El Toscal, que curiosamente comparte nombre con el título de una de las muestras. A la charla asistieron personas del barrio, el editor Anghel Morales y amigos cosplayers liderados por Jose Santaella. Fue muy enriquecedor el debate final, muestra del cariño histórico que existe entre canarios y cubanos. 


-¿Cómo vivió la crisis del covid y cómo afectó a su labor que también es una afición?

-Tanto el Salón del Cómic de Tenerife como los empeños de la Fundación Cine+Cómics se convirtieron en verdaderos oasis para la red de interesados en el noveno arte durante el periodo covid. En esta nueva etapa, considero que es importante apoyar estas iniciativas para poner en el mapa de la historieta mundial el cómic canario y el destacado espacio que le dedica Santa Cruz. Estoy segura que el dinamismo de los organizadores continuará dando frutos. En esta edición puedo señalar la participación de importantes invitados internacionales y peninsulares, el alto valor de las exhibiciones de cómic, la originalidad de las conferencias ofrecidas las publicaciones de Los Archivos de la Fundación, así como el artist alley


-Usted en Cuba está al frente de un colectivo centrado en el cómic. ¿Cómo ha sido la evolución de este mundo en su país desde la puesta en marcha del colectivo?

Pienso que la evolución en los últimos años del cómic en Cuba se puede apreciar en las nuevas oportunidades a las que tienen acceso los creadores hoy: la posibilidad de tener espacios de formación y de publicación alternativos; el acceso a las redes sociales para difundir sus obras; un aumento en el uso de la tecnología en función del estudio y la producción de la historieta ; el trabajo en red entre los proyectos que existen en la Isla; los ejemplos de visibilidad internacional antes mencionados… Todos los esfuerzos posibles no son suficientes, pues estamos hablando de un arte considerado como menor. De ahí la necesidad de perseverar, seguir fidelizando a un público, apoyar a los autores, seguir creando posibilidades para que el cómic se siga fortaleciendo, y se reconozca su valor como medio de expresión y como arte. 


-Sorprende la relación entre el Centro Cubano del Cómic y Bélgica ¿A qué se debe?

El vínculo surgió a partir de los orígenes de la cooperación entre el país europeo y la Isla para la restauración del edificio que alberga el centro cultural, y luego de los intercambios constantes con dos modelos de gestión del cómic en Bruselas: el Centro Belga del Cómic y la Maison Autrique.


Dice que la crisis de los 90 tuvo efectos nefastos en la creación de cómic ¿Personalmente cómo vivió esa etapa ?

Nací precisamente al alba de dicha crisis, en noviembre de 1990. No recuerdo mucho, solo leer y leer en bibliotecas o intercambiando libros. Entre estos habían cómics, pero pocos. Cuando escucho hablar a los historietistas que ya eran conocidos todos coinciden en la misma frase : “y se acabó el papel “. Era un poco triste para ellos, pero a pesar de eso hubo algunas alternativas como la revista Mi Barrio o los fanzines que comenzaron a hacer los más jóvenes, tras el impacto de Akira y la llegada paulatina del manga. 


-¿Y a partir de entonces qué ocurrió?

-Los artistas continuaron creando: Cecilio Avilés con un proyecto para enseñar a dibujar a los niños, los dibujantes Jesús Rodríguez, Saroal González, Mayke García, Yury Díaz… entre otros, siguieron contribuyendo con los pocos títulos que lograban sacar las editoras. Hubo Bienales del Humor Gráfico y de la Historieta, a las que asistían algunos artistas extranjeros. Se publicó gracias a la editorial Pablo, de Manolo Pérez y el italiano Dario Mogno una revista teórica de estudios sobre la historieta latina. 


-¿En concreto cuál fue el papel de esta publicación?

-Pues fue como una tregua, pero donde siguió latiendo el cómic, a pesar de todo. Por eso es que cuando Vitrina de Valonia abre sus puerta y se hizo preciso unir fuerzas entre estos actores, y otros nuevos. Entonces tuvo sentido continuar esa cronología del cómic cubano que por suerte sigue creciendo después de estos casi 20 años de trabajo. Y esperemos que así continúe…

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