Memoria de los sentidos

José Orive | 05 de junio de 2015

No existe una definición precisa y consensuada de Cultura. Kroeber y Kluckholm compilaron una lista de hasta 164 de ellas en su trabajo "Cultura: Una reseña crítica de conceptos y definiciones. Originalmente viene del vocablo latino "cultus" con significado de cultivo y fue variando ideológicamente hasta el siglo XX convertido ya en concepto central de la antropología, sobre todo después de que el etnólogo Edward Tylor acuñara en 1871 cultura como "toda aquella totalidad compleja que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y todas las demás capacidades y hábitos que el hombre adquiere como miembro de la sociedad". Es decir, prácticamente todo.

En ese sentido, por ejemplo, la memoria de los aromas guarda una relación directa en la mente del ser humano respecto al entorno cultural que construye, conserva y también transforma. Elementos gráficos como el olor a tierra mojada, a café recién hecho, pan caliente, a tinta impresa, o cualquier perfume, etc., transportan a través del recuerdo a contextos individuales pero también colectivos ubicados en un tiempo y espacio determinado. Sirve como punto comparativo a contextos determinados que por su impresión son guardados con nostalgia. Lo mismo ocurre con los sabores, fundamental a la hora de encararse con la cultura gastronómica. El sentido del oído marca igualmente cambios de mentalidad o gustos, especialmente de cara a la música, ámbito en el que la amplificación no sólo ha influido en la escucha sino también en la aparición de diferentes nuevos instrumentos. La mirada también se ha hecho importante otorgándole a la cultura mucho de espectáculo, a veces, mucho más de esto último que de fenómeno cultural.

En ese mismo sentido, los viejos hábitos en la creación cultural y su percepción también retornan a la memoria como flujo de comparación. Los avances tecnológicos, los cambios horarios impuestos por las nuevas concepciones en el trabajo y el ocio -tandem indiscutible-, los nuevos formatos creativos y de difusión, la propia capacidad de aceptación o rechazo, incluso la evolución del propio concepto de cultura en la época actual, no han logrado enterrar ese background que condiciona al consumidor de cultura. Desde ese punto, afortunadamente la cultura es diferente para cada uno y por eso se engrandece y enriquece.

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