Hay más: la revista Axios ya informaba el pasado 30 de abril de una llamada telefónica del Gobierno de Estados Unidos a sus homólogos en Marruecos. Sirvió, entre otras cosas, para explicar que el presidente, Joe Biden, no tiene intención de revertir el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara.
Una consideración histórica, por la que Donald Trump apostó a cambio de que Marruecos estableciera relaciones diplomáticas con Israel, cosa que hizo, en la estela de Emiratos Árabes, Bahrein y Sudán. Quid pro quo. Llegados a este punto, y con Washington muy presionado por los acontecimientos en Gaza, nada más ajeno a su intención que desestabilizar las alianzas del socio israelí.
Axion también recordó que durante los tres primeros meses del gobierno Biden apenas hubo contacto con Rabat. Hasta que a mediados de abril el hombre del presidente para Oriente Medio, Brett McGurk, habló con Bourita. Según el periodista Barak Ravid, que firmó la exclusiva, el diplomático estadounidense le transmitió la intención de mantener intacta la política de Trump. Un espaldarazo para Marruecos, cuyo gobierno había contemplado con resquemor la hipótesis de que los demócratas desmantelaran las líneas claves propuestas por el anterior ejecutivo.
Igual que en el caso de China, Biden parece decidido a aprovechar algunas de las innovaciones de Trump en materia exterior; incluso a pesar de que moleste al ala izquierda de su partido. El periodista Ravid también escribió que el secretario de Estado, Blinken, «dio la bienvenida a los pasos de Marruecos para mejorar las relaciones con Israel y señaló que la relación Marruecos-Israel traerá beneficios a largo plazo para ambos países».
Todo esto es un aviso a Canarias. Poco puede hacer España frente a estas bravuconadas de Marruecos, amparados por EEUU, salvo agachar la cabeza y, encima, pagarle los gastos.
Esta semana, el gobierno español ha aprobado 30 millones con destino a Marruecos para reforzar las fronteras.
Sin comentarios.
*Fuentes: El Confidencial y La Razón.