Noé Ramón //
Manuel Darias Darias ha conseguido mantener en la prensa tinerfeña durante medio siglo, y de forma continua, una página dedicada al mundo del cómic. Un éxito que no tiene precedentes en ningún otro rincón del planeta. Una de las iniciativas para celebrar esta efemérides es la apertura hoy sábado en el recinto del Parque García Sanabria, de una exposición sobre su trabajo, desarrollado durante cincuenta años. La Fundación Cine+Cómic organiza una exposición que se convierta en una conmemoración y un regalo para Darias.
-¿Cómo vive estos días en los que se cumple el medio siglo desde que salió la primera página dedicada al cómic? Supongo que estarán siendo de vértigo?
-Resulta emocionante el comprobar que durante cincuenta años he sido capaz de escribir una página semanal en un periódico local y que esa página haya tenido una gran resonancia en el ámbito nacional. Empecé a escribirla en un espacio que se llamaba “Especial Sábado” en el periódico La Tarde y unas semanas más tarde el director, Andrés Chaves me preguntó si podía mantenerla durante más tiempo. Le dije que sin duda y que incluso también podía escribir sobre cine.
–¿Cuáles son los principales reconocimientos que le han hecho durante estas fechas?
-Sin duda será la exposición que la Fundación Cine+Cómic de Francisco Pomares va a inaugurar el próximo sábado, 14 de enero. La Fundación me parece una iniciativa increíble, de una gran calidad y nivel. La prueba es que sus salones superan de sobra a otros que se celebran en distintos puntos del mundo. Hay que reconocer el esfuerzo que Pomares ha hecho para sacar esta iniciativa adelante. En la última página que salió la semana pasada hice una lista de reconocimientos aunque me daba un poco de vergüenza pero bueno, era también una forma de recordar a quienes me dieron un premio y que se los agradezco.
-¿Cómo se le ocurrió la idea? ¿Fue sólo por la afición?
-Pues en cierto modo la culpa la tiene Andrés Chaves porque por aquellos años yo participaba en La Tarde hablando de tenis de mesa, que es mi deporte preferido. Vamos el ping-pong de toda la vida. Hice amistad con Chaves porque era de una edad muy próxima a la mía. Me planteó lo de Especial Sábado y que quería unos contenidos que cuanto más exóticos fueran mejor. Por ejemplo, él iba a hacer una sección que se llamaba People sobre la vida social, otra era sobre los toros… Me dijo “Échate una pensada a ver si se te ocurre algo”. Y a la semana siguiente le dije que podría escribir sobre cómics y a él la idea le pareció estupenda. Entonces salió esa página que al principio se llamaba Cómic. Era el año 1973.
-Pero supongo que la idea surgiría de una gran afición por este mundo.
-Cuando yo era niño no existía la televisión y el principal medio de entretenimiento y el más barato era una historieta, el Pulgarcito, el Guerrero del Antifaz… eso es con lo que podíamos jugar. Luego estaba el matinée del domingo que era bastante más barato. Cuando la televisión llegó a Canarias yo ya tenía 16 años. No nos quedaba otra que jugar a lo que podíamos.
-¿En qué momento la distracción se convirtió en pasión?
-Es que yo no lo dejé nunca. En teoría para ser adulto tenías que dejar de leer historietas y yo me negué a eso. Y cuando surgió la propuesta yo tenía ya 31 años y contaba con grandes colecciones, incluso compraba historietas en el extranjero. Especialmente en Francia porque yo soy francófono, estudié francés en el colegio La Salle. Lo tuve que hacer porque por culpa de la censura se habían cargado aquí la historieta.
-¿Y llegaban aquí las publicaciones?
-¡Qué va! Yo conocía lo que se publicaba, me dirigía directamente a las editoriales francesas y les pedía los tebeos. Pero era un follón, tenías que comprar en el banco francos, luego enviarlos… era un tinglado. La editorial se negaba a enviarte nada hasta recibir el dinero. Un verdadero lío.
-Estamos hablando de los años finales de la dictadura.
-Sí era 1973, los años finales de la dictadura y ya la verdad es que se estaba finiquitando.
-Pero todavía había censura. ¿Con los cómics ya no se metían o se metían menos?
-Sí. De hecho la censura casi se carga el mundo de la historieta porque en los años cincuenta y sesenta era muy popular lo que se llamaba el cuadernillo de aventuras, que era apaisado que todo su interior estaba en blanco y negro, menos la portada que era en color y la contraportada que era azul. En ese cuadernillo el Guerrero del Antifaz estaba matando moros todo el tiempo, el Pequeño Luchador estaba disparando y cargándose criminales en el Oeste o El Cachorro que era una historia de piratas estaba todo el rato pegando sablazos. Llegó un momento en el que la censura prohibió que los personajes llevaran armas. Incluso en las reediciones. Recuerdo una del Guerrero del Antifaz que en el original se le veía con el espada en alto gritando: “¡A por ellos!” y luego y cuando se editó de nuevo le quitaron la espada y no sabías muy bien de qué se trataba. Una cosa increíble.
-Luego estaban personajes como Mortadelo y Filemón que a su manera también era un reflejo de aquellos años.
–Mortadelo y Filemón me parece que surgió como muy tarde en el 57. Pertenece a la llamada escuela Bruguera cuyo emblema era Pulgarcito En esa revista salía un personaje llamado Don Berrinche que siempre estaba enfadado y llevaba un garrote, que al principio incluso tenía clavos, aunque luego se los quitaron. También estaba Doña Urraca, una mujer a la que le encantaba ser mala, Zipi y Zape, dos niños que siempre estaban haciendo travesuras, mientras que su padre era un hombre muy rígido. En fin, una serie de personajes que respondían a la realidad de la sociedad de entonces. Mortadelo y Filemón no siguió esa línea sino que fue humor por humor descacharrante, una serie de gags sucesivos que fue un remedo del inspector Sherlock Holmes y Watson
-¿Y cómo se vivió la irrupción en este panorama del cómic underground?
-Los inicios en España fueron en Barcelona. Era una serie de personas que no tenían cabida en los canales normales de las editoriales y se dedicaron a editarlos ellos mismos de una manera, inconoclasta y en contra de todo. Hubo algunas personas que se dieron cuenta de que había el suficiente público para que saliera rentable y crearon El Víbora, donde se canalizaron todos los autores que habían participado en el movimiento underground. Esa publicación ha sido la revista de este mundo por excelencia y tuvo una vida larguísima.
-Da la impresión de que El Jueves ha tenido más trascendencia.
-Sí pero es de humor adulto y además la mejor de España de todos los tiempos y con mucha diferencia. En un momento dado en el quinto año llegaron a vender 120.000 ejemplares toda la semana. Era increíble. Y luego se quedaron en 60.000 pero esta cifra cada semana supone un éxito increíble.
-Supongo que por la irrupción de Internet.
-Sí, aún sigue saliendo la edición en papel pero también puedes suscribirte por medio de internet.
-Es una pregunta un poco obvia pero ¿cuáles serían sus autores y obras favoritas?
-Tengo un listado de cuarenta tebeos de obras realistas y otros tanto de humor. Todos me encanta.
-En un mundo donde se publican miles de ejemplares parece una selección bastante reducida…
-No, ochenta obras maestras no me parece una elección reducida, es una cifra media bastante adecuada. Lo primero que leí fue Zarpa de León, el Guerrero del Antifaz, Hazañas Bélicas, el Cachorro, el Capitán Trueno, el Pequeño Luchador… unas historietas que te dejan una huella en la infancia y una nostalgia que no la puedes evitar. Empecé a leerlos con cuatro o cinco años y poco a poco fui eligiendo aquellas publicaciones que podían ser significativas. Siempre las apunto de tres en tres. La última en humor fue Las Estupendas y el lado serio la de Miguelanxo Prado.
-¿Y autores?
-Hubo una época en la que cometí el error de nombrar reyes y reinas del cómic español. Para mi la reina del humor español es Mariel Soria, ya retirada, que dibujaba en El Jueves y tenía un personaje que se llamaba Mamen, una chica pelirroja. El rey para mi es Paco Ibáñez sin lugar a dudas. El autor de Mortadelo y Filemón precisamente, y el rey del cómic realista es Carlos Jiménez el de Paracuellos.
-¿Cómo definiría de forma muy general la evolución del cómic desde que tuvo el primer contacto con esta afición hasta ahora?
-En general cuando empecé a leerlo estaba enfocado al público juvenil e infantil y luego empezaron a salir historietas para los adultos. Ese movimiento empezó en Francia y ahora lo cierto es que está más enfocado a los mayores que a los pequeños. Los editores se han dado cuenta de que hay que dirigirse más hacia un público adulto porque al infantil y juvenil ya no es tan receptivo.
-¿Recuerda algún momento clave en el que estuvo a punto de no sacar más la página por decisión propia o por causas ajenas?
-El único mérito que tengo yo creo que es la constancia. He tenido la suerte de que en el Diario de Avisos todos los directores la han apoyado y les ha encantado. Eso no es muy normal. Siempre he tenido un gran apoyo por parte del periódico y de los directores.
-¿Y el tránsito de La Tarde al Diario de Avisos cómo fue? ¿Hubo algún paréntesis?
-En aquel tiempo La Tarde atravesaba una mala situación económica y a los periodistas no les pagaban bien o incluso directamente no les pagaban cuando debían. Entonces llegó de La Palma el decano, el Diario de Avisos y un nuevo director que era Leopoldo Fernández Cabeza de Vaca. Como es normal lo primero que hizo fue ver lo que salía en la prensa y le encantó mi página. Habló conmigo y luego al final todos los amigos se fueron de La Tarde, y la verdad es que yo me resistía pero lo que me convenció fue que en el Diario tenían mejores medios para que las ilustraciones salieran perfectas. Y fue verdad es que la diferencia era notable.
-¿Cuál cree que es el principal mérito del cómic y el poder que tiene sobre la sociedad?
-Todos los medios intentan tener influencia en la sociedad. Muchos autores que son de izquierda o derechas, intentan transmitir una inquietud de cualquier tipo y claro esa proyección la plasman en viñetas para que trasciendan a sus lectores. Hablamos de un medio que resulta muy económico y puedes hacer con los mínimos recursos, no requiere una gran infraestructura y por ello tiene un gran poder de penetración.
-¿Qué piensa de la relación que existe entre el cómic y el cine? ¿A favor de quién cree que se están decantando los gustos del público?
-Nunca entendí por qué si en el cómic había personajes con aceptación contratada como Superman o Batman que vendían millones de ejemplares en Estados Unidos o que en España el Capitán Trueno llegara a vender 400.000 ejemplares y el Guerrero del Antifaz 500.000 todas las semanas, no hubiesen dado antes ese paso al cine.
-¿Y qué piensa de esas películas? ¿Las ve?
-Sí pero es muy raro que me gusten. De cada diez me gustan algo cinco y las demás me parecen abominables. Estoy acostumbrado a que no me den las imágenes masticadas sino tener que imaginar lo que pasa entre las viñetas.
-¿Alguna vez se ha planteado hacer un cómic? Bien como autor o bien como dibujante.
-Es una cosa rara porque antes de meterme de lleno en el mundo de las historietas, lo mío eran los relatos cortos y llegué a ganar algunos premios. Tengo como 70 relatos cortos escritos. En teoría me hubiese resultado fácil pero la verdad es que nunca me he atrevido a escribir un guion.
–¿Y dibujar?
-No es que directamente eso ya no lo sé. Y más aún cuando ves los fenómenos que he visto. Tendría que estar diez años todos los días para llegar a adquirir un cierto nivel.
-¿Es habitual que haya a la vez un dibujante que también sea guionista?
-No, hay autores completos. Por ejemplo, Ibáñez se hace sus propios guiones y luego los dibuja. Recuerdo que una vez lo llamé y estaba haciendo un guion y me dijo que para él era la cosa más aburrida del mundo porque tenía que estar tres o cuatro días prácticamente, a solas, a oscuras… ahora eso sí, cuando lo acaba y empieza a dibujar ya todo es “garabatear, garabatear”, como él me dijo.
-¿Sabe si hay alguna página parecida en el mundo que haya durado tanto tiempo?
-En España ha habido varias pero no han durado más allá de año y medio. Cuando yo llevaba unos 15 años en un salón del cómic de Barcelona estaba hablando con dibujantes y críticos y uno me dijo que preguntara a dos especialistas de Europa y Estados Unidos y los dos me dijeron que ni de lejos había algo parecido. Por eso de cachondeo a veces ponía, “Página Decana de Las Historietas”.