Summa transvestite


Respondeo dicendum quod…
Luis Cabrera López //  Allá por el siglo XIII escribía Santo Tomás de Aquino la Suma Teológica, un tratado cuyo proceder tenía la peculiaridad de desplegarse de forma increíble y peculiarmente ordenada.

En este tratado se confrontaba, entre otras cosas, los argumentos a favor y en contra de cuestiones como la existencia de Dios.

Procedía Santo Tomás a analizar estas cuestiones siguiendo un riguroso método: una vez expuesto el problema a tratar, se llegaba al corpus, al centro de la cuestión, donde nuestro Santo enunciaba habitualmente su “respondo dicendum quod”, esto es “respondo que debe decirse que” y procedía en su impecable orden con sus argumentos “ad primun” y “ad secundum”, a lo primero y a lo segundo.

En un ejercicio de mímesis, queremos tratar la cuestión de la Gala Drag y de su reina drag ganadora, Drag Sethlas, quien ataviada como la virgen e imitando una procesión de Semana Santa ha causado gran conmoción y gran revuelo en nuestra ciudad de Las Palmas; e incluso mas allá de los límites de esta.

Quizá lo más destacable es la acusación de blasfemia a la drag por parte del Obispo de Canarias, añadiendo una petición al Ayuntamiento de que se pida perdón por la ofensa.

El debate social ha saturado las redes sociales, entre los que se muestran a favor del espectáculo ofrecido por Drag Sethlas, y entre los que se encuentran conmocionados y ofendidos por el mismo.

Queremos analizar aquí los principales argumentos ofrecidos por aquellos que se han mostrado claramente en contra de este espectáculo, e introducir unas breves reflexiones al respecto.
El primer argumento que se ha resonado con más fuerza puede resumirse en: ¿Por qué siempre debe ser la Iglesia Católica la víctima de las ofensas? ¿Por qué nunca a los musulmanes o a los budistas? Sencillo y contundente.

El segundo argumento ha sido cuestionar los límites de “la ofensa”, preguntarse si todo está permitido, si no deberían limitarse de alguna manera este tipo de expresiones blasfemas que solo buscan provocar.

Al primer argumento respondemos diciendo, que no es cierto que sea siempre la Iglesia Católica la que recibe las ofensas, si bien probablemente si es la mayoritaria en cuanto a recepción de chistes, utilización de sus signos culturales para espectáculos y cuestionamientos de su doctrina.

Principalmente esto sucede así porque nuestra cultura es católica, y porque la gente tiende a utilizar elementos de la cultura a la que pertenece y que naturalmente le es mas cercana.

También, cabe destacar, que siempre han sido las católicos los que han presionado a los distintos gobiernos para que introduzcan la asignatura de Religión en los planes educativos, asignatura donde solo y exclusivamente se ha enseñado religión católica, discriminando el resto.

Quizás si hubieran incorporado ustedes judaísmo o confucianismo, las críticas irían ahora por otro lado; quizás no. Particularmente me hace gracia que cada vez que entro en un bar de sishas, o en un hotel de super lujo, tiendo a encontrarme un Buda inmenso y dorado. Para el que no entienda la gracia: el budismo es una doctrina que pide el reducir y anular el deseo parar lograr también parar la rueda del samsara o la rueda de las reencarnaciones; es decir, su doctrina se basa en que quien logre parar su deseo y acallar su ego podrá alcanzar el nirvana.

Lo divertido es que estos budas aparecen en lugares donde, precisamente, la gente da rienda suelta a sus deseos materiales y se saca selfies para inflar su ego en las redes sociales. Nunca he visto a ningún colectivo budista poner el grito en el cielo por esta ofensa, y, sin embargo, el número de budas en hoteles y restaurantes de lujo sigue aumentando.

Al segundo argumento respondemos diciendo que resuena profundamente medieval. No hay que ser muy listo para darse cuenta que otros artistas han usado esta simbología cultural cristiana para transgredir, y llamar la atención, algo habitual en Lady Gaga y Madonna.

Es más podría caber una interpretación cristiana del propio espectáculo, si bien dudo mucho que nuestros drags hayan recibido la suficiente formación como para pretender otorgar un sentido más allá de lo visual del espectáculo.

Pero, volviendo a lo principal, la libertad de expresión es también libertad para que otros puedan ofenderte; entiendo que esto pueda molestar, pero exigir disculpas suena a pataleta de niño chico cabreado.

El mundo cada vez es más multicultural y más diverso, las posibilidades de que nos ofendan son mucho mayores, ante esto lo lógico es volverse más flexible y desenfadado, no más rígido e inamovible.

Una sociedad que discute consigo misma es una sociedad viva.

Así que viva esta ofensa, que tampoco ha sido para tanto, y viva nuestro carnaval, sobre todo si este logra ir más allá de una simple orgía de reguetón y cubatas, reavivando nuestro pensamiento y la discusión sobre nuestra identidad cultural.

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