«Teror» visto con un lenguaje de imágenes pausadas. Un vídeo de Adolfo Aguiar


Por María Victoria Padrón Martinón //

Bajo las notas de una guitarra clásica, Adolfo Aguiar nos hace entrega de un nuevo regalo, tanto para la vista como para el oído, gestado durante el descanso vespertino, tras el rigor del senderismo. En esta ocasión su cámara recorre la Villa de Teror, cuyo desarrollo se vincula a la aparición de la imagen de la virgen del Pino en el siglo XVI.

El entramado urbano, organizado en torno a la basílica, se ofrece en imágenes ralentizadas al 25 o 50%, lo cual permite al autor la consecución de dos objetivos: la naturalidad en la exposición, cuyo ritmo se ajusta a la contemplación sosegada del entorno, y la estabilidad, al eliminar posibles saltos de la cámara.

La calma del escenario queda interrumpida ocasionalmente por elementos rompedores, papel desempeñado por vehículos, cuyo rodaje provoca líneas horizontales que detienen la perspectiva, mientras el interior de los comercios sufre el contraste ejercido por el centelleo de luces eléctricas. Efecto contrario producen las sombras de palomas en vuelo, proyectadas sobre el pavimento.

El recorrido confluye en la basílica de la Villa, máximo objeto de interés para la cámara, que repta por su fachada para analizar con fruición la riqueza arquitectónica y absorber, a continuación, la belleza de los cuidados parques y la frondosa vegetación.

Durante poco más de 4 min Adolfo Aguiar nos guía por este histórico enclave mediante un lenguaje de imágenes pausadas, que se desplazan al ritmo de los serenos acordes de guitarra de Per-Olov Kindgren. Sin conocerse, ambos han encontrado en la quietud y silencio la llave de la creación.

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